La evolución espiritual, entre otras actitudes, consiste en patrullar y destilar las emociones, dejando circular fluidos vitales que permitan el fluir de la luminosidad hacia nuestros centros de energía. Emociones densas como la rabia, el odio, la envidia, los celos, la venganza, bloquean los chacras y contaminan el aura.
Tales emociones y otros sentimientos negativos deben ser ennoblecidos mediante la sublimación de instintos. Es hacer la alquimia interior, como transmutar el plomo en oro. Buscar el auto-conocimiento, la verdadera esencia Divina, el propósito de vida, interactuando sutilmente con el planeta.
El cerebro recibe estímulos de las emociones que creamos en el día-a-día.
Nuestra estructura energética tiene potencial para desarrollar todos los tipos de emociones, ya sean positivas o negativas. El referencial existe.
Si hubiese alguna tendencia a almacenar miedos, ansiedad, odio, rabia, rencor, venganza y otros sentimientos negativos, tú encaminas ese estímulo hacia el cerebro, que inmediatamente lo somatiza a nivel físico, drenando de esta forma la energía vital.
El grado de consciencia dimensional de cada cual depende directamente de la calidad y cantidad de energía que agrega a sus actitudes como norma de conducta. Comprendiendo y analizando tales emociones dentro de sí mismo y, principalmente, en el otro, tú estarás perdonándote y sublimando tendencias, extrayendo, como un buscador de oro, lo mejor de ti mismo y evolucionando – al desarrollar el perdón, la misericordia, la compasión y la caridad Universal.
La correcta identificación de los sentimientos expande la comprensión acerca de nosotros mismos y de los demás, abriendo nuevas perspectivas de vida además de enriquecer la interdependencia, la responsabilidad para con el “mañana” y con la humanidad. Ningún individuo puede ser enteramente auto-suficiente, pues cada uno de nosotros tiene un papel importante dentro de la comunidad. El objetivo es almacenar la esencia de lo especial, aquello que permanece cuando todo lo demás se olvida – la liberación del ego – la conciencia de ser consciencia. La responsabilidad, lo impersonal altruista.
Cada cual tiene el momento oportuno para despertar, por ello no juzgues ni discrimines, tan sólo sé tú mismo, puntuando siempre que eres el espejo del otro. Su tú mejoras, mejora el otro. Lo que importa realmente es clasificar y formatear lo que haces por ti mismo y por el planeta, nunca lo que el otro hace para ti.
Practicar la tolerancia, el perdón, la comprensión y la bondad es un DON ESPECIAL que debemos desarrollar. ¿Por qué habrá hecho Dios las diferencias? ¿No sería la oportunidad de aprendizaje que hace aflorar el potencial de capacidad ilimitada de cada cual? En un mismo jardín no existen dos flores iguales en tamaño, forma, tonalidad, perfume, pero todas juntas irradian la encantadora belleza.
Por otra parte, la subjetividad también puede ser nociva y es indispensable vigilar siempre nuestro enfoque, el objetivo que ha de ser alcanzado. Cuando conseguimos visualizar simultáneamente la realidad externa y la interna, estamos dentro de la ley de la “objetividad”. Pero, sin por algún motivo o emoción densa, como miedo, creencias cristalizadas o formas pensamientos grises, no encontramos condiciones para manifestar el enfoque como objetividad, fatalmente caeremos en la subjetividad que es otra traba para la realización.
Existen dos tipos de subjetividad:
Tipo 1 – Vemos la realidad, pero no nos gusta o no la aceptamos. Esto genera insatisfacción y frustración, que bloquea cualquier movimiento de crecimiento.
Tipo 2 – Se da cuando imponemos nuestro modo de acción y nuestro punto de vista, aunque no sea el momento o el lugar adecuado. La ausencia del compartir genera falta de cooperación y morosidad en cualquier proceso de crecimiento.
La plenitud del Ser (salud, prosperidad, éxito, paz y armonía) dependerá única y exclusivamente de la pureza y calidad de las emociones creadas. Esto es lo que diferencia a un ser consciente de uno común – la eficiencia y responsabilidad en el mundo sobre la energía que genera.
Nosotros mismos creamos nuestra luz y nuestra tiniebla, nuestra salud y nuestra enfermedad.
¡El pensamiento de amor y compasión es un escudo! Ese pensamiento, actuando sobre el intelecto, torna a la inteligencia más profunda y poderosa, pues esa capacidad del hombre es lo que lo distingue de todas las otras especies del planeta...
“Homo sapiens” el Hombre que piensa y actúa.