¡Caramba, hay que ver cuánto sufrimos! Pasamos años de nuestras vidas luchando para conseguir: un tremendo coche, una casa carísima, mucho dinero y status social. Pasamos por encima de muchas personas y hasta nos ponemos enfermos corriendo detrás de aquel lugar al sol… pero, mirando hacia dentro ¿realmente es ese el camino?
Sufrimos al diablo para aprender que todo cuanto necesitamos es modificar la visión que tenemos de nosotros mismos, tan sólo eso. Protestamos todo el tiempo contra el mundo, porque es cruel, materialista, etc. Transfórmate, y todo a tu alrededor se transformará, porque la aparente separación de las cosas oculta la unicidad de todo lo que existe.
Una jornada individual nos enseña que el destino de cada cual es comprender lo que verdaderamente somos, pero que todavía no hemos aceptado. La gran aventura del conocimiento exige de todos nosotros una búsqueda de la esencia más legítima, aquella que por fin nos libertará. Sin embargo, hasta alcanzarla, la vida nos probará de muchas maneras e inevitablemente habremos de convivir con dolorosas incertidumbres y expectativas malogradas.
Cuando miro para dentro, veo el mundo hoy, él me parece como un bello tren bala. Un día de estos me he bajado, casi como que arrojado, en una estación. Esta estación era muy sencilla, pero me confortó hasta el punto de no querer volver para aquel bello tren. Muchos amigos y parientes vienen a visitarme, sin embargo automáticamente regresan al tren. A veces me siento un poco solo, pero esto es tan bonito…