En mis tiempos ha sido más fácil…
Las oportunidades eran muchas, parecía que el inicio de un adolescente en la jornada de la vida, del trabajo o de las relaciones tenía lugar siempre de la misma manera.
Primero los estudios:
-Hijo ¡tienes que estudiar y formarte! Frase modelo.
Buscando un trabajo:
-Comienza como chico de recados y si trabajas bien, podrás subir en la empresa.
Y en el amor:
-Conoce a una buena niña, de familia, enamórala, hazte su novio, y por fin cásate y ten hijos.
Creo que ese era o es el sueño de todos los padres. Ver al hijo seguir un camino mecanicista de una vida teóricamente “segura, saludable” y modelo.
¿Sabes qué consejos daría yo a mi hijo(a) hoy? Serían muy diferentes de los que acabo de decir y lo ideal sería comenzar entre los 10 y los 15 años.
-Hijo(a), yo te amo y quiero ayudarte a encontrar tu camino para la felicidad. Puedo tan sólo hacer una parte y caso aceptes mis consejos, con cariño te recomiendo:
-Primero, me gustaría colocarte en un curso de comunicación – pues muchas veces la rebeldía proviene de la simple falta de conocimiento de la expresión.
-Para una actividad física, recomiendo la práctica del Yoga. Te ayudará a mejorar tu postura física y mental. El mejor momento sería por la mañana, para sentirte dispuesto durante el resto del día.
-Clases de informática serían estupendas, también. Aprende a utilizar los principales programas como: Editor de texto, presentaciones e Internet. 2 veces por semana.
-Aprender idiomas, considero que también es muy importante. Caso todavía te quede tiempo, creo que 2 veces por semana estaría muy bien. ¿Vale?
Todo cuanto te parezca bueno hacer, incluidas otras actividades, te ayudo y te apoyo. Si comienzas alguna actividad que luego no te guste, puedes dejarlo en cualquier momento.
Una base como esta sería lo suficiente para todo el desarrollo de un ser. Él percibirá sus potenciales para las relaciones, actividades físicas, profesionales y de comportamiento.
Esa sería mi manera de enseñar a mi hijo cómo encarar el mundo.
Mensaje especial: “Me gustaría además, hijo mío, que tuvieses siempre en tu corazón, en todas tus actitudes, la presencia Divina. En esta era de la cibernética, de un mundo teledirigido, observa el cielo, la brisa de la mañana, la gota de rocío, el canto de un pájaro, la belleza de la flor exhalando su perfume, el saludo de un amigo, la pureza de un crío, el ruido del agua de un río acariciando las piedras, las estrellas que tornan más bonita la noche, las lecciones que la naturaleza da en su sencillez, en fin, la grandiosidad del Universo como un altar de servir. La religiosidad es un ancla y la fe en Dios nunca permitirá que te encuentres solo, aun cuando yo ya no esté aquí.” Miriam Carvalho.