Considero que el perdón es una llave preciosa para liberar los hilos que nos prenden al pasado... y que como consecuencia nos impiden estar por entero en el presente...
Hilos que pueden ser tan sutiles, que ni siquiera nos damos cuenta de que todavía nos mantienen ligados a un pasado, reciente o muy remoto... experiencias antiguas que nos han marcado tanto que, aunque no sean conscientes, interfieren en nuestras acciones de cada día.
Ahora es el momento de que estemos por entero presentes para cumplir nuestro propósito; y todo aquello que impide esa presencia debe ser liberado en la luz, mediante la comprensión de que las experiencias vividas han sido peldaños para nuestra evolución... y a través de la entrega de ese proceso de liberación al Gran Misterio... que, en su sabiduría absoluta, nos coloca siempre en contacto con personas y situaciones que reflejan partes nuestras que todavía están pendientes de ser liberadas...
Recientemente me he visto en ese proceso de liberar a través de la energía extremadamente amorosa del perdón, cosas que todavía me mantenían presa al pasado... y que yo no tenía ni idea de que todavía actuaban, porque según mi entendimiento, creía haberlas liberado hace mucho tiempo.
Esto ha ocurrido antes de iniciar un trabajo de grupo con el “perdón”.
Muchas experiencias de liberación habían tenido lugar a fin de prepararme para ese trabajo y los resultados han sido muy bonitos y significativos.
Desde entonces... ha quedado muy clara la importancia del perdón, con amor, para la cura de las heridas del pasado... y de qué forma podemos tener acceso a esa cura con trabajos que no tienen mucho que ver con lo racional...
He necesitado estar un tiempo alejada de ese trabajo para cuidar a mi madre, que se recuperaba de una operación quirúrgica...
En este período han surgido muchas oportunidades para que yo profundizase más todavía en estos caminos de cura mediante el perdón y el Amor...
En esa época he recibido un e-mail sobre el “Ho’oponopono”... y he quedado encantada con la descripción de esa cura hawaiana...
Ho’oponopono es un proceso de perdón, arrepentimiento y transmutación. Cada vez que utilizamos cualquiera de sus herramientas, estamos tomando el 100% de la responsabilidad y pidiendo perdón (a nosotros mismos). Hemos aprendido que todo lo que surge en nuestras vidas es tan sólo proyección de nuestros “programas”. Podemos elegir soltarlos y observarlos, o reaccionar y permanecer presos.
Mabel Katz
Tras lo cual, pronto apareció una oportunidad bien concreta en mi realidad para que yo pudiese colocar en práctica esa cura...
Me deparé con una situación en la cual he podido experimentar de manera evidente el efecto del “lo siento mucho, te amo” en relación a una persona que “aparentemente” de la nada ha tenido una actitud algo agresiva para conmigo.
Sin entender el por qué de aquella actitud... por la noche al acostarme, me he relajado... e imaginé que aquella situación que había surgido fuera, solamente podría ser curada dentro de mí, toda vez que yo soy la responsable por todo cuanto está en mi vida... y comencé a decir mentalmente “lo siento mucho, te amo”.
Ha sido una experiencia muy fuerte porque he tenido acceso a aquella persona como a una parte de mí y entré en contacto con un dolor que no pensaba existir... Durante toda la experiencia he ido diciendo “lo siento mucho, te amo”...
Lloré mucho... pero a medida que avanzaba en la experiencia del “lo siento mucho, te amo”, todo se ha ido volviendo más suave, hasta que sentí un bien muy grande por aquella parte mía, que se manifestó en un amor profundo.
Al día siguiente, me encontré nuevamente con aquella persona... y, para mi sorpresa, una modificación muy grande había tenido lugar en ella, y en su forma de actuar conmigo. Se mostró extraordinariamente amorosa y delicada... y ha sido tan visible la diferencia, que otras personas, que no sabían de nada, han comentado conmigo esa modificación.
Después de esto hice otras experiencias de cura con el Ho’oponopono que se han mostrado muy precisas y con un resultado muy rápido... y me han dado la seguridad de que la energía del Amor y del Perdón puede hacer verdaderos milagros... tornándonos libres de un pasado que ya no tiene sentido y situándonos por entero en el presente, a fin de que demos el salto rumbo a nuestro destino mayor.
HO’OPONOPONO – por Joe Vitale
Hace dos años oí hablar de un terapeuta, en Hawai, que curó a un pabellón entero de pacientes criminales alienados sin siquiera ver a ninguno de ellos. El psicólogo estudiaba la ficha del preso y, en seguida, miraba para dentro de sí mismo a fin de ver cómo él había creado la enfermedad de esa persona. A medida que él mejoraba, el paciente también mejoraba.
La primera vez que oí esa historia, pensé tratarse de alguna leyenda urbana. ¿Cómo podía alguien curar a otro, solamente a través de curarse a sí mismo? ¿Cómo podía, aunque fuese el maestro con mayor poder de auto-cura, curar a alguien criminalmente alienado?
No tenía sentido alguno, no era lógico, de modo que descarté esa historia. Sin embargo, la escuché nuevamente, un año más tarde. Supe que el terapeuta había usado un proceso de cura hawaiano llamado “Hoponopono”. Nunca había oído hablar de él, no obstante, no conseguía quitármelo de la mente. Si la historia era realmente verdadera, yo tenía que conocerla más. Siempre había sabido que total responsabilidad significa que yo soy responsable por lo que pienso y hago. Lo que esté más allá, se encuentra fuera de mis manos.
Considero que la mayor parte de las personas piensa lo mismo acerca de la responsabilidad.
Somos responsables por lo que hacemos y no por lo que hacen los demás. Pero esto está equivocado.
El terapeuta hawaiano que curó a esas personas mentalmente enfermas habría de enseñarme una nueva perspectiva avanzada acerca de lo que es la total responsabilidad. Su nombre es Dr. Lhaleakala Hew Len.
Hemos pasado, probablemente, una hora hablando, durante nuestra primera conversación telefónica. Le pedí que me contase toda la historia de su trabajo como terapeuta. Me explicó que había trabajado en el Hospital Estatal de Hawai durante cuatro años. El pabellón donde encerraban a los locos criminales era peligroso.
Por regla general, los psicólogos dimitían tras un mes de trabajo allí. La mayor parte del personal se ponía enfermo o dimitía. Las personas que pasaban por aquel pabellón simplemente caminaban con la espalda pegada a la pared, con miedo de ser atacadas por los pacientes. No era un lugar bueno para vivir, ni para trabajar, ni para visitar.El Dr. Len me dijo que nunca ha visto a los pacientes. Firmó un acuerdo para tener una sala en el hospital y revisar sus prontuarios médicos. Mientras leía los prontuarios médicos, él trabajaba sobre sí mismo. Mientras trabajaba sobre sí mismo, los pacientes comenzaron a curarse. “Después de pocos meses, los pacientes que estaban encadenados recibieron permiso para caminar libremente”, me dijo. “Otros, que tenían que permanecer fuertemente medicados, comenzaron a tener su medicación reducida. Y aquellos que no tenían jamás cualquier posibilidad de ser liberados, recibieron el alta”. Yo estaba asombrado. “No ha sido solamente eso”, continuó, “incluso el personal comenzó a sentir agrado en ir a trabajar. El absentismo y los cambios de personal desaparecieron.
Terminamos con más personal del que necesitábamos, porque los pacientes eran liberados y todo el personal venía a trabajar. Hoy, aquel pabellón del hospital está cerrado.”
En este momento, ha sido cuando tuve que hacer la pregunta del millón de dólares:
“¿Qué es lo que usted ha hecho a sí mismo, para ocasionar tales cambios en esas personas?”
“Yo simplemente estaba curando aquella parte en mí que los había creado”, dijo él.
No comprendí. El Dr. Len me explicó, entonces, que entendía que la total responsabilidad por nuestra vida concierne a todo lo que está en nuestra vida, por el simple hecho de estar en nuestra vida y ser, por esta razón, de nuestra responsabilidad. En un sentido literal, el mundo entero es creación nuestra.
¡Guau! Pero eso es difícil de tragar. Ser responsable por lo que digo y hago es una cosa, pero ser responsable por lo que dice y hace otra persona que está en mi vida es muy diferente.
A pesar de ello, la verdad es esta: si asumes completa responsabilidad por tu vida, entonces todo cuanto miras, escuchas, saboreas, tocas o experimentas de cualquier forma es tu responsabilidad, simplemente porque se encuentra en tu vida. Esto significa que la actividad terrorista, el presidente, la economía o cualquier cosa que experimentas y no te gusta, está allí para que tú la cures. Todo esto no existe, en realidad, excepto como proyecciones que salen de tu interior.
El problema no está “en ellos”, está en ti, y, para modificarlo, tú eres quien tiene que cambiar.
Sé que esto puede parecer difícil de comprender y, todavía más, de aceptar o realmente vivenciar. Echar la culpa a otra persona es mucho más fácil que asumir total responsabilidad pero, mientras conversaba con el Dr. Len, comencé a comprender esa cura suya y que el ho’oponopono significa amarse a sí mismo. Si deseas mejorar tu vida, debes curar tu vida. Si deseas curar a alguien, incluso a un criminal mentalmente enfermo, lo harás curándote a ti mismo.
Pregunté al Dr. Len cómo se curaba él a sí mismo. Qué era, exactamente, lo que él hacía, cuando miraba los prontuarios de aquellos pacientes.
“Yo, simplemente, permanecía diciendo ‘Lo siento mucho’ y ‘Te amo’, una vez tras otra” me explicó.
“¿Sólo eso?”
“¡Sólo eso! Ocurre que amarse a sí mismo es la mejor forma de mejorar a uno mismo y a medida que tú te mejoras a ti mismo, mejora tu mundo”.
Permíteme ahora darte un rápido ejemplo de cómo esto funciona.
Un día, alguien me ha enviado un e-mail que me ha desequilibrado.
En el pasado, yo hubiera reaccionado trabajando mis aspectos emocionales tórridos o intentado argumentar con la persona que me había enviado aquel mensaje detestable.
Pero esta vez, he decidido testar el método del Dr. Len.
Comencé a pronunciar en silencio: “Lo siento mucho” y “Te amo”. No le decía esto a nadie en particular. Permanecía, simplemente, invocando el “espíritu del amor”, para que él curase dentro de mí lo que estaba creando aquella circunstancia externa. Después de una hora, recibí un e-mail de la misma persona, disculpándose por el mensaje que me había enviado. Yo no había realizado acción externa alguna para recibir tal disculpa. Ni siquiera había respondido a aquel mensaje. No obstante, solamente repitiendo “lo siento mucho” y “te amo”, de alguna manera curé dentro de mí aquello que había creado en aquella persona.
Posteriormente participé de un taller sobre el ho’oponopono, impartido por el Dr. Len.
El tiene ahora 70 años, es considerado un “chamán abuelo” y es un poco solitario. Ha elogiado mi libro “El Factor Atractivo”. Me ha dicho que, a medida que yo mejore a mí mismo, la vibración de mi libro aumentará y todos sentirán lo mismo cuando lo lean. En resumen, en la medida en que yo mejore, mis lectores también mejorarán.
“Y ¿qué ocurrirá con los libros que ya he vendido y que han salido de mí?” pregunté.
“Ellos no han salido”, explicó él, impresionando mi mente, una vez más, con su sabiduría mística.
“Ellos todavía están dentro de ti. Porque nada está por el lado de fuera”.
Sería necesario un libro entero para explicar esa técnica avanzada con la profundidad que ella merece. Sin embargo, he aprendido que basta, apenas, el “querer” en nuestra vida para curar y que existe solamente un lugar donde buscar la cura: dentro de si. “Para curar, basta amor.”
Este es uno de aquellos mensajes que, literalmente, cambian nuestra vida.
Ya hemos oído muchas veces que creamos nuestra propia realidad, que el mundo es un reflejo de quienes somos, que somos todos uno, que todo comienza y termina en nosotros, etc. etc. Pero una cosa es oír esto, otra es verificar si, de hecho, comprendemos la esencia de estas afirmaciones. No obstante en mi humilde opinión, la sencillez de este mensaje, él “suele hacer caer la ficha”. Y ¡esto es muy sencillo!
Para cada uno – y para todos: “¡LO SIENTO MUCHO!” “¡TE AMO!”