Era un domingo aparentemente tranquilo y conecté el ordenador... a partir de ahí comencé a recibir señales acerca de un asunto que me viene siendo transmitido a través de muchos sincronismos... pero... en ese día las señales comenzaron en sueños y continuaron en el ordenador mediante e-mails... de forma tan clara... que cuando he visto otro mensaje más llegando al Outlook pensé en broma... sólo falta una confirmación de eso... y con sorpresa he constatado que realmente lo era... y de manera mucho más explícita de lo que yo hubiera imaginado jamás.
Hasta me llevé un susto con la precisión de la señal.
Me quedé pensando en lo que todo aquello estaba queriendo decirme... y sólo pude desconectar mientras miraba una película en la TV: “El Misterio de la Libélula”.
Me encantó la película e incluso me ha dado más fuerza para creer en las señales... aunque escapen completamente a lo que consideramos posible...
Mediante el chamanismo, la libélula retira los velos de la ilusión...
Luego he recordado las muchas señales que estaba recibiendo aquel día... mientras cambiaba distraída los canales de la TV. Pregunté al Gran Misterio qué era lo que quería mostrarme con todas aquellas señales...
Mal había terminado de hacer la pregunta cuando me detengo en un canal donde la escena de una película mostraba exactamente lo mismo que se me estaba señalando... enfocando más la situación en determinado punto. Claro que me sentí impresionada con la rapidez de la respuesta...
Parece que ese era el momento de sintetizar aquella situación y la escena me indicó el camino de manera muy clara...
Cambié nuevamente de canal y me deparo con más señales sobre el mismo asunto de forma aún más clara...
Esta vez casi no me lo creo, porque el modo de hablar y la imagen eran impresionantemente precisos para confirmar la anterior y dar una pista más...
Todo ocurría con tanto sincronismo...
Exactamente en el momento en que he pasado por aquellos canales, recibí los mensajes que necesitaba y que formaban gran sentido para mí.
Cuando esos sincronismos aparecen para aclararnos las cosas, nos transmiten mucha fuerza y energía para que creamos que aquello es verdad y que realmente no estamos “viajando”... o imaginando cosas...
Cuando aparecen, sabemos que estamos en el buen camino... Y esa sensación me ha venido tan fuerte que he preguntado nuevamente al Gran Misterio a dónde esto me habría de llevar... ¿qué estaba Él queriendo decirme?
Tan sólo que, a partir de ahí, comencé a servirme demasiado de la mente para intentar descubrir... he ido haciendo las conexiones de las señales... creando otras conexiones.. y no llegaba a lugar alguno... buscaba un hilo para la continuación de la historia sirviéndome de la razón y acabé embarullándome en tantos hilos que mi mente encontró... que en vez de aclarar las cosas, solamente he creado confusión.
Confieso que me dormí “embarullada”... como una prisionera en una gran tela de hilos creados por la mente... Hilos de ilusión...
Y así fue como me he dormido...
Desperté a la mañana siguiente con una clareza increíble y con una frase.
“La mente, miente”...
Yo sabía exactamente lo que quería decirme esa frase, porque ella se refería a un cuadro entero... pero cuando he intentado explicar con palabras confieso que nuevamente me he perdido...
Lo que sí he sentido profundamente, es que existen cosas que no podemos intentar explicar con palabras, ni colocar dentro de los límites de nuestra mente racional... porque podemos perdernos en esos caminos... La misma mente que nos indica soluciones, también nos hace perderlas, al mostrarnos otros... y otros... y otros caminos... Especialmente para cosas que escapan a los dominios de lo conocido... necesitamos aceptar que no todo se debe intentar explicar.
Nuestra mente al mismo tiempo que dice verdades, dice mentiras... creo que está entrenada para buscar soluciones y lo hace teniendo en cuenta no sólo nuestra alma sino nuestro ego... nuestros miedos y todos nuestros esquemas limitadores...
Cuando nos indica caminos, muchos de ellos son para evitar que entremos en contacto con cosas que tenemos miedo a enfrentar, pero... son justamente esas cosas las que habrán de hacernos crecer.
Nuestro corazón nos indica caminos... y nuestra mente “que miente” nos desvía de ellos.
En mi caso, alguna cosa que está siendo transmitida y escapa un poco al dominio de la mente racional; si intento colocarla dentro de lo que me es conocido, corro el riesgo de perder el hilo...
Me acordé de la libélula...
Comprendí que para retirar los velos de la ilusión que todavía cubren ese asunto... tengo que aceptar el tiempo... y la forma que tiene el Universo de transmitirme lo que me está transmitiendo... sin intentar apresurar ni entender antes de que sea el momento...
Sé que he de tener paciencia...
Como soy súper curiosa, necesito mucha paciencia... porque quiero llegar pronto al final para entender el cuadro entero...
Tengo que recordar que hay cosas que son misterios insondables que sólo nos cabe aceptar con humildad y gratitud...
Lo sé... pero mi mente a veces se olvida, y casi me embarco y me dejo enredar en las muchas artimañas que ella tiene...
El mismo hilo que teje también puede atarnos... y es generalmente lo que hacemos cuando usamos mucho los hilos de la razón y nos olvidamos de que sólo debemos tejer nuestras vidas siguiendo los impulsos que emanan del Alma... por más diferentes que sean los tejidos que trenzamos a partir de ahí...