Siempre continuando nuestro discurso en sintonía con las energías generadas por la concentración astrológica que aún actúa en el signo de Escorpio, haré alguna reflexión acerca de otra ley hermética, la VIª, que dice: “Toda Causa tiene su Efecto; todo Efecto tiene su Causa; todas las cosas suceden conforme a la ley: el Acaso es simplemente un nombre dado a una Ley no reconocida. Existen muchos planos de causalidad, pero ninguno escapa a la Ley”. (Véase más en el Site en la sección de la Cabala).
He recibido varios e-mails de internautas comentando el artículo de la semana pasada (O mundo em Branco e Preto). Uno de ellos, de una nativa de Géminis, me relata que se sentía muy agredida, principalmente en el tráfico, y de manera gratuita. O sea, no era ella la que habría infringido alguna norma de tráfico, sino el propio agresor quien, haciendo adelantamientos no reglamentarios, la agredía verbalmente. Esto me recuerda aquel refrán que dice: “La mejor defensa es el ataque”. Esa es una estrategia típica de quien, sabiéndose equivocado, ataca antes incluso de dar tiempo al otro (al ofendido) para agredirlo. Esa es una reacción típica de Escorpio. El nativo de Escorpio es desconfiado por naturaleza porque sabe que él mismo siempre está pronto a atacar a la menor señal de agresión. Es su naturaleza animal la que le dicta las reglas. Así, él mismo ataca antes. Para controlar ese instinto él necesita poder transmutar esa energía negativa en algo positivo, perdonando al agresor, por ejemplo.
Bajo la influencia astral de esta semana, nosotros también podemos estar actuando así, quien más, quien menos, dependiendo de su propia naturaleza. Si hacemos un análisis cuidadoso, veremos que en ciertas ocasiones estaremos justificando nuestras actitudes agresivas de esta manera: “Bien, pero yo tenía razón, entonces, ¿por qué no defenderme?” Sin embargo ¿esa será de veras defensa, o “guerra preventiva” a lo Bush?
Las energías de esta semana son energías fuertes, pero son de mudanza, de transformación. Si estamos haciendo nuestros deberes de casa, estamos preparando una modificación en nuestro comportamiento y, por lo tanto, debemos preguntarnos: “¿Qué me hace actuar de esa manera?” A partir de esa reflexión podremos modificar algo en nuestro comportamiento. Pero ¿qué? Preguntaréis vosotros… ¿Cómo sabré qué es lo que debo modificar en mi comportamiento?
Respuesta: ¡Aquello que te parezca más difícil! ¡O sea, aquella parte de tu comportamiento, de tu carácter, que consideras ‘imposible’ de cambiar! Puesto que es allí verdaderamente donde yace el problema.
Nos convencemos de que esa es nuestra naturaleza, por ende no podemos modificarla. Mero engaño. ¿Conocéis la anécdota del escorpión que pide a la rana que le ayude a atravesar el río? Pues si respondemos que nuestra naturaleza es esa y no conseguimos modificarla estaremos actuando tal como el escorpión (¡él, nuevamente!) Pero podemos decir lo mismo de la cabeza dura de un Tauro, de la precipitación de un Aries, de la superficialidad del Géminis, para no pensar que estoy hablando solamente de los defectos de uno de los signos zodiacales. Todos nosotros tenemos nuestros fallos. En realidad, me estoy refiriendo solamente a la energía generada por la concentración planetaria de este momento y no quiero que los nativos de Escorpio me tomen a mal ¡por favor!
Quiero decir que debemos buscar dentro de nosotros mismos exactamente aquel rasgo del carácter que es más difícil modificar. El Oponente (o sea, la Sombra, el Diablo o Ángel Caído, como quiera que se llame) sabe exactamente cuál es nuestra mayor debilidad y sabe cómo bloquear nuestra acción, pues quiere que permanezcamos bajo su yugo, que nos alejemos de la Luz. ¡Él hace que el simple pensamiento de cambiar aquella nuestra manera de actuar nos parezca algo imposible de conseguir! Son nuestros defectos los que nos impiden reaccionar como deberíamos o como nos gustaría. Si aprendemos a hablar con la otra persona como si ella fuese un ser espiritual, una alma, podemos mirarla con otros ojos, y así cambiaremos nuestra reacción, aun cuando agredidos. Entonces, vamos a buscar nuestros defectos, con sinceridad.
Todos nosotros, a lo largo de la vida, aprendemos a conocernos y acabamos sabiendo muy bien cuáles son nuestros fallos, nuestros defectos. Sin embargo, si alguien los señala, entonces nos convertimos en verdaderas fieras! La persona que es impaciente (un nativo de Aries, por ejemplo) puede ponerse hecha una furia cuando alguien le llama ‘fuguillas’; otra (de signo de Fuego) se enfurece cuando alguien le llama ‘cabeza caliente’; ¡otra más (de signo de Tierra) se puede enfurruñar si alguien dice que es de cabeza dura! Pero en fin, ¿será cierto que podemos modificar nuestra reacción?
¡Sí! Podemos aprovechar las energías de esta semana, sintonizarnos con el Universo y transmutar nuestras reacciones más adversas en algo más positivo. En primer lugar, debemos tener coraje para encarar nuestros defectos de frente. Después, debemos hacer una lista de aquellos fallos que consideramos más difíciles de modificar. ¡Y comenzar por ahí! ¡Por los más difíciles!
Vamos a preguntarnos: “¿Qué es lo que realmente me hace obrar – o reaccionar – así?” ¿Qué defecto ese comportamiento está intentando disimular?”
Me gustaría recordar que para escapar del Destino Colectivo necesitamos evolucionar espiritualmente, ¡escapar a la Ley del Karma! Escribí acerca de ello en el artículo sobre la “Ley de Causa y Efecto – la VIª Ley Hermética” y no quiero extenderme más sobre el tema.
Todos nosotros, cuando estamos frente a un obstáculo que consideramos insalvable, invocamos el destino, a nuestro carácter, a las circunstancias, a nuestra naturaleza, en fin, encontramos mil disculpas.
No olvidemos, sin embargo, que cuando entra en juego el Libre Albedrío, podemos siempre ‘cambiar de octava’, o sea, modificar la vibración física y material a otra más sutil, más espiritual, así iniciaremos nuestra evolución cósmica consciente. Es un hecho que, si cuidamos de nuestras palabras, de nuestros actos y de nuestros pensamientos, si nos tornamos Señores de nuestro Destino, podemos tomar las riendas de nuestra vida y no nos sentiremos como simples peones o dados tirados al azar bajo el mando de la Ley de Causa y Efecto.
El Genio Cabalístico Mikael podrá ayudaros esta semana. Su nombre significa “La Casa de Dios” y él es el 42º Genio de la Cabala. Puede ser invocado a través del Salmo 120.
Memorizad el versículo nº 7: “Cuando yo digo Paz ellos dicen guerra. Pero el Señor lo guardará de todo mal, pues él guarda su vida.”
Con Su ayuda conseguirás reunir las fuerzas necesarias para encarar tus defectos y corregirlos!