Me desperté pensando... el día ha ido avanzando y yo seguí pensando acerca de un montón de cosas... Me dormí pensando... y luego temprano, antes incluso de darme cuenta de que estaba respirando, ya he comenzado a pensar...
-¡Me he cansado de tanto pensar!
-¿Por qué piensas tanto acerca de todo si siempre lo resuelves sintiendo?
Caramba... qué pérdida de energía... He constatado, percibiendo que mi mente, esta vez, tenía la razón.
-Pero precisamente eres tú, a quien le encanta pensar, quién me reprendes por ello, le contesté.
-Estoy cansada de pensar sobre todo... Entra el día, sale el día y yo trabajo intensivamente sólo pensando...
-¡Basta! ¡Quiero descanso! Y más aún porque tú piensas... piensas... piensas... y, en el momento de decidir, siempre escuchas a tu corazón y no a mí.
Bueno... Confieso que esa vez he tenido que dar la razón a mi mente... ella me mostraba una cosa de la que aún no me había dado cuenta.
¿Para qué pensar tanto, cuando lo que me guía es el sentir?
He visto que gasto una energía enorme pensando acerca de cosas que resuelvo... sintiendo con el corazón.
-Creo que pensar es un vicio difícil de ser curado... dije bajito.
Encontrar el equilibrio entre el pensar y el sentir es una clave a ser buscada...
Hemos aprendido tanto a pensar sobre las cosas... a pedir que las personas piensen sobre los asuntos que, ni nos damos cuenta de cómo hemos dejado algo a un lado... o mucho a un lado, nuestra intuición... nos hemos olvidado de sentir sobre las cosas...
Es en el sentir donde nuestra Alma encuentra ese espacio entre los pensamientos para darnos señales... para indicarnos caminos.
¿Cuántas veces para tomar una decisión o hacer una elección se “siente” sobre aquello en vez de pensar sobre?
Siempre sigo al corazón y entrego mis caminos al Gran Misterio... Sin embargo, con esa llamada de mi mente, he comprendido que gasto mucha energía pensando... y, al final, siempre sigo al corazón...
Hablo de aquellos pensamientos que no conducen a lugar alguno. Está claro que los pensamientos que organizan nuestros momentos y que sintetizan las situaciones nos aportan equilibrio. Sin embargo, los pensamientos que sólo nos enmarañan en los caminos de la razón, que intenta controlarlo todo para impedirnos seguir al corazón... esos son una pérdida de energía y una forma de mantenernos sujetos a patrones antiguos y limitantes.
Bueno, a partir de esa conversación, he pasado a sentir más y a no gastar tanta energía “pensando”.
Y mira que para una nativa de Géminis eso no es precisamente algo sencillo...
Pero... cuando me callo, siento una paz tan profunda y una calma tan arrulladora que es como encontrar un oasis en medio de un desierto árido.
Y cuando se experimenta ese silencio... siempre se quiere más.
Qué bueno si se despertase sintiendo más... si se pasase el día sintiendo más... y si se durmiese sintiendo más...
Necesitamos desaprender un poco el pensar y comenzar a ejercitar el sentir que proviene del Alma... Sólo hay que parar un poquito y cuando llegue aquella lluvia de pensamientos... observarse en aquel caos... y saltar para fuera de él... sumergiéndose en lo profundo que se abre cuando el silencio se hace...