Lo que diferencia al hombre de los demás seres vivos es la consciencia. Sin embargo, la mayoría de nosotros vive movida por reacciones instintivas, que nos llevan a comer, beber, dormir y practicar sexo, de manera totalmente inconsciente, tal como los animales irracionales.
El primer grado de la consciencia atañe al cuerpo físico. Es preciso estar atentos a sus mensajes, pues el cuerpo “habla”, manifiesta sus deseos y necesidades.
No obstante, la mayor parte de las personas ignora ese lenguaje, y no se preocupa, por ejemplo, por los alimentos que coloca dentro de su cuerpo, como si él tuviese el poder mágico de transformar venenos en sustancias benéficas.
La mayor prueba de eso es que muchos son incapaces de recordar lo que han comido el día anterior, o incluso el mismo día. Cuando tienen algún problema de salud y van al médico, éste tiene que “adivinar” qué pudo haber causado el desequilibrio, pues si preguntan a los pacientes acerca de sus costumbres y actitudes relativas al cuerpo, ellos se muestran totalmente inconscientes respecto de esos procesos.
Vivir de modo consciente significa estar totalmente presente en cada pequeño gesto cotidiano, como andar, comer, bañarse, limpiar la casa, así como poner atención a las señales que el cuerpo emite cuando algo no va bien.
El momento de la ducha es estupendo para que comencemos ese entrenamiento.
Pasa a observar cómo te duchas, por cuál parte del cuerpo inicias el aseo, y procura cambiar periódicamente, para que esto no se convierta en un hábito mecánico y robotizado. Siente el placer que te proporciona el agua al caer sobre el cuerpo, disfruta ese estado de relax.
El segundo grado de la consciencia concierne a la mente. Procura observar el flujo de pensamientos constantes que pasa por tu mente. Observa si la mayoría de ellos es positiva o negativa. La mente, de modo general, siempre procura enfocarnos en el pasado, en las experiencias que no han salido bien, en los sufrimientos, o en el futuro, haciéndonos temer que aquello se repita.
Por tanto, es fundamental que pases a tomar consciencia del tipo de pensamientos que sueles tener, pues esta es la única manera de que te conviertas en señor de tu propia mente, en vez de esclavo de ella.
El tercer grado es la consciencia de los sentimientos. Observa cuál es el sentimiento que está por detrás de cada actitud o reacción que adoptas frente a los acontecimientos cotidianos. Tener consciencia de los propios sentimientos y de aquello que te motiva, es un paso esencial para conocerte a ti mismo y liberarte del estado de adormecimiento en que nos encontramos la mayor parte de los seres humanos.
Consciencia en el trabajo
Querido Osho,
Nos dices que debemos ser conscientes en todo, lo cual significa ser un observador de todas las cosas, de todo acto.
Cuando yo decido estar consciente en el trabajo, yo pierdo la consciencia, y cuando me torno consciente de que no estaba consciente, siento culpa. Siento que he cometido un error. ¿Podrías
explicármelo?
“Ese es uno de los problemas que enfrenta todo el que está intentando estar consciente mientras trabaja, porque el trabajo exige que debas olvidarte de ti mismo completamente. Debes estar implicado en él tan profundamente… como si estuvieses ausente. A no ser que esa total implicación esté presente, el trabajo permanece superficial.
…Tener consciencia, mientras se está trabajando, necesita de un tremendo entrenamiento y disciplina y la persona tiene que comenzar por acciones bien sencillas.
Caminar, por ejemplo. Tú puedes caminar y puedes estar consciente de que estás caminando, cada paso puede estar lleno de consciencia. Comiendo… exactamente del modo en que se toma el té en los monasterios Zen. Ellos lo llaman ‘ceremonia del té’ porque tomando té, poco a poco, la persona tiene que permanecer alerta y consciente.
Esas son pequeñas acciones, pero para comenzar, son perfectamente buenas. La persona no debería comenzar con algo tal como la pintura, la danza, pues esos son fenómenos muy profundos y complejos. Comienza con pequeñas acciones de la rutina diaria de la vida.
En la medida en que te tornes más y más acostumbrado a estar consciente, la consciencia será exactamente como la respiración, tú no tendrás que hacer esfuerzo alguno por ella, ella se habrá vuelto espontánea y, entonces, en cualquier acto, en cualquier trabajo, podrás estar consciente.
Pero recuerda la condición: eso tiene que ser sin esfuerzo, eso tiene que venir espontáneamente. A partir de ahí, pintando o componiendo música, o danzando, o incluso luchando a espada contra un enemigo, podrás permanecer absolutamente consciente. Pero esa consciencia no es la consciencia que tú estás intentando alcanzar. Ella no es el comienzo, ella es la culminación de una larga disciplina.
…Día vendrá en que no habrá actividad en el mundo en la cual tú no puedas permanecer alerta y al mismo tiempo actuar con totalidad.
Tú estás diciendo: ‘Y cuando yo me torno consciente de que no estaba consciente, siento culpa’.
Eso es una estupidez absoluta. Cuando tú te tornas consciente de que no estabas consciente, siéntete feliz, pues por lo menos ahora tú estás consciente. En mis enseñanzas no hay lugar para el concepto de culpa.
La culpa es uno de los cánceres del alma.
…No hay necesidad alguna de sentir culpa, eso es natural.
La consciencia es una cosa tan grandiosa que incluso si tú puedes estar consciente durante pocos segundos, alégrate. No des atención a aquellos momentos en que pierdes la consciencia. Presta atención a aquel estado, cuando de repente te acuerdas, ‘yo no estaba consciente’. Siéntete afortunado, pues, por lo menos después de algunas horas, la consciencia ha retornado.
…Cambia todo tu enfoque. Es grandioso que te hayas tornado consciente de que te habías olvidado de estar consciente. Ahora no te olvides durante el mayor tiempo posible. De nuevo olvidarás y de nuevo te acordarás, pero cada vez, el período de olvido se tornará menor y menor.
…La consciencia se volverá exactamente como la respiración o el latido del corazón, o la circulación de la sangre en ti, día viene, día va.
Así, permanece observando, para que no sientas culpa. No hay motivo para sentir culpa.
…Toda la humanidad, de alguna maneara, se ha venido sintiendo culpable. Eso ha estado apagando el brillo de sus ojos, eso ha estado quitando la belleza de su rostro, eso ha venido quitando la gracia de su ser.
…Recuerda que el hombre es frágil y errar es humano. Las personas que han inventado el proverbio ‘errar es humano’ deben también haber inventado el proverbio ‘perdonar es divino’. Yo no estoy conforme con la segunda parte.Yo digo, errar es humano y perdonar también es humano. Y perdonarse a si mismo es una de las mayores virtudes, porque si tú no puedes perdonarte a ti mismo, no podrás perdonar a nadie más en el mundo, será imposible. Estás tan lleno de heridas, de culpas, ¿cómo podrás perdonar al otro?
…Cualquier cosa que hagas, si no está correcto, no lo hagas nuevamente. Si sientes que esto lastima a alguien, no lo hagas nuevamente. Pero no hay necesidad alguna de que te sientas culpable, no hay ninguna necesidad de sentirte arrepentido, no hay necesidad alguna de penalizarte o de torturarte.
…Al principio, muchas veces, llegarás a la conclusión de que tal vez no sea posible estar trabajando y estar consciente al mismo tiempo. Pero yo te digo no sólo que eso es posible, te digo que eso es posible muy fácilmente. Sólo es comenzar de la manera acertada. Sólo es no comenzar con XYZ. Comienza con ABC.
En la vida, nos perdemos muchas cosas porque comenzamos equivocadamente. Todo debe ser iniciado a partir de su propio principio. Nuestras mentes son impacientes, queremos hacerlo todo rápidamente. Queremos alcanzar el punto más alto sin pasar por todos los peldaños de la escalera.
Pero eso significa fracaso absoluto. Y una vez que tú fracases en alguna cosa como la consciencia, eso no es un fracaso pequeño, tal vez no lo intentes nunca más. El fracaso hace daño.
Así, cualquier cosa que sea tan valiosa como la consciencia, debes comenzarla muy cuidadosamente, y desde el principio, porque la consciencia puede abrir todas las puertas de los misterios de la existencia, ella puede traerte al verdadero templo de Dios.
Y ve moviéndote muy despaciosamente. Sólo hay que tener un poco de paciencia, pues la meta a alcanzar no está muy lejos.
OSHO – The Hidden Splendor