¿Sabes tú quién eres, de qué necesitas, y cómo debes proceder para alcanzar la felicidad?
Quien todavía no se haya hecho estas preguntas está perdiendo un tiempo precioso, pues cuanto más pronto nos cuestionemos acerca de nuestra verdadera identidad, más cerca estaremos de la tan soñada paz.
Para saber quién de hecho somos, debemos comenzar a cuestionar hasta qué punto estamos viviendo en sintonía con el deseo de nuestra alma, o si estamos tan sólo siguiendo la senda que otros han trazado para nosotros.
Es un hecho que muy pocas personas han sido estimuladas desde la infancia a seguir tan sólo a su corazón. La mayoría de nosotros acabamos asimilando valores y creencias que nos son transmitidos por el grupo familiar y más tarde por los grupos sociales en que nos inserimos, y seguimos por la vida confiando en que de ese modo seremos felices.
Ocurre que, muchas veces, existe una falta de sintonía entre lo que nos han enseñado que era lo mejor y aquello que de hecho necesitamos. Esta disonancia se manifiesta como un vago sentimiento de insatisfacción y vacío que procuramos llenar de las más variadas maneras.
Entretanto, cuando este sentimiento se manifiesta es debido a que estamos viviendo a contrapelo de nuestra alma. Todos nosotros tenemos un camino que recorrer en la jornada rumbo al crecimiento y a la evolución de nuestro espíritu.
No obstante, muchos permanecen totalmente inconscientes acerca de esta ruta a lo largo de la vida, otros sienten una vaga intuición respecto de lo que deberían hacer, pero prefieren seguir acomodados en lo ya conocido, en vez de arriesgarse en un nuevo camino.
Pero no existe salida a no ser en el auto-conocimiento para que alcancemos equilibrio y serenidad.
Debemos utilizar todas las herramientas hoy disponibles para iniciar este proceso, y no son pocas.
Lo fundamental es vencer la resistencia impuesta por nuestro yo negativo, aquel que intenta todo el tiempo mantenernos prisioneros de la inconsciencia, a través de una vida masificada, en la cual seguimos tan sólo la senda que nos ha sido impuesta. Rehusar ese camino es nuestro desafío.
“…Tú tienes dos centros. Un centro con el cual vienes, que te es dado por la propia existencia. Ese es el yo. Y el otro centro, que es creado por la sociedad – el ego. Ese es algo falso – es un gran truco. A través del ego la sociedad está controlándote. Tienes que comportarte de una cierta manera, porque solamente así la sociedad llegará a apreciarte.
…Intenta entenderlo lo más profundamente posible, porque él tiene que ser arrojado fuera. Y a no ser que lo arrojes fuera, nunca serás capaz de alcanzar el yo. Por estar viciado en el falso centro, tú no puedes moverte, y no puedes ver el yo.
…Hemos de pasar a través del caos antes de alcanzar el centro verdadero. Y si eres osado, el período será corto. Si eres miedoso y nuevamente caes en el ego, y nuevamente comienzas a arreglarlo, entonces, el período puede ser muy, muy largo; muchas vidas pueden desperdiciarse…
…Pero si eres valeroso y no vuelves atrás, si no vuelves a caer en el ego, sino que sigues siempre adelante, existe un centro oculto dentro de ti, un centro que has venido trayendo contigo durante muchas vidas.
Ese centro es tu alma, el yo.
…El ego es el infierno. Siempre que estés sufriendo, intenta simplemente observar y analizar, y descubrirás que, en algún lugar, el ego es la causa del sufrimiento.
…Y así las personas se tornan dependientes unas de otras. Es una profunda esclavitud. El ego tiene que ser un esclavo. Él depende de los otros. Y solamente una persona que no tenga ego es, por primera vez, un maestro; deja de ser un esclavo.
Intenta entender esto. Y comienza a buscar el ego – no en los demás, eso no es cuenta tuya, sino en ti. Toda vez que te sientas infeliz, inmediatamente cierra los ojos e intenta descubrir de dónde te está llegando la infelicidad, y siempre descubrirás que el falso centro ha entrado en choque con alguien. Tú esperabas algo y eso no ha ocurrido. Esperas algo y precisamente ha ocurrido lo contrario – tu ego queda estremecido, eres infeliz. Simplemente mira, siempre que estés infeliz, intenta descubrir la razón.
Las causas no se encuentran fuera de ti.
La causa básica está dentro de ti – pero tú siempre miras fuera, siempre preguntas: ‘¿Quién me está tornando infeliz?’ ‘¿Quién está causando mi rabia?’ ‘¿Quién está causando mi angustia?’
Si tú miras fuera, no percibirás. Simplemente cierra los ojos y siempre mira dentro. El origen de toda infelicidad, rabia y angustia, está oculto dentro de ti, es tu ego.
…Todo el camino en dirección a lo divino, a lo supremo, tiene que pasar a través de ese territorio del ego. Lo falso tiene que ser entendido como falso. El origen de la miseria tiene que ser entendido como el origen de la miseria – entonces ella simplemente desaparece.
…Es difícil ver el propio ego. Es muy fácil ver el ego en los otros. Pero ese no es el punto, tú no puedes ayudarlos.
Intenta ver tu propio ego. Simplemente obsérvalo.
No tengas prisa en abandonarlo, simplemente obsérvalo. Cuanto más lo observas, más capaz te vuelves. De repente, un día, simplemente percibes que él ha desaparecido. Y cuando él desaparece por sí mismo, solamente entonces él realmente desaparece. Porque no existe otra manera. Tú no puedes abandonarlo antes del tiempo. Él cae exactamente como una hoja seca.
Cuando hayas madurado a través de la comprensión, de la consciencia, y hayas sentido con totalidad que el ego es la causa de toda tu infelicidad, un día tú simplemente ves la hoja seca caer… y entonces el verdadero centro surge.
Y ese centro verdadero es el alma, el yo, el dios, la verdad, o como quieras llamarlo”…