He llevado algunos rapapolvos de lectoras del sitio web.
Se enfadan porque dicen que recomendamos soluciones tan sólo para quien tiene dinero con que pagar. El otro día una de ellas leyó un artículo que escribí hace unos dos años en el que decía que, si ya no necesitas tu antena de TV, la retirases del tejado de tu edificio. Con ello, la ciudad resultaría con menos polución, visualmente hablando.
Pues bien, ella me echó una reprimenda porque dice que sólo puede quitar la antena del tejado quien tiene TV por cable, y que esto representa una realidad mínima en este país.
Otra me envió un e-mail protestando porque, en el artículo que escribí acerca del exceso de peso, recomendaba una nutricionista y que tener una nutricionista era un lujo que sólo unos pocos brasileños podrían darse.
Otra puntualizaba que algunos espiritualistas cobran por sus consultas y quien tiene un don debería ofrecer ese servicio a la población sin llevar ni un céntimo por ello.
Bien, comienzo por dar respuesta a la lectora de las antenas.
Cuando uno se dispone a escribir sobre una observación, un sentimiento, un pensamiento, lo hace de forma genérica. No está acusando ni señalando un caso particular (no siendo los cronistas del jaez de un Arnaldo Jabor, Diogo Mainardi u otros talentos que no recuerdo ahora, pero el hecho de no mencionar todos los nombres no significa que estoy despreciando a los que no recordé). Queremos transmitir una idea y utilizamos para ello recursos de metáforas y símbolos que nos ayudan a construir el texto.
Cuando sugiero deshacernos de las antenas viejas no estoy diciendo que sólo los que tienen TV por cable deben cambiar su forma de ver el mundo. Hay, por detrás de esa analogía, una licencia poética o lenguaje figurado. En fin, un deseo de despertar a otros seres para la reflexión.
Para la que se ha echado a mí furiosa porque recomendé una nutricionista, le recuerdo que tablas de calorías y sugerencias de menús poco calóricos no son difíciles de encontrar en Internet o incluso en los departamentos de nutrición de la Universidades que tienen esta especialidad. En el propio sitio web tenemos a Conceiçao Trucom con su vastísimo conocimiento sobre alimentación y salud.
Y para aquellos que acusan a los espiritualistas de cobrar por sus servicios, quiero decir que hay casos y casos.
Nuestro sitio web llega mensualmente a dos millones de personas. Publicamos gratuitamente nuestros libros, ejercicios, artículos. Damos respuesta a e-mails de todo el Brasil, dando a cada uno la debida importancia y el debido tiempo. Y nada se cobra. Absolutamente nada.
Ahora bien, sólo al objeto de recordarlo, – incluso porque he escrito recientemente un artículo sobre eso – los espiritualistas también somos gente. Cursamos universidades, frecuentamos talleres de trabajo, cursos de perfeccionamiento, viajes de estudios. Invertimos en consultorios, en tecnología, en material de trabajo.
Naturalmente, la mayoría de nosotros gusta de ofrecer trabajos a la población. Y lo hacemos en este sitio web con mucho cariño, dedicación y regularidad, sin recibir nada material a cambio. En compensación, diariamente llegan a nuestra bandeja de entrada de e-mails cientos de cartas agradeciendo la ayuda, relatando modificaciones de patrón, abrazando, vía Internet, a todo el personal que hace que el sitio web sea una realidad virtual que se ha vuelto “el amigo” de mucha gente. Pero mucha, mucha gente. Personas que no tienen con quién conversar sobre los asuntos del alma y que esperan ansiosas la llegada del domingo para abrir en la pantalla del computador el sitio que lleva hasta ellas el mundo de la luz, de la paz, de la verdad y de la ética. Y el sitio lleva, muchas veces, artículos traducidos en cinco, seis idiomas, lo cual aumenta mucho el alcance del mismo en términos del Planeta. Claro que tú tienes el derecho de escribir lo que piensas y sientes. Desahogar forma parte de la cura. Por ello, cuando tengas que hacer una reclamación, hazla, sí. Pero antes de hacerla, piensa que al otro lado de la línea está un ser humano que, como tú, también gusta de ser bien tratado.
Izabel Telles é terapeuta holística e sensitiva formada pelo American Institute for Mental Imagery de Nova Iorque. Tem três livros publicados: "O outro lado da alma", pela Axis Mundi, "Feche os olhos e veja" e "O livro das transformações" pela Editora Agora. Visite meu Instagram. Email: Visite o Site do Autor