Como sabes, Lisboa (Portugal) está orillada por el río Tajo y su encuentro con las aguas del Océano Atlántico. El río Tajo más parece un mar. Es ancho e inmenso y comunica la ciudad con su margen sur donde existe un verdadero santuario de belleza impar llamado Alentejo.
El río Tajo, en realidad, nace en España y viene descendiendo península abajo hasta derramar sus aguas en el océano. Fernando Pessoa tiene en uno de sus poemas (y no solamente) una declaración de amor a este río. ¡También hay varios fados que cantan esta maravilla!
Bueno, todo esto para contarte que estoy viviendo en la Costa da Caparica (en casa de amigos muy queridos) y que todos los días tenemos que atravesar el puente sobre el río que lleva el nombre de 25 de Abril.
Por tanto, todos los días me doy de cara con Lisboa al amanecer. Linda, llena de encanto, color de rosa. Y le doy la espalda al anochecer para entonces mirar hacia la Caparica, a donde vengo a dormir junto al mar abierto de las playas de la Costa (como se dice por aquí).
Pero hoy he decidido que no pasaría por sobre el río y sí por dentro de él. Fui hasta la Estación Fluvial de Belém y he tomado un barco en dirección a Trafaría.
En medio del río es donde me ha venido la idea de que el río es una perfecta metáfora de lo que es nuestro inconsciente: a flor de agua aquello que juzgamos ver y percibir. En el fondo, cosas que no sabemos porque no las vemos. Un mundo vivo, que muchas veces nos es desconocido y que viene dar a nuestras playas internas todos los días, y trae imágenes y formas pidiendo que las integremos en nuestras experiencias.
Así es como veo la mente inconsciente. Una vastedad de agua con muchos niveles. Mientras estamos en el consciente es como si caminásemos hacia dentro de las aguas con nuestros pies todavía tocando el suelo. Después viene un nivel más profundo, donde ya no tenemos más apoyo para nuestros pies y, por último, un nivel profundísimo, donde no tenemos más noción de tiempo ni espacio y permanecemos completamente inmersos en un universo desconocido sin poder ejercer un mínimo control sobre todo lo que en él sucede.
Diría que nuestros sueños habitan aguas rasas: son como una limpieza que nuestra mente lleva a cabo mientras dormimos. Ella correlaciona los sentimientos del día-a-día, hace sus analogías y nos revela aquello que habremos de trabajar, integrar, limpiar, dejar que se marche. Claro que existen también los sueños premonitorios: visiones aproximadas de acontecimientos que vendrán a ser. Pero éstos están en un segmento más profundo de la mente. Estoy hablando primeramente de lo superficial de nuestras aguas. Por ejemplo, si durante el día alguien nos hace daño y asusta, por la noche podremos soñar que estamos siendo perseguidos por un perro bravo que nos quiere morder, atacar, hacer violencia. Y ¿dónde estaba la imagen que emergió en nuestros sueños? Dentro de nuestra mente inconsciente, ¡claro! Al ser accionada por un acontecimiento fuera de nosotros, una imagen dentro de nosotros ha sido llamada para representar dicho sentimiento.
En el segundo nivel de la mente están nuestras imágenes mentales. Esas que ves cuando haces tus procesos de regresión, viajes chamánicos, meditaciones o relajaciones profundas. Son representaciones fotográficas de nuestras emociones. ¡Es nuestra Disneylandia interior!
Pero en el fondo del mar es donde están nuestras memorias más lejanas, nuestra “Atlántida” con todo su pueblo, sus conocimientos y su magia. Ahí está nuestro verdadero conocimiento, nuestra sabiduría más antigua de sentir, decodificar y conectar con las fuerzas divinas.
Lo importante de todo esto es saber que podemos entrar en esos niveles de nuestras aguas internas porque el inconsciente siempre nos presentará un barco, un submarino, equipos de inmersión para que, en una metáfora, podamos volver a flor de agua siempre que queramos.
Fíjate como en las terapias de vidas pasadas siempre aparece una forma de rescatar un hallazgo que moviliza las emociones. Es la mente salvando y cumpliendo su promesa de llevarnos siempre a un puerto seguro.
Como el barco que me acogió en Belém, atravesó el profundo río y me dejó salir de manera segura en la otra orilla del río.
Izabel Telles é terapeuta holística e sensitiva formada pelo American Institute for Mental Imagery de Nova Iorque. Tem três livros publicados: "O outro lado da alma", pela Axis Mundi, "Feche os olhos e veja" e "O livro das transformações" pela Editora Agora. Visite meu Instagram. Email: Visite o Site do Autor