He venido recibiendo muchos e-mails en que nuestras amigas (más que nuestros amigos) me piden que hable un poco acerca de la voracidad a la hora de comer. “Estoy comiendo compulsivamente, ¡socorro! Cada día estoy más gorda y no consigo controlarme”, este es más o menos el resumen de las peticiones que he venido recibiendo.
Me he sentado a meditar sobre el tema y he encontrado una primera hipótesis que expongo para que medites sobre ella:
- ¿Quién tiene hambre: tu cuerpo o tu alma?
La mayor parte de los clientes que acuden a mí con problemas de obesidad, revelan imágenes mentales contradictorias con el volumen de sus cuerpos. Generalmente son personas ligeras, inseguras, que fluctúan en las nubes, sin densidad, sin piernas ni pies. Son seres tan desconectados de la realidad que necesitan servirse de sus cuerpos físicos como pesadas anclas para conseguir mantenerse con los pies firmes en el suelo. Como si quisiesen comunicar el siguiente sentimiento: necesito ser “fuerte” para estar en este mundo que me ataca en mi levedad.
Cuando veo esas imágenes pienso: el cuerpo de esta persona no puede volar. Entonces ella permite que su espíritu sea leve y con ello vuele.
Y esto, para mí, parece formar sentido porque percibo que aquellos que tienen sobrepeso son personas chistosas, alegres, bien dispuestas… claro que esto no es una regla, pero observo que suele ser así.
Cuento el caso de una clienta. Ella presentaba las imágenes de la compulsión y de la voracidad. Fuimos caminando por su historia y hemos descubierto que había sido rechazada por sus padres cuando se enteraron de que vendría al mundo. La imagen que su mente guardaba de ese acontecimiento era la suya siendo literalmente lanzada a puntapiés escaleras abajo de su casa, siendo expulsada de aquel lugar, escuchando el portazo a sus espaldas. Sola en el mundo, ella comienza un proceso de voracidad, como si quisiese agarrar la vida con la boca. En el caso de esta persona, en realidad, ella lucha hasta hoy para que la vida no se le escape de las manos, y con ese objeto come todo el día, como quien respira ansiosamente para continuar viviendo.
Esas personas ya se sienten desplazadas de la realidad de este mundo, donde somos guiados por patrones de perfección; pensad en las revistas femeninas, en los programas de la TV, en que el cuerpo larguirucho es ensalzado como el único camino para la felicidad. Sintiéndose fuera de los cánones, la persona con exceso de gordura en el cuerpo tiende ciertamente a huir para otros lugares donde pueda escapar a la comparación. Y, para reforzar esta huida, por lo regular, prefiere quedarse en casa, encerrada en su mundo, donde es dueña y señora de su vida. Haciéndolo así pierde el referente de dicha “normalidad” y se desliga de las reglas sociales, creando su propia realidad. Sin embargo, cuando entra en contacto con otras personas, cuando mira una película, lee una revista o es alcanzada por los medios de comunicación – sea en la forma que fuere –, inmediatamente surge la culpa y la alerta roja de que hay algo equivocado en su cuerpo.
Y, en este impulso, busca una dieta rigurosa y pasa del consumo excesivo de calorías al casi ayuno, que dura tan sólo algunos días.
Con esta alimentación desreglada es posible que esa persona acabe fácilmente con su salud, su energía y su disposición para vivir, creando el tal círculo vicioso de “estoy gorda, no quiero salir de casa. Me quedo en casa y, porque estoy sola, como, y ya que me he comido una caja de galletas ahora me como otra de chocolate y así me pongo más gorda y, como estoy gorda…”
¿Cómo salir de ese ciclo?
Primeramente aceptar que estamos compuestos por aspectos físicos, emocionales, mentales, psíquicos y espirituales. Por tanto, hay que trabajar todos estos aspectos.
Para el aspecto físico acudir a un nutricionista competente que podrá crear una dieta equilibrada y recomendarte un médico que evalúe las hormonas de todo el cuerpo. O al revés. Además de esto, tratar de practicar algún deporte, hacer ejercicios que queman las grasas: tales como andar todos los días, por lo menos 1 hora o según recomienden los profesionales que te orientan.
Para los aspectos psíquicos, emocionales, buscar la orientación de un profesional que pueda bucear a tu lado en el mar de tus sentimientos y organizar las olas que muchas veces vienen en forma de ansiedad y te hurtan a tu propósito, haciendo que el deseo venza a la voluntad.
Para los aspectos espirituales, ejercitar mucho tu fe - que mueve tu fuerza de voluntad, mediante consejeros espirituales, lecturas, florales, aura-soma, aromaterapia, ejercicios con imágenes mentales, en fin, todo cuanto pueda crear lazos más estrechos con tu porción divina – esa sí, poseedora de una fuerza inconmovible. Y, para todo esto, tienes también este sitio web, que ofrece una gama inmensa de conocimiento y posibilidades.
Educa y somete tus deseos a tu voluntad. Haz esto, que tu cuerpo, tu mente y tu espíritu agradecerán infinitamente tus esfuerzos.
Izabel Telles é terapeuta holística e sensitiva formada pelo American Institute for Mental Imagery de Nova Iorque. Tem três livros publicados: "O outro lado da alma", pela Axis Mundi, "Feche os olhos e veja" e "O livro das transformações" pela Editora Agora. Visite meu Instagram. Email: Visite o Site do Autor