Somos nuestro contexto. Aun la más visionaria de las criaturas humanas no consigue escapar completamente a las circunstancias en que está inmersa, tal como un tejido a remojo, empapado de agua…
Somos lo que nuestra época hace de nosotros, y aunque nuestro destino mayor sea, tal vez, la rebeldía, en algún momento, en una conversación más informal, en una de aquellas noches de verano que no terminan nunca, en una charla distendida después de la cena y tras la segunda copa de vino, en ese momento, en que la consciencia dormita, dejaremos escapar esa sombra colectiva, el “espíritu del tiempo”, zeitgeist, como enseñan los filósofos alemanes, aquello que nos vuelve parte del paisaje que nos rodea…
Fue en este clima de complicidad donde yo me he descubierto, tras leer el Correio Feminino, recopilación de pequeñas crónicas que Clarice Lispector escribió para alimentar columnas femeninas en periódicos de Río de Janeiro.
Las incursiones de la escritora – a estas alturas ya consagrada – por el universo femenino son siempre bajo seudónimos: Tereza Cuadros, Helen Palmer, Ilka Soares, lo cual, como mínimo, habla de una Clarice que no gustaba de mezclar las cosas: por una parte la literatura, por la otra reflexiones acerca de las menudencias que componían la vida de las mujeres de su época, o sea, allá por los idos de 1950.
Los artículos, no obstante, ¡son una delicia! La primera de estas columnas de consultorio sentimental se llamaba “Entre mujeres” y Clarice firmaba como Tereza Cuadros. Son recetas, recomendaciones, consejos y secretillos, un poco hablando de todo – cuidados de la casa, etiqueta, trucos de belleza – un poco invitando a reflexionar sobre la vida, cosa de “mujercitas”…
Intentando hilvanar reflexiones acerca de la casa y del hogar, mirad a dónde va ella a parar: “Parece que ha quedado establecido, en los principios de la creación, que el hombre haría la casa, para dar un hogar a la mujer. Y que la mujer construiría el hogar, para dar casa y hogar al hombre. Sí, porque el hombre tenía que llevar ventaja, no podía hacerse por menos. Pues entonces es eso: casa es arquitectura de hombre y hogar, esa cosa sencilla y compleja, evidente y misteriosa, que depende de todo y no depende de nada, esa cosa sutil, fluídica, envolvente, es sencillamente ingeniería de mujer.”
Hogar… hoy hablamos muy poco sobre eso, se ha vuelto una palabra con olor a naftalina, y, sin embargo, las palabras evocan una añoranza, sólo que de añoranza de la idea…
Porque es imposible no ver por detrás del texto un retrato de mujer que nos hemos empeñado en borrar, aquella que vivía cautiva en una jaula dorada, hecha de encajes, fricotas y sumisión. “¿Quién podrá calcular el calor y la violencia de un corazón de poeta, cuando encarcelado en el cuerpo de una mujer?”, lamentaría Clarice, sirviéndose de la voz de Virginia Wolf, en la crónica: “La hermana de Shakespeare”.
Pero las páginas de esta Clarice no son tristes ni son lamentos. Son costura impecable de lo cotidiano de las mujeres. Sopa de todo. Y consejos que aún hoy merecen ser leídos: “Nunca se debe comentar delante de los niños, acontecimientos impresionantes, como enfermedades graves, muertes, desastres. El niño, que tiene una imaginación fértil y saltarina, compondrá con tintes fuertes todo el acontecimiento, dando vueltas y revueltas en su cabecita a los detalles del caso. Es como si hubiese presenciado todo.” O “Si tu hijo es ‘problema’, la culpa es tuya, amiga mía (…) amar a un hijo no es absorberlo, dominarlo, amoldarlo a las ideas y a los objetivos de los padres. Ese error, muy común entre padres que desean ver a sus hijos victoriosos, produce en el niño o en el adolescente la reacción de escapar a la sofocante atmósfera del hogar”. O bien: “El nerviosismo produce insomnio, mala digestión y ese estado de irritación constante que, además de perjudicar la apariencia física de cualquier mujer, aún la hace insoportable como compañía”.
El libro (O livro) es un agradable paseo por los quehaceres y saberes que componían lo cotidiano de nuestras madres y abuelas. Pero también es una provocación para nosotras, criaturas batalladoras de una era pos-feminista: si no viviésemos hoy, aquí y ahora, ¿qué tipo de mujer hubiéramos elegido ser?
Correio Feminino, de Clarice Lispector, Editora Rocco.
Adília Belotti é jornalista e mãe de quatro filhos e também é colunista do Somos Todos UM. Sou apaixonada por livros, pelas idéias, pelas pessoas, não necessariamente nesta ordem...
Em 2006 lançou seu primeiro livro Toques da Alma. Email: [email protected] Visite o Site do Autor