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¿Dónde fue a parar tu alegría?

¿Dónde fue a parar tu alegría?
Publicado dia 8/30/2007 10:26:11 AM em STUM WORLD

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Traducción de Teresa - [email protected]

Mi querido amigo,
Ayer en aquel almuerzo de cumpleaños en que nos hemos reencontrado no me gustó nada lo que he visto.
Te miré desde lejos y más parecías una planta mustia colgada en un tiesto cuya tierra estaba seca y sin vida.
Todos reían y brindaban por la cumpleañera y solamente tú te mantenías mudo y retorcido en tu silla emanando una energía de abandono, tristeza, miedo y encogimiento.
No pude dejar de sentir un nudo en mi pecho. Sí, porque no era esa la imagen que había guardado de ti de nuestros tiempos de colegio.
Recuerdo verte rodeado por la pandilla, en los intermedios de las clases, sosteniendo tu guitarra contra el pecho y tocando de una forma vigorosa y firme. Todos quedaban un poco hipnotizados viendo tus dedos correr muy ligeros por las cuerdas, mientras apretabas tus labios entre los dientes y cerrabas un poco los ojos como si estuvieses viajando dentro de las notas musicales.
¿Por dónde anda tu guitarra?
Cuántas veces he ido a tu casa y todavía no habías llegado de la natación, y cuando abrías la puerta me agradaba ver aquellos hombros anchos recibiendo algunas gotas de agua que insistían aún en escurrir desde tus cabellos. La endorfina que tu cuerpo fabricaba durante el ejercicio venía reflejada en tu ancha sonrisa. Y nos íbamos a tu cuarto y charlábamos hasta altas horas mientras rasgueabas tu guitarra y hablabas por teléfono con tus amigos y amigas que, como tú, estudiaban pintura con aquel artista mega-talentoso. ¿Sabes que me moría de envidia de vosotros?
¿Dónde están tus lienzos? ¿Tus dibujos? ¿Y la natación?
¿Y tu bicicleta? Nadie saltaba más alto ni hacía curvas en una sola rueda como tú. ¿Te acuerdas de las calles de Morumbí? Salías disparado por ellas, cambiabas la bici por el monopatín y te descolgabas por aquellas pendientes haciendo silbar las ruedecillas de acero en el asfalto ya marcado, de tanto pasar la pandilla por aquel camino.
¿Dónde están tu bicicleta y tu monopatín?
El otro día, caminando por la Rúa de la Consolación he visto un perro como el que tú tenías. Y, en aquel momento, me vino a la mente la imagen de nosotros jugando con él en la hacienda de tu padre. Tirábamos una piña y él salía corriendo tras ella y la ponía de vuelta en nuestra mano. Y cuando queríamos echarnos en las hamacas de la terraza para dormir, llegaba él con la piña y se ponía a rascarla contra el suelo para despertarnos y salir jugando otra vez. Tú le decías unas palabrotas y él ladraba como si fuese tu madre enfadada cada vez que usabas un lenguaje menos fino.
¿Dónde está el perro?

Yo también he cambiado. Sé que todos hemos cambiado. Y no poco. Hemos tenido que ir al mundo y batallar por el pan de cada día. Nos hemos casado, hemos parido hijos y la realidad ha cambiado mucho. Ya no somos inocentes. Ya no tenemos la casa de nuestros padres o abuelos donde el mundo siempre fue (y siempre será) una isla de descanso y protección. Estamos solos, desnudos, encarando el mundo frío que nos ha puesto el pie en la cara.
Y ahora ¿qué hacer?
¿Qué hacer, tío?
Reírnos, llevar todo esto con menos seriedad y rigor, mirar con distancia y crear nuestro mundo particular. Y ese sí, puede ser más colorido y más calentito.
Mira primero para ti mismo y yergue ese cuerpo caído y sin vida. Mira para tus hijos y piensa en el ejemplo que les estás ofreciendo. Si nuestro mundo no ha sido exactamente tal como hemos planeado, no vamos a estropear el proyecto del mundo de ellos con pesimismo y desaliento.
Aleja esa nube negra que cubre tu vida y deja que el sol entre nuevamente en tu corazón. Como dice el poema: toma más sorbete y menos sopa, salta en paracaídas, camina bajo la lluvia, eleva una cometa, telefonea a tu padre y dile que, pese a las diferencias, es tu padre; perdona a tu madre por haberte dejado solo en la casa cuna después de que hubieses vivido dentro de ella durante casi un año. Y construye tu vida tal como a ti te parece que ella debe ser. Enseña nuevos valores a tus hijos, ama profundamente a tu compañera, por seguir todavía a tu lado, por aguantar tus crisis de mal humor y de rabia, y cambia de lado el disco de tu música emocional. Y ¿quieres saber otra cosa? Nada es más importante que construir una familia sólida, saludable, feliz. ¡Esta es la gran venganza contra el descontrol que asola el mundo!
Cuento con tu fuerza en esta escalada rumbo a la felicidad.
Juro por Dios que nunca más quiero verte si es para toparme con este tío muerto-vivo que se sienta en una silla y sólo se levanta para marcharse.
¡Piensa inmediatamente en volver para participar de la fiesta!
Cuento con eso. Y, claro, también con tu guitarra, tu arte, tu bicicleta y tu perro.
Y tú puedes contar conmigo. También provengo de una genética suicida, triste e infeliz. Pero me he jurado desde pequeño que daría la vuelta por encima de todo y que cambiaría mi modelo familiar. Por eso a veces las personas me encuentran algo pardillo porque no hago ni caso a los filósofos del Apocalipsis y me marcho a la playa para ver la puesta de sol. Y aún me emociono con el desove de las tortugas o la danza de los delfines. Y lloro cuando veo una faz de Dios en la cara de un clarinetista que toca en alguna orquesta de algún país del mundo que apuesta fuerte en el arte como forma de redención.
Hoy en día he venido empleando mi tiempo en crear algunos ejercicios para hacer con la imaginación. Voy a dejarte uno aquí, por si quieres probar. Pero, si lo haces, hazlo durante como mínimo tres meses, al despertar y antes de acostarte.
Y ponte bien. En la alegría y en la seguridad de que la oración también tiene el poder de allegar luz y paz a nuestras vidas. Por lo tanto, creas o no, rezar ayuda mucho. Crea tus oraciones y recuerda del viejísimo dicho: mente sana en cuerpo sano. Por lo tanto, haz trabajar a tu cuerpo hasta sentir que está integrado en tu mente. Y llama a tu Gran Espíritu para que encienda el pabilo de esta vela que es la vida de cada cual. ¡Tío, hemos nacido para brillar!

Y aquí va el ejercicio:
Saliendo de la nube negra

Siéntate como si fueses a trabajar. Respira como si fueses a relajarte y cierra los ojos para imaginar.
E imagina que estás dentro de una nube negra. Y acepta esta imagen como la expresión de tu mal humor, enojo, pesimismo, tristeza y desesperación. Respira una vez y da cinco pasos al frente; y observa a esta nube negra cambiando de negra a gris, de gris a blanca y de blanca a luz. Entonces sal de este lugar como quien sale por una puerta e imagina frente a ti el mundo perfecto que siempre has soñado crear. Crea este mundo, entra en este mundo y sabiendo que los pensamientos se transforman en realidad, ten la creencia de que todo cambia si tú así lo quieres.
Sintiéndote renovado, respira y abre los ojos.

por Izabel Telles

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Sobre o autor
izabel
Izabel Telles é terapeuta holística e sensitiva formada pelo American Institute for Mental Imagery de Nova Iorque. Tem três livros publicados: "O outro lado da alma", pela Axis Mundi, "Feche os olhos e veja" e "O livro das transformações" pela Editora Agora.
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