Existe un patrón-tipo en algunas dinámicas familiares en que uno de los componentes de este “equipo” está constantemente dando trabajo o llamando la atención de todo el grupo con sus diferentes comportamientos.
Él (o ella) es siempre aquel nervioso, estresado, malcriado, “atacado”, con el que no se puede hablar nada franca o espontáneamente, porque ya viene con dos piedras en las manos, el que tiene síncopes y alucinaciones que movilizan toda la atención de la casa. Con eso, consigue ser siempre tratado con cuidado, pues en caso contrario hará de todos los otros miembros de la familia unas víctimas de sus ataques histéricos.
Claro que cuando somos críos no sabemos de este mecanismo y permanecemos en estado de alerta 24 horas por día para no ser alcanzados por los torpedos agresivos del tal personaje.
Pero dentro de nuestra mente un mecanismo de fuga se va formando y todo cuanto queremos es permanecer lejos de esas personas y de sus crisis destructivas.
Si el foco de este ser airado, por ejemplo, es el dinero, nos vamos esculpiendo mentalmente para ser vencedores y el objetivo de nuestra batalla en la vida parece ser hacernos ricos lo más deprisa posible para tener nuestra propia independencia. Como si la sola posesión material pudiese liberarnos de las cargas negativas de nuestro pasado. Pero la mente es así.
Frente a un desafío, prepara la fuga o el ataque.
Caso algún miembro de la familia sea dependiente de bebidas o drogas, he venido observando que nuestra estructura a base de imágenes nos quita los cimientos y los fundamentos de nuestra seguridad. Es muy frecuente ver a hijos de alcohólicos o de dependientes químicos que crecen sin confianza en sus bases primordiales.
Por lo regular, son aquellos adultos que están siempre en duda, inseguros, que no saben muy bien dónde colocar sus emociones y sus peticiones a la vida. Claro que existen excepciones.
No obstante, lo que más me ha llamado la atención son las personas que crecen en ambientes en que los padres se pelean todo el tiempo. Este “ejemplo de comportamiento” quitará al niño su poder personal, su alegría, su confianza, además de colocarlo, muchas veces, en la posición de fiel de la balanza o “niño de los recados” entre las partes. A eso le llamo manipulación, ser otro juego más en manos de estos torturadores.
Naturalmente nuestra comprensión y compasión han de actuar siempre, imaginando que aquel ser que monopoliza toda la atención de la casa es alguien que necesita de cuidados. Es un ser enfermo.
Pero la consciencia de quienes son los responsables por la educación y conducción del sistema de la familia tiene que actuar todo el tiempo, intentando mantener un ambiente saludable y equilibrado para que los seres que en ella se están desarrollando no tomen ese ejemplo como la única forma posible de vivir una vida.
Hago aquí un llamamiento a los padres, a los educadores, a los adultos en general, para que se esfuercen seriamente en evitar guerras y malestar delante de los críos. En el futuro ellos lo reflejarían, y podría llegar a causarles mucho sufrimiento.
Si conoces a alguien que vive en estas condiciones, procura ayudarle lo más pronto posible.
El amor, la alegría y la levedad de ser, son muy importantes para que nuevos seres crezcan en el Planeta Tierra.
Izabel Telles é terapeuta holística e sensitiva formada pelo American Institute for Mental Imagery de Nova Iorque. Tem três livros publicados: "O outro lado da alma", pela Axis Mundi, "Feche os olhos e veja" e "O livro das transformações" pela Editora Agora. Visite meu Instagram. Email: Visite o Site do Autor