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Ser compañero: cuando uno ayuda a otro a evolucionar

Ser compañero: cuando uno ayuda a otro a evolucionar
Publicado dia 12/1/2007 11:53:08 PM em STUM WORLD

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Traducción de Monica Aliss - [email protected]

En el Centro Vida de Clara Luz, unimos los principios de psicología del Budismo Tibetano a la esencia de la Permacultura. De esta forma buscamos el proceso de autoconocimiento en todas nuestras actividades relacionadas a la naturaleza. Como Pete Webb realiza en el Centro un curso sobre la huerta orgánica, decidimos compartir con nuestros lectores de somostodosum un poco sobre un tema que nos inspira mucho: las plantas compañeras. Es una inagotable fuente de inspiración aprender a observar como las plantas utilizan correctamente su potencial de crecimiento: las mismas saben cómo y cuando actuar para atraer y mantener las condiciones que necesitan para su propio bien en medio del caos colectivo.

Los indígenas y las personas de dedo verde, aquellas que poseen una convivencia íntima con la naturaleza, saben muy bien que algunas plantas son compañeras entre sí y que otras son de naturaleza antagónica.

Una planta es compañera a otra cuando favorece su crecimiento, acentúa su sabor, ayuda a repeler las plagas y a recomponer el suelo. En este sentido, las mismas se ayudan y se complementan mutuamente, ya sea en el modo como comparten el espacio, el agua, la luz, los nutrientes bioquímicos del suelo, ó en la manera como interactúan con todos los seres vivos que se encuentran alrededor: insectos, animales y seres humanos!

Una planta es antagónica hacia otra cuando inhibe su potencial de crecimiento, invadiendo su espacio y limitando sus necesidades de luz y agua. En algunos casos, las mismas liberan substancias químicas en el suelo para impedir el crecimiento de otras plantas; por ejemplo, el pasto. Como necesita de mucho sol para garantizar su crecimiento, libera en el suelo substancias que atrasan el crecimiento de los arbustos y árboles que le harían sombra.

Al explorar la vida de una comunidad en una huerta, podemos aprender sobre las leyes naturales que rigen las dinámicas de crecimiento y destrucción ya sean individuales o en grupo. Quien sabe así también podríamos entendernos mejor. Nuestras relaciones íntimas tienen poca paz porque exteriorizamos en las mismas la continua lucha que entablamos en nuestro interior. Al final, solemos ser más antagónicos que compañeros de nosotros mismos: muchas veces seguimos nuestros mecanismos de autodestrucción en lugar de estimularnos para seguir adelante positivamente.

Las plantas, como nosotros, necesitan del contacto con el sol, con el agua, con la tierra, con el aire y con el espacio para atender necesidades básicas sin las cuales no podríamos sobrevivir. Para garantizar nuestra vitalidad, todos nosotros necesitamos de calor, luminosidad, flexibilidad, movimiento, firmeza y sustento, además de los componentes del aire y de los nutrientes esenciales de la tierra y del agua. Todos nosotros necesitamos de espacio para crecer y expandirnos!

Ahora vamos a soltar nuestra imaginación y responder la siguiente pregunta: “¿Si yo tuviera que elegir entre ser un tomate o una zanahoria, que elegiría?

Si eligió ser un tomate, forma parte de la familia de las solanáceas; una familia de plantas tropicales concentrada en las Américas, hiervas y arbustos de vida corta con tronco de madera blando. Una familia que contiene muchas plantas con alcaloides, venenos que pueden transformarse en remedios si son bien manipulados.

Ser un tomate quiere decir tener personalidad voluptuosa, de gran vigor, que necesita mucho calor y luminosidad del sol. En este sentido, le gusta exponerse y expandirse. Como su tallo es suave y flexible no es capaz de soportar el peso de sus propios frutos en una posición vertical. Por esta razón busca siempre un buen compañero donde pueda apoyarse. Como su impulso para crecer es constante, siempre va extendiéndose, pasando por encima de cualquier planta que encuentre.

Atención, el tomate es capaz de sofocar a quien le de apoyo para subir! Una vez saludable, crecerá mucho y podrá tapar la entrada de luz a la planta que le da soporte…Por lo tanto, para ser su compañero es necesario tener cualidades de quien no teme perder su propia luz y tener una buena estructura que le dará la fuerza y confianza en el futuro, como es el caso de la Albahaca, una hierva de la familia de las Labiadas. Es un arbusto que sabe mantener el calor del sol en el interior de sus hojas, por eso, tienen sabor picante y caliente.

Otro buen compañero del tomate es la lechuga, familia de las Compuestas: relajada, tranquila, prefiere la sombra y permanecer cerca de la tierra. El movimiento atrevido e insistente del tomate lo protege del sol fuerte y genera un ambiente fresco y aireado para sus hojas sensibles.

Las cualidades marcianas del tomate son admirables: como un guerrero, siempre está listo para conquistar nuevos horizontes: capaz de crecer en suelos arenosos, basta que una parte de su gajo toque el piso para que se enraíce. Por eso, es una planta muy fértil, que se autofecunda y puede volverse perenne.

La zanahoria forma parte de la familia de las Umbelíferas, una familia de plantas de regiones de temperatura amena, concentradas en Europa, hiervas de media longevidad, con raíces fuertes y profundas, y hojas finas, delicadas y bien recortadas.

Ser una zanahoria quiere decir tener una personalidad introspectiva, de gran fuerza interior, pues es capaz de traer la vitalidad del sol para el interior de la tierra. Al contrario del tomate, a la zanahoria no le gusta exponerse ni ampliar sus horizontes: su persistencia se encuentra focalizada en lo esencial. Por estar siempre orientada hacia la misma dirección, posee las cualidades de ser consistente, segura, dulce y estable.

La zanahoria hace bien a la mente, mejora la memoria y la concentración, además posee grandes cantidades de vitamina A, tan necesaria para la salud de los ojos. En la oscuridad de las profundidades del suelo, abre camino para las raíces de otras plantas, además de absorber los nutrientes del suelo hasta sus hojas, donde los elimina y beneficia a las otras plantas.

Una buena compañera de la zanahoria es el ciboulette, de la familia de las Liliáceas; plantas suculentas, con bulbos bien concentrados. De personalidad bien predispuesta, erecta y llena de vida, el ciboulette protege a la zanahoria de los hongos e insectos con su sabor picante, por contener un alto tenor de fósforo y azufre. Las delicadas hojas de la zanahoria dan espacio para que el ciboulette reciba el sol que tanto necesita. Por otra parte, las raíces ramificadas del ciboulette acogen como un brazo a la zanahoria, volviéndola más sabrosa. El poder refrigerante de la raíz de la zanahoria equilibra el sabor caliente y picante del ciboulette. Como se puede ver, las plantas son compañeras tanto en la tierra como en la cocina. Conocer sus necesidades y afinidades también nos ayuda a ser bueno cocineros!

*Pete Webb se graduó en Australia en Horticultural Science, estudió Permacultura con su mentor Bill Mollison; y fue responsable por el Banco de Simientes del Jardín Botánico de Melbourne por tres años. En 1980 se mudó a Inglaterra donde dio inicio a su trabajo de Cirugía en Árboles y se graduó en Agricultura Biodinámica, en la Emerson College, en Londres. Desde 1984 vive en Brasil. Por catorce años vivió de modo auto sustentable en Matutu, sur de Minas Gerais. En 1998 se mudó para San Pablo donde, desde entonces, ha dado cursos y desarrollado proyectos de Agroflorestas, Agricultura Auto Sustentable, Consultaría Ambiental, Paisajismo, Cirugía en Árboles y reforestación. Desde el 2002, al unir la Permacultura a la Psicología Budista Tibetana junto a Bel Cesar, desarrolla actividades de Eco psicología en el Centro Vida de Clara Luz, en Itapevi, San Pablo.

por Bel Cesar

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Sobre o autor
bel
Bel Cesar é psicóloga, pratica a psicoterapia sob a perspectiva do Budismo Tibetano desde 1990. Dedica-se ao tratamento do estresse traumático com os métodos de S.E.® - Somatic Experiencing (Experiência Somática) e de EMDR (Dessensibilização e Reprocessamento através de Movimentos Oculares). Desde 1991, dedica-se ao acompanhamento daqueles que enfrentam a morte. É também autora dos livros `Viagem Interior ao Tibete´ e `Morrer não se improvisa´, `O livro das Emoções´, `Mania de Sofrer´, `O sutil desequilíbrio do estresse´ em parceria com o psiquiatra Dr. Sergio Klepacz e `O Grande Amor - um objetivo de vida´ em parceria com Lama Michel Rinpoche. Todos editados pela Editora Gaia.
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