La depresión es una de las palabras más citadas cuando no se consigue dar con la solución para los problemas de desánimo crónico, y la somatización de dolencias de difícil diagnóstico empieza a amenazar la salud del ser humano.
Vivimos en un mundo tan racional, donde los sentimientos de las personas se ven presionados de tal forma, que es más fácil decir que se tiene depresión, aunque nadie sepa qué decir o qué hacer con una persona en ese estado.
La metafísica nos da la posibilidad de ver más allá del rótulo y de las somatizaciones, y dentro de esa amplitud, contempla la depresión como un signo de que la persona está viviendo un momento de intensa insatisfacción.
Llega un momento en nuestra vida en que ya no sirve de nada escondernos de nosotros mismos. La depresión viene en forma de tristeza, falta de motivación, cansancio, etc... Pero esos signos no son más que una manera que tiene nuestra alma de gritar por socorro, ya que no se la está escuchando.
Pasamos más de la mitad de nuestra vida haciendo lo que no nos gusta, con personas o en situaciones que no nos aportan crecimiento alguno. Arrastramos durante años creencias que nos hacen sufrir y simplemente no modificamos esto por dejadez o miedo de lo nuevo.
La depresión no es más que la presión de nuestro lado racional sobre nuestros deseos más intensos. Nuestra alma quiere cambiar, quiere crecer, y nuestro racional dice no, o simplemente niega ese llamamiento.
Cuando dejamos de usar nuestras habilidades y nuestro poder creativo, nos vemos impotentes ante las situaciones, caemos en la depresión al no encontrar salida, y esperamos que los demás vengan a sacarnos de esa situación.
Las personas que no tienen fe en su propio potencial se vuelven tristes, sin energía e incapaces de ejercer su libre albedrío. En verdad, ni siquiera creen en el libre albedrío, sino tan sólo en el destino.
Por tanto, cuando te encuentres deprimido, pregunta a tu alma qué es lo que a ella le gustaría cambiar o qué cosa la haría feliz. Ese ejercicio requiere coraje, pues saber lo que queremos para hacernos felices, muchas veces demanda actitudes drásticas de cambios, y habremos de estar preparados para cambiar y seguir en dirección a nuevos caminos y nuevas experiencias. La mayoría de las veces estamos demasiado apegados a situaciones malas; no obstante, aunque ya conocemos esas situaciones, lo nuevo nos asusta, nos produce inseguridades e incertidumbres.
Solamente hay una forma de curar la depresión: volver a tener deseos e ir en busca de realizarlos, utilizando todos nuestros recursos y habilidades creativas que están ahí, esperando. Recuerda que tu alma clama por evolución y cuando la depresión se instala, significa que tú simplemente has abandonado lo que hay de más precioso en el ser humano: los sueños.
La persona que no sueña no tiene metas, no tiene deseos, vive como una nao a la deriva, sin rumbo, sin utilidad y sin alegría.
Por tanto, entra en contacto con tus deseos y tus alegrías. No permitas que tu vida sea igual todos los días, pues la rutina corroe y embrutece a las personas.
Hay una frase de Fernando Pessoa que dice:
“¿Ha valido la pena?
Todo vale la pena, si el alma no es pequeña.”
Haz que tu vivir valga la pena y que tu alma sea cada vez más grande y más bonita. ¡Tu salud lo agradece!
Simone Arrojo é apresentadora do programa Virando a Página, na Rádio Mundial, aborda assuntos relacionados a Constelação Familiar e Autoconhecimento.
Trabalha com Grupos todas às terças e quintas-feiras; Atendimentos Individuais com Constelação Familiar; Palestrante e Organizadora de Projetos de Qualidade de Vida e Constelação Sistêmica em Empresas; Dirige Grupos em Viagens a Lugares Sagrados em vários países para trabalhos terapêuticos. Email: [email protected] Visite o Site do Autor