Dejar de fumar
Perder aquellos 5 Kg.
Encontrar a la pareja de nuestros sueños
Aprender a tocar la guitarra
Comprar por fin un apartamento
Cambiar de coche
No hay manera, termina un ciclo, empieza el próximo y nadie escapa a la sensación de que es preciso poner la vida cabeza abajo, vaciar bolsillos de los trastos viejos del año que pasó y vestir el alma con las mejores intenciones y proyectos para el futuro.
Son infinitas las variaciones en torno al tema: deseos. Nadie tiene todo lo que sueña, nadie es todo lo que imagina. Somos seres eternamente “siendo”, en un escenario siempre en construcción. Tantas cosas nos faltan... ¡y qué aguda es esa urgencia del deseo que acompaña el cambio de año!
Tiempo peligroso ese, porque anhelamos creer que seremos felices cuando tengamos todo lo que deseamos. ¿Será cierto? Leyendo “La Felicidad, Desesperadamente”, de André Comte-Sponville, me doy cuenta de lo peligrosa que resulta esa identificación de la felicidad con el deseo. “Ahora bien, si sólo deseamos lo que no tenemos, nunca tenemos lo que deseamos, luego, nunca seremos felices”, explica el filósofo. ¿Ha quedado claro? Los deseos son unos pillos, nos hacen permanecer con los ojos clavados en un futuro que no llega nunca. “En cuanto que un deseo queda satisfecho, ya no hay falta, luego ya no hay deseo”, continúa él enseñando, en el librito pequeño y corto y fundamental. Mirad que situación tan embarazosa la nuestra, como diría mi hija adolescente. O deseamos lo que no tenemos y, por ello no conseguimos ser felices... o tenemos lo que ya no deseamos, lo que tampoco nos deja ser felices. O sea, tanto en la teoría como en la práctica, somos una especie difícil de contentar...
Los budistas señalan a los deseos como la raíz de nuestro sufrimiento. Y, a lo que todo indica, los filósofos parecen estar de acuerdo. Pero esa cosa de asociar felicidad y deseo ¿no parece una armadilla? Pues sí, parece, y lo es... pero el profesor André Comte señala una brecha, un rayito de luz en este enmarañado oscuro de deseos, realizados o no, pero siempre frustrantes.
Según él, nuestro nudo está en intentar vivir la esperanza. Imposible, dicen los filósofos al unísono. Esperamos lo que no depende de nosotros, esperamos lo que no sabemos si va a realizarse o no, esperamos lo imponderable: que nos toque la lotería, encontrar al hombre de nuestros sueños, tener salud... Desear las cosas que sólo existen en el gran saco rojo de Papá Noel tan sólo nos causa sufrimiento.
Tenemos que aprender a desear aquello que está a nuestro alcance, en la medida de nuestra capacidad de actuar, dentro del límite de nuestra voluntad. Ese es el truco. “Cuando desaprendas a esperar, yo te enseñaré a querer”, es la fórmula que otro filósofo, Séneca, enseña a su amigo Lucilio.
Para André Comte-Sponville la felicidad es un drible entre dos palabras: esperanza, que es desear lo que no depende de nosotros, y voluntad, o sea, desear apenas aquello que depende de nosotros. Una nos conduce al reino de los imposibles y de las frustraciones, la otra nos lleva al presente y a sus inagotables posibilidades de alegría.
He leído y releído el librito del filósofo moderno. Y he decidido adoptar el deseo de mi amigo Zander: que 2008 venga con su cuota justa de días de 24 horas, ni más ni menos. Que no deseemos más tiempo o más felicidad, sino que trabajemos para vivir en cada día la felicidad posible, menuda, cotidiana, hecha de micro-resoluciones y de micro-alegrías y goces diarios.
¡La Felicidad, desesperadamente!
ET: El libro es de la editora Martins Fontes ¡y no se podría imaginar una manera mejor de comenzar el año!
Adília Belotti é jornalista e mãe de quatro filhos e também é colunista do Somos Todos UM. Sou apaixonada por livros, pelas idéias, pelas pessoas, não necessariamente nesta ordem...
Em 2006 lançou seu primeiro livro Toques da Alma. Email: [email protected] Visite o Site do Autor
Publicado dia 2/16/2008 10:53:12 AM em STUM WORLD
