Por la noche, cuando me acosté para dormir, sentí nítidamente en mi espalda... en el punto exactamente detrás del corazón... una sensación de pequeños choques electromagnéticos... Permanecí quieta y observé que la habitación estaba enteramente surcada por un campo de energía azulada... que a veces viene y me transmite mucha paz...
Era tan real que parecía que una mano de luz me pasaba aquella vibración en aquel punto.
Sentí aquello como una liberación en mi cuerpo de algún bloqueo... y permanecí así hasta que de repente fui tomada por un sentimiento inesperado de miedo a la muerte de una persona querida. Sé que esos sentimientos representan una transformación (muerte y renacimiento) en nosotros mismos, de alguna parte que tiene relación con el otro... pero saber eso no alivió en nada el dolor que sentía y lloré como un crío... convulsivamente... mi cuerpo entero parecía estar llorando...
Después de cierto tiempo me calmé y el sentimiento de dolor fue reemplazado por otro de amor... Ahora yo la veía más allá de la personalidad... como un ser de luz que reconocí profundamente... y sentí por esa persona un amor, que nunca había sentido antes... Al mismo tiempo llegó el dolor de no haber percibido hasta entonces ese amor y ese reconocimiento... lloré un poco más, pero en ese Amor no había lugar para dramas... y el dolor se disolvió en aquella energía de un Amor muy nuevo... y muy profundo... hasta que me dormí...
Dormí y soñé con el final de algo que me había dado soporte espiritual... y que estaba siendo purificado por el fuego, indicándome que las cosas habían terminado de aquella forma, que me habían dado apoyo hasta entonces... En el sueño me siento completamente desamparada pensando en cómo sería sin lo que hasta ahora había sido mi camino... Hasta que un hombre aparece y me dice que... “una regla sencilla mide lo mismo que otra muy adornada”... Aquello tenía tanto sentido para mí que renovó mi Fe en el Gran Misterio... Como si una lluvia fina y suave me hubiese tocado levemente para recordarme que... aunque todo esté perdido, hay algo que permanece y eso es el algo que buscamos...
Comprendí profundamente lo que él quería decir... coincidió con el sentimiento que yo venía teniendo últimamente de que ya no volveremos a necesitar de muchas de las cosas que necesitábamos... como si ahora todo pasase a ser extremadamente sencillo y directo...
Soñé otras cosas y también lloré por ellas... Parecía una liberación sin fin... ligada a mi familia, a mis creencias... Desperté algunas veces aquella noche, llorando...
Hasta que desperté de una vez, a la mañana siguiente, con la cabal sensación de estar en aquel vacío a continuación de la casita, cuando percibo que ésta ya no existe... y no sé hacia dónde me dirijo.... ahora demostrado por el vacío que han dejado las cosas que me daban soporte y me confortaban hasta entonces...
Estuve unos dos días completamente perdida de mi realidad... No me veía en lugar alguno ni dirigiéndome a ninguna parte... Ya no había para dónde volver... ni cómo continuar nada de lo que hacía hasta entonces... y eso era extremadamente incómodo.
No vislumbraba posibilidad alguna que pudiese formar sentido en aquel momento.
Las cosas que me alimentaban el Alma hasta entonces... ya no cumplían ese papel... Me sentí literalmente perdida en un vacío sin fin...
Intenté recrear la casita en la montaña de nieve y volver al confort de la alcoba... Conseguí recrearla y entrar... pero pronto he salido, porque ya no sentía consuelo allí... parecía que yo ya no tenía cabida en aquel paisaje.
Incluso pensé haber entrado en el vacío equivocado... pero una voz interna me dice que allí no existe lo acertado ni lo equivocado... ni tampoco el enjuiciamiento.
Sin embargo, allá en lo más hondo mi Fe en el Gran Misterio pulsaba silenciosa...
Y con ella he caminado esos pocos días que han parecido una eternidad.
He constatado que creía estar ya tan desapegada de tantas cosas... pero he descubierto apego a otras todavía más sutiles, y que... tal vez por eso, nos atan todavía más.
¿Cuántas islas de confort hemos creado con nuestros conceptos, que ni siquiera sabemos que existen... pero que sirven de parámetro para las elecciones que hacemos, impidiéndonos vivir no nuevo?
¿Cuáles son nuestros conceptos de acogimiento... confortable... bueno... malo... amor, que actúan todo el tiempo sin que nos demos cuenta, filtrando nuestras experiencias e impidiéndonos fluir con el presente?
Sé que no será con la razón como voy a encontrar esas respuestas, pero siento que hemos creado escenarios que nos dan seguridad y nos acogen y alimentan durante mucho tiempo... Vestimos disfraces que nos han servido a la perfección, y que hemos olvidado quitar pasado el carnaval...
He comprendido que me adentré en lo nuevo con una ropa vieja... y que por eso ni siquiera he disfrutado de estar en lo vacío.
Parece que esas nuevas energías van a desafiarnos de muchas formas... especialmente si entramos en el nuevo tiempo vestidos aún con ropas del tiempo que pasó.
Esas nuevas energías están disponibles... y para recibirlas o... estar en ellas, hemos de dejar lo viejo, por más confortable y acogedor que nos haya parecido hasta entonces... porque en ellas, las cosas pueden fluir con mucha más facilidad y con soluciones siquiera imaginadas... Fluir...
Me parece que estamos siendo preparados para cosas que escapan completamente a lo que teníamos por hábito hasta ahora... y eso puede al principio parecernos frío o sin sentido porque... aún estamos sujetos a lo que nos ha servido de apoyo hasta aquí...
Comprendo que muchas veces las cosas “buenas” puedan ser más difíciles de dejar que las llamadas “malas” porque nos son confortables... pero si recordamos que ese confort de lo conocido puede atarnos e incluso traernos el estancamiento, podemos dejar ir con más facilidad el apego a las muchas “casitas”... que ya nos han servido de abrigo...
He comprendido que estoy limpiando de la memoria todos los conceptos de lo que es ... confort... acogimiento... amor... agradable... bueno... malo...
Estoy limpiando muchas cosas... el apego a muchas cosas... y no han sido fáciles estos días... pero como aquí el tiempo pasa, éste ha pasado... y una bella mañana de sábado he despertado renacida... El Sol brillaba y yo me sentía nueva... Y ese día he sabido que aquella orquídea blanca de aquí del jardín se había abierto en dos lindas flores... y que aún había otras dos más por abrir...
¿Será que vamos a tener el coraje de buscar en lo más profundo de nuestro corazón lo que realmente queremos...? ¿Será que aún vamos a contentarnos con el “más o menos” si tenemos derecho al AMOR?