Me siento tan antigua algunas veces... “tan cansada como una estrella al amanecer”... Esa frase era de una novela que sucedió hace mucho tiempo... mucho, ciertamente... y me ponía triste, sin que entendiese por qué, pero me sentía muy conmovida por el cansancio de una estrella al amanecer... Hoy me he sentido casi así... con ese cansancio después de una larga noche de espera... que ni siquiera se puede medir por años, porque tiene más que ver con eternidad.
Un tiempo dentro de la eternidad esperando a que pase la noche para que el amanecer traiga la libertad...
Pero ya al final... cuando el amanecer empieza a anunciarse... ese cansancio es tan antiguo... y ya casi no tengo más fuerzas para esperar... Me dan ganas de llorar ante la inmensidad de la libertad que se presiente... pero el cansancio a veces parece tan profundo...
Sé que es normal sentirnos así a veces... es la muerte que antecede al nacimiento...
Y en esos momentos, no sirve de nada que busquemos fuera, porque ya nada nos interesa allí... nada que no colme nuestra sed de Alma.
Sólo la rendición... la entrega total... es lo que nos trae la calma...
Me entregué al cansancio... a la añoranza... a la tristeza... aceptando todo... y hablé con el Gran Misterio... Conté todo lo que pasaba en mi corazón... sin ocultarme en nada, en ningún rincón... Rendida a su voluntad... disponible para seguirlo completamente... Poco a poco el cansancio ha ido cediendo lugar a una calma tan profunda... que llegaba despacio e iba colmando todo en mí...
Me he calmado por dentro y todo en torno se ha calmado también...
Siempre tenemos en nosotros la fuerza y la Luz para salir de cualquier estado de tristeza... de añoranza... de cansancio... ¿Por qué será que nos olvidamos tanto de entrar en el silencio?
Tenemos acceso a todo cuanto necesitamos en la conexión con el Espíritu... es un camino directo y sencillo, que ya no necesita grandes preparativos ni ornamentos externos... eres tú... contigo mismo... en aquel nivel en que somos todos uno...
Ahí se encuentre la Fuente que todo lo cura y todo lo calma... siempre pronta a alimentarnos...
Para susurrarnos la mejor respuesta para cada momento de la vida... en una sabiduría que no requiere palabras ni cabe en nuestra razón, porque abarca todo... lo que podemos y lo que no podemos percibir con nuestros sentidos...
¿Por qué no entregar, día tras día, el control a esa fuerza que nos anima?