¡Platón y Aristóteles! No son apenas los dos sistemas, sino también los tipos diferentes de la naturaleza humana que, desde tiempos inmemoriales y bajo las más diversas apariencias, se enfrentan de forma más o menos hostil. Durante toda la Edad Media hubo este enfrentamiento que ha llegado hasta nuestros días. Por cierto, esta disputa es el contenido esencial de la historia de la Iglesia Cristiana. Siempre se trata de Platón y Aristóteles, aunque sean otros los nombres.
Naturalezas apasionadas, místicas y platónicas desentrañan, desde lo más profundo de su índole, las ideas cristianas y los símbolos correspondientes. Naturalezas prácticas, sistemáticas y aristotélicas construyen a partir de esas ideas y símbolos un sistema sólido, una dogmática y un culto. La Iglesia ha absorbido, al final, ambas naturalezas, enraizándose una, sobre todo, en el clero y la otra en el monacato, habiendo entre ellos hostilidades sin treguas.
(H.Heine; Deutschland, I) ¡
“En mi práctica médica con pacientes nerviosos, he constatado, desde largo tiempo, que, a la par de las muchas diferencias individuales en la psicología humana, hay también diferencias de tipos; y me han llamado la atención, principalmente, dos tipos, a los que he denominado introvertido y extrovertido.
Cuando observamos el desarrollar de una vida humana, vemos que el destino de algunos está determinado más por los objetos de su interés y el de otros más por su interior, por lo subjetivo. Y, como todos nosotros tendemos más hacia este o aquel lado, estamos naturalmente inclinados a comprenderlo todo bajo la óptica de nuestro propio tipo.
El camino más sencillo para hablar de los tipos sería describir dos casos concretos y colocarlos, diseccionados, lado a lado. Pero todo individuo posee los dos mecanismos, tanto el de la introversión como el de la extroversión; y tan sólo la relativa preponderancia de uno o de otro define el tipo.
Esa clasificación no se trata de una deducción a priori, como podría parecer, sino de una descripción deductiva de impresiones conseguidas empíricamente. La existencia de dos tipos distintos ya era un hecho bien conocido, que ha llamado la atención, de una forma o de otra, a peritos en el conocimiento de las personas y propiciado la reflexión inquieta de pensadores, como Goethe, en su principio abarcador de la sístole y diástole (apertura y cierre, libertad y necesidad).
Pese a la diferencia de formulaciones, los dos tipos tienen en común la concepción básica, es decir, en un caso es un movimiento del interés hacia el objeto, y en el otro, es un movimiento del interés que sale del objeto y se dirige hacia el sujeto y a sus propios procesos psicológicos. En el primer caso (introversión), el objeto actúa como un imán sobre las tendencias del sujeto; él las atrae y condiciona en gran parte al sujeto; él convierte al sujeto en ajeno a si mismo y modifica sus cualidades en el sentido de una asimilación tan grande con el objeto, que podría pensarse que éste es de la más alta y decisiva importancia para el sujeto, como si hubiese una determinación absoluta y el sentido especial de la vida y del destino del sujeto fuesen a abandonarse completamente al objeto. Pero esto no es así. El sujeto es y continúa siendo, en última instancia, el centro de todos los intereses. Aparentemente, toda la energía vital busca al sujeto e impide, por ello, que el objeto reciba una influencia en cierta forma ultra-poderosa. Incluso parece que la energía vital se vierte del objeto, como si el sujeto fuese el imán que desease atraer hacia sí al objeto. Consecuentemente, el objeto está siempre a un nivel de valor más bajo, y ocasionalmente se le considera como el signo exterior y objetivo de un contenido subjetivo, algo como la materialización de una idea, pero en que la idea sigue siendo lo esencial; o la materialización de un sentimiento, en que la vivencia del sentimiento será lo más importante, y no el objeto en su individualidad real.
Ya la actitud extrovertida subordina el sujeto al objeto; el objeto recibe el valor preponderante. El sujeto tiene siempre importancia secundaria; el proceso subjetivo solamente aparece, a veces, como apéndice perturbador o superfluo de hechos objetivos.
Esas actitudes opuestas no son más que mecanismos opuestos: un volverse diastólico hacia el objeto y una aprehensión del mismo; y una concentración sistólica y liberación de energía de los objetos aprehendidos. Toda persona tiene ambos mecanismos para expresar su ritmo natural de vida al que Goethe designó, no por casualidad, como conceptos fisiológicos de la actividad del corazón. Cierta alternancia rítmica de ambas formas psíquicas de acción, tal vez corresponda al flujo normal de vida. Pero las condiciones complicadas y externas bajo las cuales vivimos, al igual que nuestra disposición interna, favorecen muchas veces a uno de los mecanismos y limitan el otro. Con ello tenemos, naturalmente, cierta predominancia de uno de los mecanismos. Si esta situación se convierte en crónica, surge entonces un tipo, o sea, una actitud habitual en la que predominará uno de los mecanismos, sin, con todo, poder suprimir totalmente el otro, pues éste forma parte necesaria de la actividad psíquica.
Mi experiencia me ha demostrado que los individuos no pueden distinguirse tan sólo según las características universales de extroversión o introversión, sino además según las funciones psicológicas básicas de cada cual. En la misma medida en que, por ejemplo, las circunstancias externas, así como la disposición interna, ocasionan un predominio de la extroversión, favorecen también el predominio de cierta función básica en el individuo. Según mi experiencia, las funciones básicas, o sea, las funciones que se distinguen genuina y esencialmente de otras funciones, son: el pensamiento, el sentimiento, la sensación y la intuición. Predominando una de esas funciones, surge un tipo correspondiente. Cada uno de esos tipos puede, sin embargo, ser introvertido o extrovertido, dependiendo de su comportamiento con relación al objeto”.
Acid é uma pessoa legal e escreve o Blog www.saindodamatrix.com.br "Não sou tão careta quanto pareço. Nem tão culto. Não acredite em nada do que eu escrever. Acredite em você mesmo e no seu coração." Email: Visite o Site do Autor