Veo a tanta gente siguiendo tantas cosas y a tan poca gente siguiendo a su corazón…Hay muchas personas que gustan de tener seguidores y muchas a quienes gusta seguir… pero aún pocas se arriesgan a seguir al propio corazón. Sé que es más fácil seguir a alguien que nos muestra el camino que asumir responsabilidades y trazar nuestro propio camino, porque para seguir a otros no es necesario arriesgar “aparentemente” nada… Pero ese nada… es mucho... porque representa perder la posibilidad de descubrir quiénes realmente somos…
¿Cuántas veces abdicamos de tomar decisiones y las ponemos en manos de otro?
Ya hemos hecho así durante tanto tiempo, siguiendo tantas creencias, reglas, y sectas y un montón de cosas más a lo largo de nuestra jornada evolutiva que se ha vuelto casi automático acostumbrarnos a seguir… Como si lo que guía estuviese fuera y no fuésemos capaces de escuchar a nuestro guía interno… el corazón.
Sin embargo, mirando en derredor y viendo a dónde el seguir a otros ha venido llevando a la humanidad, me parece que se hace imperativo que cada uno de nosotros tenga el valor de escuchar al corazón… Oír, en el silencio del vacío, el soplo de la Divinidad… Oír y tener el coraje de arriesgarnos a hacer lo que Ella nos indica.
Cada uno que arriesga ese salto al desconocido, seguramente va a encontrar mucho más de lo que encuentra en los caminos ya trazados e indicados.
Siento que el Gran Misterio pide cada vez más coraje y determinación para que establezcamos nuestra propia conexión con lo Sagrado…
Estoy siendo sometida a prueba de muchas formas a fin de confiar en mi intuición y me parece que en esa misma fase están otros muchos. Al final, quien va a cosechar el fruto de nuestros actos somos nosotros y por más difícil que nos parezcan determinadas opciones, no debemos dejarlas simplemente en manos de otro. Debemos, sí, decidir con nuestro corazón. Escuchamos aquí y allí… Pero… dejamos que el corazón diga la última palabra y nos indique el mejor camino.
Vengo notando cuán rico y único es el camino de cada cual… Y cómo sólo tú puedes saber de todos los matices de una situación que vives… No es un saber racional, sino un saber que viene del Alma… y que no pasa por las palabras… Es ese conocimiento silencioso que puede indicarnos momento a momento el mejor camino… la mejor actitud.
Cuántas viejas estructuras están cayendo precisamente ante los ojos atónitos de la humanidad y cuántas aún han de derrumbarse.
Nuestro crecimiento no se produce exactamente igual al de otro… A veces, seguimos juntos durante un tiempo, pero un poco más adelante tomamos otro rumbo…
Acostumbramos tanto a mirar a los lados para ver cómo están haciendo los demás las cosas, y compararnos a ellos, que cuando nuestro corazón pide algo distinto que la mayoría… esto nos deja en una encrucijada…
Pero poco a poco el gusto por seguir el Alma cala tan hondamente que no conseguimos hacerlo de otro modo, por muy diferente que pueda Ser ese hacer que indica el corazón… es lo único que nos alimenta y nos da fuerza para continuar.
Entra en el silencio… no temas lo profundo… sumérgete y arriesga ir más allá de lo que sujeta… Escucha los susurros de tu corazón que nunca cesa de latir por más que intentes ignorar lo que él te está diciendo…
Sé feliz mucho más allá de lo conocido…