Los que hayan nacido después del 68 creerán que él ha existido siempre. Quienes hayan nacido antes, tal vez imaginasen, como yo, que era alguna inscripción hindú, nacida cuando los jóvenes de mi época descubrieron la India, la meditación, los mantras...
Pues no es nada de eso. El símbolo más tradicional de “paz” que conocemos, nació, eso sí, en la plancheta de Gerald Holtom, un artista inglés que había recibido el encargo de crear un símbolo para la primera Campaña por el Desarme Nuclear, CND, en Inglaterra, en 1958. El trabajo de Holtom fue presentado y aprobado en la primera marcha contra la Guerra Nuclear, que quedó en la Historia como la “1st Aldermaston March”, y reunió a centenares de personas en una marcha de cuatro días desde Trafalgar Square, en Londres, hasta el Centro de Investigaciones Nucleares de Aldermaston, en Berkshire.
La ironía es que el símbolo de la paz es, de hecho, una combinación de signos militares. Holtom empleó los símbolos de un tal alfabeto semáforo, un sistema de signos que utiliza brazos y banderas para transmitir informaciones. No tenía noción de que eso existía, aunque ahora me imagino por qué las señales de tráfico en São Paulo se llaman “semáforos”... Pero yo ya había visto algo semejante en las pistas de los aeropuertos.
En fin, militarismos aparte, nuestro amigo artista parece que era un fervoroso defensor de la paz y habría elegido precisamente los signos de este alfabeto que representan la N (de “nuclear”) y la D (de “desarme”) para expresar su rebelión, su desesperación frente a la amenaza nuclear. Así, los signos que vemos en el símbolo de la Paz, sugieren a alguien en actitud de desesperación, con los brazos extendidos hacia abajo, las palmas de las manos vueltas hacia fuera, como si preguntase “¿y ahora?”, “¿por qué?”
Desde las marchas contra los armamentos nucleares, el símbolo caminó por los movimientos que sacudieron la década de 60: estaba allí en las explosiones del Civil Rights que enfrentaron a negros y blancos en los EUA y también estaba, vestido de flores, en las manifestaciones de los jóvenes hippies, desde California hasta las barricadas de París.
Intentaron proscribirlo durante el apartheid en África del Sur, intentaron borrarlo de las paredes de las universidades francesas, sin embargo, tal como los símbolos poderosos, él ha resistido, ha engordado de significados, grita “libertad”, habla de “amor”, cuenta historias de “cambios” y, al final, se convierte en símbolo de la paz. ¿Quién lo iba a imaginar?
¿Te ha gustado este cuentecito? Entonces entra en el Web y crea tu propia versión del símbolo cumpleañero... es bastante divertido y ayudarás a divulgar la idea de que todavía hoy, precisamente ahora, vale mucho la pena hablar de paz...
Adília Belotti é jornalista e mãe de quatro filhos e também é colunista do Somos Todos UM. Sou apaixonada por livros, pelas idéias, pelas pessoas, não necessariamente nesta ordem...
Em 2006 lançou seu primeiro livro Toques da Alma. Email: [email protected] Visite o Site do Autor
Publicado dia 7/28/2008 3:22:11 PM em STUM WORLD
