Parece una danza, hay que entrenarlo como meditación y tiene fuerte parentesco tanto con la medicina china como con el fundamento filosófico del “I Ching”, el sistema adivinatorio conocido como “Libro de las Mutaciones”. Hablamos del Tai Chi Chuan que es, en verdad, un arte marcial. Sin embargo, es una lucha muy peculiar, entrenada con movimientos muy suaves para desarrollar la energía interna. Sin dolor ni esfuerzo, su práctica es muy apreciada por la tercera edad, en todo el mundo.
Un día, el sabio Chang San Feng estaba leyendo los clásicos taoístas cerca de una ventana. De pronto, su atención fue atraída por el extraño canto de un pájaro, semejante a las notas de la cítara. El “Inmortal” sabio miró por la ventana y pudo observar al pájaro surgiendo desde lo alto como un águila, avanzando en dirección a una serpiente que se hallaba enroscada en el suelo. La culebra miró fijamente para el ave y ambos empezaron a luchar. El pájaro se lanzó con un grito, agitando las alas como si fuesen abanicos. El reptil, a su vez, sacudía la cabeza como un dardo, evadiéndose de las alas del atacante. El ave regresó a la copa de un árbol, muy frustrada y desconcertada, pero no dejó de hacer otra nueva y fracasada embestida. Nuevamente la serpiente se contorsionó, manteniéndose a salvo de cualquier menoscabo. El “Inmortal” recibió una revelación de este combate: la forma en espiral de la serpiente era como el símbolo del Tai Chi, conteniendo el principio de lo suave superando a lo rígido. Otra leyenda acerca del origen del Tai Chi Chuan habla del ya viejo general Chen Wan Ting observando la rigidez de los entrenamientos militares de su época, comparándolos con la flexibilidad de los animales.
La creación de ese arte marcial no sólo remite a leyendas, sino también a un sinnúmero de episodios curiosos. Un bello ejemplo es el caso de Yang Lu Chan, brillante alumno de la familia Chen, creador del estilo Yang, que más tarde se convertiría en el estilo terapéutico y suave que ha dominado el mundo. Se cuenta que un día estaba Yang Lu Chan conversando con luchadores del templo Shaolin, cuando decidió divertirse demostrando el arte del Tai Chi. Para ello, atrapó con extraordinaria habilidad a un gorrión que acababa de entrar volando por la ventana. Colocó al pequeño pájaro en la mano izquierda, cubriéndolo suavemente con la derecha. Al descubrirlo, el gorrión deseó volar, pero no lo consiguió. Ello porque todo pájaro debe primero aplicar energía con los pies sobre una base, para que pueda levantar vuelo. Los pies del gorrión fueron incapaces de encontrar un lugar para ejercer presión para subir, pues la mano que le serviría de base se bajaba gradualmente en cada tentativa, retirándole el apoyo y el equilibrio. No fue sin asombro como observaron los monjes la demostración de uno de los principios del Tai Chi Chuan.
No se iludan, en cambio, aquellos que esperen resultados mágicos de una “energía interior”. El Tai Chi Chuan es una “práctica”. Por lo tanto, sólo su entrenamiento constante puede aportar beneficios.
LA FILOSOFIA DEL TAI CHI CHUAN
“Chuan” tiene el significado de arte marcial, y “Tai Chi” el de equilibrio universal. El Tai Chi nace del “Wu Chi”, que significa “estado del Vacío”. Del Wu Chi nacen las energías “Yin” y “Yang”.
Esas dos energías en equilibrio y movimiento, con la semilla de su opuesto en su interior, forman el símbolo a que denominamos “Tai Chi”.
El cielo tiene energía Yang, la Tierra tiene energía Yin. El ser humano representa la síntesis y el equilibrio de esas dos fuerzas y es la propia representación del Tai Chi. El Tai Chi, en el cuerpo humano, se localiza un poco más abajo del ombligo, en un centro energético llamado “Tan Tien.” Es en ese centro, también llamado “Hara” por los japoneses, donde será cultivada la energía interna “Chi”. Según la medicina china, todas las dolencias surgen por falta o por exceso de energía interna, pero en ambos casos, la causa será siempre un bloqueo de energía. Los movimientos del Tai Chi son suaves: ha de evitarse cualquier bloqueo, tensión o contracción muscular, para que la energía interna pueda fluir libremente, “como un río sin piedras”. El Tan Tien es lo que habrá de gobernar todos los movimientos del Tai Chi: si mueves brazos y manos independientemente, haces ejercicios, pero no haces Tai Chi. Todos los movimientos han de partir del Tan Tien, simulando “el desenrollar del hilo de seda de un capullo” – cuando se tira del hilo, todo el capullo se pone en movimiento.
El Tai Chi muestra la superioridad de lo suave sobre lo rígido. El recién nacido es cálido y flexible, el viejo es frío y duro. Se cuenta que un roble ridiculizaba al junco. Pronto se desató una tempestad y el roble fue abatido. El junco, con su flexibilidad, se inclinó ante la tempestad y, al día siguiente, se presentaba como si nada hubiese ocurrido. El destino de lo rígido es romperse. Esta filosofía puede ser aplicada en todos los asuntos de la vida. El Tai Chi es una metáfora de la propia vida.
La respiración es muy importante, pero no puede ser forzada. Normalmente, los movimientos de expansión son acompañados de espiración y los de retracción, de inspiración. Sin embargo, se recomienda enfáticamente que el principiante no se preocupe con eso: la práctica y el tiempo se encargan naturalmente de colocar las cosas en sus debidos lugares.
La meditación del Tai Chi es la meditación del “estado de vacío”, del Wu Chi”, o sea, no pensar en nada. Pero no pensar en nada no es cosa fácil. No pelees contra tus pensamientos, pero no te agarres a ellos. Permite que fluyan como un río y no les des demasiada importancia. Con el tiempo y la práctica, las cosas mejoran. Lo importante es tener muy claro que el objetivo de la práctica es la serenidad de la mente y del corazón.