Me gustaría decir una cosa, Wilson, ya no sé cómo proceder con esta situación. Ayer se presentó aquí en la empresa un hombre, de esos que viven por la calle, bebido. Quería llevarse unas chatarras, su energía es tan pesada que hasta sentí mareo; creí que era otra cosa, pero hoy ha vuelto y sucedió nuevamente. Me encuentro mal hasta ahora ¿cómo debo hacer, cómo no absorber esta energía?
Realmente hay personas de la calle que tienen la energía pesada, por eso viven en ese universo de desaliento y soledad. La miseria tiene varias causas, mirada en su aspecto humano es un problema social, pero también puede tener como origen otros varios motivos.
Un desplome económico-financiero es uno de ellos. He tenido oportunidad de encontrar personas así, bajo los puentes o vagando sin rumbo por las calles. Un desacierto emocional, una pérdida de empleo, otras veces uno se cambia de una ciudad para otra y se descoloca, pierde sus referencias, entonces acaba ocultándose en los sótanos de la metrópolis, sin atenderse a si mismo y descreído de la vida. Hay también aquellos que han tenido desilusiones amorosas, no desarrollaron su amor propio y acaban aislados de las personas y del mundo.
Respecto del pobre, le digo a mi amiga, “no te sientas tan incomodada, haz el siguiente proceso: recibe esa energía, sin miedo ni restricción, como si estuvieses pasando la mano por la cabeza de un enfermo en el hospital o entonces escuchando las lamentaciones de una madre afligida; y después reencamina esa energía al Universo, como si estuvieses soplando pompas de jabón al aire. Así estarás quitando de esa alma un poco del peso que acarrea. Además de eso, cuando liberes lo que has atraído de él, quitarás también de tu cuerpo algunas otras energías que otras criaturas arrojan hacia ti y que, en esencia, no son tan diferentes.”
A propósito, estoy leyendo un libro y en él he logrado comprender un proceso inusitado, sobre el cual ya tenía una ligera noción y que ha quedado muy claro con esa lectura. Hay seres en el mundo espiritual cuya función es absorber las energías de insania emocional de hombres y mujeres dominados por impulsos sexuales desajustados. Son criaturas que ocupan posiciones sociales o religiosas de destaque, personas comunes de la sociedad, con esposa e hijos, pero que guardan en su íntimo “deseos” irracionales. Como no pueden o no se permiten o bien no logran “saciar” su deseo instintivo, irradian esa energía en devaneos, sueños, etc., dejando en la atmósfera esas formas-pensamientos, miasmas, bacterias con alto poder de infección que podrían comprometer demasiado la salud mental de la humanidad.
Entonces, seres que en experiencias pasadas se desvariaron en la sexualidad y que hoy procuran la reinclusión de si mismos, estableciendo proyectos de regeneración, reciben esa “misión” de recoger en su cuerpo energético esas bombas mentales que afectan, maltratan, pero que son, en verdad, oportunidades iluminadas para que aprendan a envolverse con el Bien.
Pues sí, de pronto, esa amiga mía, en aquel “encuentro” con el mendigo, puede haber funcionado como una usina de reciclaje, para “limpiar” aquella alma y por el mismo precio, también va higienizando su alma.
Cuando yo era joven, conocí en los alrededores de mi casa a un hombre que vivía por las calles, harapiento, recogiendo de la basura el alimento para su día-a-día. Era un andariego, no se metía con nadie, tan sólo paseaba por el barrio, en una soledad increíble. Un día, decidí hacer una vibración, como es habitual en los Centros Espíritas, en favor de aquella criatura y coloqué un papelito en la mesa, con el nombre Andariego. A continuación, cuando empezaron las manifestaciones de los Espíritus, uno de ellos se presentó muy nervioso, angustiado. Y declaró enfáticamente que nadie iba a quitar a aquel sujeto de la calle, así fue como se expresó, irradiando una energía de odio intenso. Fue atendido y en la plática reveló que había sido traicionado por aquel hombre en vida pasada, perdiendo la esposa, los hijos y la casa. Por todo eso había decidido punirlo, haciendo que él sufriese en propia piel el peso de la soledad. La conversación se extendió, él se mantuvo resistente y después se marchó. Días más tarde busqué por las calles al andariego y ya no lo vi. Se había esfumado. No supe de su destino, pero creo que ha podido ser despojado de los grilletes de aquella alianza de odio en que estaba envuelto.
Ese contacto del Espíritu con el mundo físico, a través de un médium puede dar resultado, es un choque que él lleva, cuando se depara con la realidad de los actos que está practicando. Sin embargo, entiendo que el proceso de catálisis hecho por las personas, independiente de mediumnidad o creencia, puede ser otro camino que el Universo está encontrando para mejorar la ecología mental del Planeta.
Una cosa es cierta, siempre debe haber un motivo especial para que una persona se quede por ahí, andando sin rumbo, recogiendo basura para comer o durmiendo bajo los puentes.
Y me pongo a pensar que puede ser una buena, esto de que reflexionemos cómo podrá estar una criatura a quien hemos punido, echado maldición o juzgado. O entonces ponerse en lugar de ella. ¿Tú tienes la exacta noción de cuánto tu palabra puede afectar a una persona? Yo he tenido oportunidad de encontrar en esos desvíos del mundo, criaturas incluso jóvenes, todas desorientadas y desalentadas, porque sentían que alguien les había echado maldición, y la condenación se fue consumando, día tras día, mientras iban lanzando su cuerpo y alma a las arenas movedizas de la miseria moral, sin fuerzas para rescatar su dignidad.
Un padre, que hace imprecaciones contra un hijo, diciendo que es un miserable, inconsecuente. Imaginad el peso de una sentencia de ese tipo. Es una condenación a veces, sin límites. Sí, es verdad, puedes creerlo. Hay muchas criaturas ahí por las calles, bajo los puentes, sufriendo la condenación de palabras dichas en un momento de furia. ¿Quién de nosotros no tendrá en su recuerdo una palabra de ese tipo, supervisando, muchas veces, las actitudes, desfibrando su carácter, empujándole a los abismos de la demencia moral?
Claro, hay también palabras-palanca, que permanecen en nuestra atmósfera mental y emocional, creando oportunidades de coraje y determinación por toda nuestra vida. Piensa en eso. Antes de acusar, de diagnosticar las causas de esto o de lo otro, piensa bien.
por WebMaster
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