Los espejos nos persiguen desde siempre.
Posiblemente no en el formato con que hoy los conocemos, pero me quedo imaginando el espanto de la primera criatura que al ver la imagen reflejada en un charco de agua gritó para sí misma: “¡esta soy yo!”
Desde entonces a esta parte, los charcos han guardado extraordinarios reflejos de nosotros mismos, pero, muchas veces nos han aprisionado, como le ocurrió al joven griego Narciso. La leyenda, llena de versiones, dice que Narciso era hijo de un dios de la naturaleza, un río llamado Cephisus y de una ninfa, Liríope. En cuanto nació el bebé, sus padres consultaron al adivino ciego Tiresias para descubrir qué reservaba el destino para el niño. Descubrieron que viviría hasta llegar a viejo, siempre y cuando no se viese a sí mismo. Y Narciso creció, bello e indiferente al amor que inspiraba a los demás. Dicen que la ninfa Eco, desesperada de pasión, se retiró a la soledad y adelgazó tanto que en poco tiempo ya no le quedaba sino la voz, un eco... Indignadas, las jóvenes despreciadas por Narciso pidieron venganza a la diosa de la Justicia Divina, aquella cuya función es hacer que los mortales perciban los límites de su propia humanidad, Némesis, una de las hijas de la Noche. Y la diosa hizo que un día, después de una cacería, Narciso se inclinase sobre una fuente para beber del agua fresca. Allá en el fondo estaba su rostro, tan increíblemente bello... Inmediatamente, se enamora de la imagen que ve, y por ella se deja consumir junto a la fuente, hasta morir... De él restó la flor, que heredó su nombre...
Sí, los espejos no son solamente un problema femenino. Por el contrario, están entre los más expresivos símbolos que hemos creado. ¿Qué dice el espejo mágico de los cuentos? Siempre la verdad, la verdad más profunda de nosotros, aquella que, muchas veces, hubiésemos preferido que quedase oculta, tanto a los demás cuanto a nosotros mismos. Mi diccionario de símbolos me cuenta que un antiguo espejo chino, que está en el museo de Hanoi, tiene esta inscripción: “Como el Sol, como la Luna, como el agua, como el oro, sé claro, brillante, y refleja aquello que existe dentro de tu corazón.”
Tan poderoso era el efecto de este reflejo en la conciencia de los humanos que en muchas tradiciones la imagen en el espejo acabó siendo vista como el rostro de Dios y de las cosas divinas y perfectas que poblaban el mundo por encima de nuestras cabezas. Sí, tan bellas, pero un detalle: la imagen que surge en la superficie brillante está siempre invertida, indicando una semejanza que al final es puro espejismo, ilusión. El espejo mágico no siempre dice la verdad, al fin y al cabo, y muchas veces nos corresponde a nosotros corregir aquello que vemos reflejado.
En tiempos de anorexias desfilando por las pasarelas, obesidades epidémicas y niñas llenando las consultas de cirugía estética, tal vez necesitemos urgentemente corregir nuestra imagen de la belleza. Y mirarnos reflejados en el charco así bellos, extraordinarios, nuevamente...
Escribí este artículo hace tanto tiempo... todavía para Delas...
Pero hoy, cuando he recibido de una nueva amiga muy querida un artículo hablando de mujeres, de espejos, me quedé pensando: qué bueno que haya gente colgando en YouTube mujeres tan guapas... porque la belleza, lo sabemos, es como los espejos, tiene muchas, muchas caras...
Adília Belotti é jornalista e mãe de quatro filhos e também é colunista do Somos Todos UM. Sou apaixonada por livros, pelas idéias, pelas pessoas, não necessariamente nesta ordem...
Em 2006 lançou seu primeiro livro Toques da Alma. Email: [email protected] Visite o Site do Autor
Publicado dia 9/30/2008 4:18:09 PM em STUM WORLD
