La idea más común que tenemos respecto de la gratitud es la de aquel sentimiento que debemos albergar hacia quien ha hecho algo por nosotros, nos ha obsequiado o, de alguna forma, nos ha hecho la vida más agradable.
El concepto de gratitud viene, por tanto, la mayoría de las veces, asociado al de caridad.
No obstante, tiene relación con algo muy importante, que puede marcar toda la diferencia en nuestra vida.
Es la capacidad de observar en cada momento lo que éste comporta de bueno. Aunque estemos vivenciando momentos difíciles, en que nuestras necesidades materiales o afectivas no estén siendo cubiertas, siempre podremos, si estamos dispuestos, encontrar motivos para agradecer.
Esta actitud determina si nuestra vida será un eterno atraer de gracias y bendiciones, o una constante conmiseración, en la cual desempeñamos el papel de víctimas rebeladas contra las armadillas del destino.
Cultivar la gratitud es una forma de aceptar cada desafío como una oportunidad de evolución y crecimiento interior. Si somos capaces de contemplar la realidad con nuevos ojos, recibiendo lo que la vida nos reserva sin pesadumbre ni inconformismo, las dificultades ciertamente se resolverán más rápidamente.
Las protestas y lamentaciones constantes alejan de nosotros cualquier posibilidad de reencuentro con la paz. Lo importante es seguir adelante, con la confianza de que lo mejor se presentará en el próximo instante. Al fin y al cabo, si la vida está hecha de contrastes, a un momento malo sólo podrá seguirse un nuevo comienzo, pleno de conquistas y alegría.
“El arte de la aceptación agradecida
Una vida que no conoce la tristeza, las lágrimas, permanece pobre. La vida ha de conocer una variedad enorme de experiencias para volverse rica. Cuantos más diferentes aspectos de la existencia conozcas , y a pesar de ello continúes entero y centrado, más se enriquecerá tu vida a cada momento, a cada día.
Contempla siempre la vida como un proceso dialéctico. En esta vida, la noche trae el día. En esta vida, la muerte trae una nueva vida. En esta vida, la tristeza trae una nueva alegría. En esta vida, el vacío trae una nueva plenitud. Todo está en conexión... todo forma parte de un todo orgánico.
Nosotros creamos los problemas por dividir las cosas. Aprende el arte de no dividir, y simplemente continúa alerta, vigilante, apreciando lo que quiera que la vida te proporcione.
Tan sólo acuérdate de una cosa: aceptar todo lo que la vida te da. Si ella te da oscuridad, apréciala, danza bajo las estrellas de la noche oscura, acordándote de que cada noche nada más es que el útero para un nuevo amanecer, y que cada día volverá a descansar en la oscuridad de la noche.
Cuando es otoño y los árboles se quedan desnudos y todas sus hojas se caen, observa las viejas hojas volando al viento, casi danzando. Y los árboles, desnudos, tienen su propia belleza y, contraste con el cielo; pero no permanecerán desnudas para siempre. Las viejas hojas han tenido que caer tan sólo para dar lugar a las nuevas hojas, a las nuevas flores.
La existencia continúa renovándose a sí misma a todo momento. Tú deberías mantenerte sintonizado con la existencia; nunca pidas nada diferente.
Esta es la raíz básica de la miseria: cuando es noche, lloras por el día; cuando es día, lloras por el reposo de la noche. Entonces la vida se convierte en una miseria, un infierno.
Tú puedes hacer que sea un paraíso tan sólo con aceptar lo que quiera que se te haya dado, con un corazón agradecido. No juzgues si es bueno o malo. Tu gratitud lo transformará todo en una bella experiencia, profundizará tu conciencia, elevará tu amor y hará de ti una bella flor con mucha fragancia.
Aprende tan sólo el arte de una aceptación agradecida. Buda llamaba a esto filosofía del así es; no importa lo que sea, acéptalo como la propia naturaleza de la realidad. Ni siquiera imagines ir en contra. Nunca vayas contra la corriente; sólo sigue al río, a donde quiera que éste te lleve.”
Osho, The New Dawn # 2