Me acuerdo perfectamente cuando, a los veinte años, en mi primer proceso terapéutico, el psicólogo me dijo que yo era la única responsable por mi sufrimiento. Fue un verdadero shock, sentí mucha rabia contra él en aquel momento.
Al fin y al cabo, yo vivía confortable en mi papel de víctima, acostumbrada a echar la culpa a mi padre de todos los problemas que me afligían, y aquella frase hizo desmoronarse toda la creencia que yo había construido en mi mente respecto de los motivos por los cuales yo me sentía infeliz.
Sin embargo, como la verdad, por más dura e insoportable que nos parezca al principio, es siempre la mejor de las alternativas, tras mucha reflexión, terminé por llegar a la conclusión de que, de hecho, en aquel momento, yo era la única persona que podría hacer algo por mí.
Está claro que mi historia de vida había determinado la manera en como yo me sentía, no obstante, permanecer rumiando el pasado de nada servía para liberarme de las consecuencias que éste había creado en mí. Al tomar conciencia de ese hecho, aquello que al principio me pareció terrible, se convirtió, de repente, en algo extremadamente liberador, visto que yo no dependía de nadie más para alcanzar la paz interior que tanto buscaba.
El ego reacciona negativamente cuando se trata de asumir la responsabilidad por nuestro sufrimiento, porque él no siempre intenta encontrar razones y culpas en el mundo exterior. Depositar la fuente de nuestra miseria en nuestros padres, en la sociedad, o en cualquier otro lugar, nos impide percibir que podemos, sí, construir un nuevo estado de ser, pese a todo lo que ocurra a nuestro alrededor.
En este momento, en que un nuevo año se acaba de iniciar, me gustaría reafirmar a todos cuantos se encuentren de alguna forma presos a un estado de sufrimiento interior, que el cambio es siempre posible.
Aunque no sea fácil, y nunca lo es, si nos mantenemos firmes en el propósito de permitir que salga a la superficie nuestra verdadera esencia, ningún obstáculo en el mundo podrá impedir que este florecimiento se produzca.
… La revolución es posible a través de la responsabilidad, de la responsabilidad individual. Tú puedes transmutarte, puedes abandonar estos viejos patrones. Ellos no son tu destino, pero si los aceptas como tu destino, ellos se convierten en tu destino. Es todo una cuestión de apoyarlos o no.
Y no estoy diciendo que los padres o la sociedad no te hayan hecho algo, recuérdalo. La sociedad, los padres, la educación y los sacerdotes han hecho mucho. Pero aún así, la clave suprema está en tus manos. Tú puedes abandonar eso, puedes abandonar todo condicionamiento. Todo cuanto ellos han hecho, tú lo puedes eliminar, pues en el cierne más profundo tu conciencia permanece siempre libre.
…Nadie desea asumir la responsabilidad, pues ésta hace daño. Solamente percibir: “Soy la causa de mi propia infelicidad”, hace mucho daño. Si alguien más es la causa, la persona puede aceptarlo, la persona es impotente. Pero si yo soy la causa de mi infelicidad, esto hace daño, va contra el ego, contra el orgullo.
Nadie es responsable, excepto tú. Esta es una de las verdades más difíciles de aceptar, sin embargo, cuando la aceptas, eso trae gran libertad y crea gran espacio pues, con ello, otra posibilidad inmediatamente se abre: “Si yo soy responsable, entonces puedo cambiar. Si yo no soy el responsable ¿cómo puedo cambiar? Si yo mismo estoy haciendo esto, entonces esto hace daño, pero también trae una nueva posibilidad – puedo cesar de herirme, puedo cesar de ser infeliz.”
…Natural es aquello que te ha sido dado como una dádiva – una dádiva del todo. Lo artificial es aquello que tú has creado – por enseñanzas, escrituras, carácter, moralidad. Lo artificial es aquello que tú has impuesto sobre lo natural, lo dado. Lo natural es de Dios, lo artificial es de ti mismo. Quita todo cuanto te has impuesto sobre ti mismo, y Dios explotará en mil flores en tu ser.
Alguien pregunta a Jesús: “¿Cuál es tu mensaje fundamental?”. Y él contesta: “Pregunta al pez, al ave y a la flor”.
¿Qué quiere él decir con esto? Él está diciendo: ¡Pregunta a la naturaleza!
Mi mensaje es: Permite que la naturaleza se adueñe de ti… No crees ningún tipo de personalidad; todas las personalidades son falsas. No seas una personalidad. Entonces, lentamente tú percibirás algo surgiendo del cierne más profundo de tu ser. Esto es naturaleza, y su fragancia es notable; ella es buena, jamás mala. Y ella no es cultivada, de manera ninguna. De ahí que no contenga ninguna tensión en sí, ninguna ansiedad; tú no necesitas mantenerla.
La verdad no necesita ser mantenida. Solamente las mentiras necesitan ser arregladas, mantenidas, necesitan mucho cuidado y manutención; y aún así son mentiras y nunca se convierten en verdades. Y solo la verdad liberta.
…Nadie puede hacerte natural – eso ya lo ha hecho Dios. El problema no es aprender a ser natural, sino cómo desaprender lo artificial.