Cenas y reuniones familiares – casi ineludibles en los períodos festivos del final de año – nos obligan a encontrarnos con familiares que no veíamos desde hacía mucho tiempo. Pero, una vez pasado el frenesí de las fiestas, ¿qué es lo que queda, realmente, de esas relaciones? ¿Será que los besos y abrazos, los regalos intercambiados, han tocado realmente nuestra alma? ¿Han marcado la diferencia? Podemos hacer una reflexión sobre la naturaleza de la familia, aún en este tiempo de Capricornio que es el signo astrológico relacionado con aquello a que llamamos ‘tradición’. Cada uno de nosotros viene al mundo con un caudal específico de metas que han de ser alcanzadas durante nuestra vida en la tierra. En cada encarnación nos proveemos de herramientas específicas para cumplir esas tareas. Estas herramientas nos son dadas a través del ADN de nuestros padres (y abuelos, etc.), pero nosotros heredamos, juntamente con el ADN físico, también un ADN espiritual, un grado, una porción de consciencia. De hecho las moléculas de ADN son diferentes con cada grado de consciencia adquirida.
Así, cada vez que los padres cambian, los hijos también cambian, aunque inconscientemente. Del mismo modo, los hijos, al evolucionar espiritualmente, influyen sobre el resto de la familia en su evolución. Lo explico mejor: dicen que las abejas (y otros insectos o animales) poseen un ‘alma colectiva’. Ellas adquieren una experiencia a lo largo de su existencia y al morir, vuelven al ‘alma madre’ llevando consigo la experiencia adquirida. Así, cada nueva abeja añadirá a su caudal la experiencia de las otras abejas que la precedieron. Esto nos ocurre también a nosotros, los seres humanos. En torno a los doce o trece años (doce años es el tiempo que tarda Júpiter en dar una vuelta completa alrededor del Sol) la persona adquiere un grado mayor de espiritualidad, ampliando su evolución y al mismo tiempo añadiendo su conocimiento interior al resto de la familia. Es como si existiese un cordón umbilical espiritual uniendo a todos los miembros de la familia. Cuando una persona se eleva, todos experimentan esa sensación de elevación, aun que sea en pequeñísimas dosis. Del mismo modo, cuando uno cae en el error, los otros miembros de la familia acabarán también por caer un poco. El propósito de la familia, según los cabalistas, es crear oportunidades para una interactividad constante que nos permita descubrir dónde, dentro de nosotros, podemos ayudarnos unos a otros al dirigir nuestras elecciones y nuestro comportamiento. Los miembros de la familia tienen un talento increíble para aguijonearse unos a otros (o incluso enfadar) pero esto ocurre tan solo para darnos una oportunidad de reacción. Sin embargo, cada vez que pensamos solamente en reaccionar, en vez de pro-actuar, estamos pensando egoístamente y no evolucionamos por nuestra propia voluntad. Sin embargo, si pensamos en proceder de forma consciente y colectiva, sea en el grupo o en la familia en que estamos inseridos, podemos recibir cada vez más Luz y esto nos ayudará, y a todos los miembros de la familia, en nuestra evolución.
¡Del mismo modo, nuestro comportamiento individual, inserido en el ámbito familiar, acaba expandiéndose, influenciando a nuestros vecinos, a nuestra comunidad! ¡Este es un estupendo mensaje para entrar en la sintonía con la energía de “Júpiter en Acuario”! ¡Imaginaos solamente qué bueno sería si todos nosotros realmente pensásemos que nuestros actos pueden marcar la diferencia! En lugar de reaccionar frente a una agresión, podemos parar, meditar (examinando si nuestra eventual reacción está siendo dictada por el Ego), y elegir qué tipo de reacción tener. En el mundo entero las personas podrían ‘marcar la diferencia’. Los movimientos sociales y humanitarios que han surgido aquí y allá en la Tierra desde la aurora de la Era de Acuario ya están empezando a demostrar esto. ¡Sin embargo, el ser humano normalmente reacciona: agresión contra agresión, rabia contra rabia, odio contra odio y esto se vuelve interminable! Una cadena de maldad muy difícil de romper.
Para empezar a hacer de nuestra vida ‘un pequeño paraíso’ debemos empezar a cambiar nuestra reacción dentro de nuestra propia casa. ¡Ser conscientes y pro-activos dentro de casa significa creer que la paz es posible! Cuanta más compasión y tolerancia demostremos con nuestros familiares, más éstos reflejarán tales sentimientos y disminuirán su grado de ansiedad y agresividad para con nosotros. Acción/reacción: romper esa cadena requiere consciencia y fuerza de voluntad. ¡Entonces, no debemos limitarnos a dar regalos, besos y abrazos en las fiestas navideñas! ¡No debemos limitarnos a desear felicidades porque un nuevo año cívico está empezando! Debemos desear felicidades a nuestro hermano o hermana, a nuestro hijo o hija, al compañero o compañera, y a los demás miembros de nuestras familias, incluso si no compartimos las mismas opiniones o no aprobamos sus actos y elecciones.
Hay algunas cosas que puedes hacer en tu núcleo familiar:
1. Ama sincera y profundamente a la persona (con la que estás teniendo problemas) y dile que la amas.
2. Cree en que la fuerza de tu amor cambiará pequeñas partículas del ADN espiritual de ella, ayudándola en su evolución.
3. ¡Piensa todos los días de manera positiva y desea sinceramente la felicidad de esa persona!
Para ayudarte a lograr esta alquimia, medita en las letras que siguen, las cuales componen el nombre del Genio Cabalístico (Ángel) nº 48 MIHAEL. Él favorece el amor y la paz conyugal. El Salmo para lectura es el 97.
Una buena semana a todos y que la Paz reine en vuestros corazones.
Publicado dia 1/9/2009 4:27:41 PM em STUM WORLD
