Si pensamos en la vida como un largo camino, podemos hacer analogías interesantes. Empezando por los tan comentados obstáculos que hemos de aprender a salvar a lo largo de los años…
Unos mayores, otros menores, cada cual trae consigo su nivel de dificultad, sus consiguientes dolores y sus preciosos aprendizajes. Pero hoy deseo hablar, sobre todo, de los baches. Algunos rasos, otros no tanto. Y están además aquellos que, de tan profundos, cuando nos caemos en ellos solemos emplear la expresión ¡llegué al fondo del pozo!
Está claro que a nadie le gusta caer en baches. Por menores y más rasos que sean, como mínimo nos rompen las estructuras y nos hacen perder el compás. Pero el caso es que forman parte de todos los caminos, de todas las personas, sin excepción, aunque sean siempre únicos.
El problema surge cuando alguien busca conocimiento, estudia y se siente tan crecido que pasa a considerar que esto es suficiente para eliminar los baches de su camino, para hacer con que ellos simplemente ya no existan. ¡Iludido y engañado por sí mismo, al depararse con uno habrá de lidiar además con la decepción, la frustración y la sensación de que toda búsqueda no ha valido de nada!
¡No caigas en esta trampa! Has de saber de antemano que los baches van a existir siempre. La diferencia entre aquel que está consciente de sí y de su camino y aquel que no lo está, es que el primero sabrá evitar el batacazo desviándose del bache a tiempo o, por lo menos, levantarse, salir de él y seguir adelante más rápidamente y, ojalá, menos herido.
Y hay más: podemos percibir, con la repetición de nuestras caídas, que muchos de los baches de nuestros caminos son increíblemente parecidos, precisamente porque su función es enseñarnos la más difícil de todas las lecciones.
Por tanto, si tu lección más difícil es aprender a ser menos tozudo, o menos ansioso, o menos inseguro, o menos desconfiado, toma nota: cada vez que te distraes o aceleras el paso más de lo que deberías, caes en un bache en el cual parece que ya has caído innumerables veces antes.
¡No es el mismo! ¡Es otro! ¡Es nuevo! Él se repite frente a ti para que despiertes y, en cada caída, logres levantarte con más habilidad, y seguir adelante, no protestando ni lamentándote por haber caído una vez más; no criticándote y culpabilizándote por haber sido estúpido nuevamente. ¡No! ¡No hay estupidez alguna en la repetición del aprendizaje, sino vivencia, privilegio y sabiduría!
Así, si te encuentras ahora en el suelo, se acabas de caerte en un bache de tu camino, no te sientas una víctima sino un elegido por el Universo para hacerte más fuerte y más preparado. Yérguete, aunque te siga doliendo. Sal del bache, aunque sea llorando. Y da un paso adelante, y después otro y otro, con la certeza de que puedes ir bastante más lejos…
Otros baches vendrán. Nuevas cicatrices quedarán grabadas en tu alma. Y todo ello será la prueba de que tú no has venido como espectador, ni como coadyuvante de tu historia. ¡Tú has venido como protagonista y vas a llegar hasta el final con la dignidad de quien no solamente ha cumplido su destino, sino que lo ha esculpido con coraje, fe y actitud!
Rosana Braga é Especialista em Relacionamento e Autoestima, Autora de 9 livros sobre o tema. Psicóloga e Coach. Busca através de seus artigos, ajudar pessoas a se sentirem verdadeiramente mais seguras e atraentes, além de mostrar que é possível viver relacionamentos maduros, saudáveis e prazerosos.
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