La identidad está formada por la interacción entre el yo y la cultura de la sociedad. El ser esencial es transformado y recreado en un diálogo continuo con los mundos culturales exteriores y con las identidades que esos mundos ofrecen.
Hoy, la crisis de identidad se mira como un aspecto de una actualidad mutante que trastoca los cuadros de referencia que daban a los individuos un anclaje estable en el mundo social.
Estos son los eventos que atraviesan la cuestión de nuestra identidad individual:
- Dominando la naturaleza, el hombre rompe con la propia limitación frente a su fragilidad física, colocándose en la posición del ser que posee y que hace su propia cultura; pero sucede que al mismo tiempo se ve tomado como rehén por la misma.
Autonomía y no autonomía coexisten.
- Aparte de la unidad biológica, que define la consciencia bajo una infinidad de conceptos terrenos, hay además un aspecto más abarcador que independe del cuerpo manifiesto, que es la identidad genuina, o el Ser esencial, que por motivos específicos decidió experimentarse en este ambiente tridimensional y que durante toda su existencia terrena renunciará a atravesar cualquier velo que se le sobreponga, en nombre de poder expresarse en aquello en que está siendo en el momento.
La cuestión que queda es saber cómo lidiar con el mundo actual sin perder aquello que identifica al Ser esencial en medio de toda la diversidad de experimentaciones que provocamos y por las que somos simultáneamente acometidos.
En el momento en que tenemos una percepción sobre la síntesis de nuestra identidad actual es porque ya estamos en un espacio futuro como observadores de algo ya transcurrido.
Este es el momento en que estamos generando nuevas sinapsis de nosotros mismos que pertenecerán a un futuro que puede ser conocido, un lugar donde nuevos aspectos de nuestro yo se hacen ya presentes promoviendo nuevos significados, uniéndose a la totalidad de nuestras experiencias existenciales.
La cuestión atemporal de la identidad
- La identidad surge de la sensación innombrable de plenitud que reside dentro de nosotros;
- El constante sentimiento de que nos falta estar enteros es inherente a todas las conciencias que buscan conocerse más a partir de sus experiencias creativas en el plano terrestre;
- Por las formas creadas, el sujeto puede interpretarse a sí mismo, dando significado a su identidad del momento;
- La identidad suele estar definida tan solo de modo lineal por su historicidad y no -como estamos abordando-, por aspectos que envuelven la autonomía del yo en una totalidad más abarcadora.
- La cuestión de la identidad surge no en la sensación de plenitud de la identidad que ya está dentro de nosotros como individuos, sino de una falta del estar enteros que busca ser colmada a partir de nuestro exterior. Buscamos nuestra identidad construyendo una biografía personal que intenta a toda costa rescatar nuestra unidad en el placer de tener una plenitud ya experimentada. Bajo nuestra percepción, este movimiento que monitorea a los individuos, colabora para el desarrollo de estados que implican profunda apatía, disgregación y despersonalización, generando cuestiones sobre identidad, que influencian las enfermedades psíquicas de la actualidad.
Actualmente, la crisis de identidad incluye aspectos psicológicos de la mente, tales como emoción, consciencia (como la totalidad estructural del ser), bioenergías, influencias ambientales y aspectos de lo físico, como matices de un sistema único en sí que todo el tiempo está creando su propia realidad, por tanto, su identidad.
La crisis en la identidad se contempla como un aspecto de una actualidad mutante que trastoca los cuadros de referencia que daban a los individuos un anclaje estable en el mundo social.
La identidad se ha vuelto un aspecto crucial en esta actualidad tan solo porque su significación está en crisis.
La identidad que siempre se había creído fija, coherente y estable está ahora siendo desfigurada por la experiencia de la duda y de la incertidumbre.
Identidades estables del pasado son desarticuladas aportando la posibilidad de la inversión existencial, en busca de un sentido más genuino del existir.
Propicia (¿estimula?) la percepción de que las verdades son de momento y construidas.
Y, lo principal, empuja al ser humano hacia el caos y lo insiere en la búsqueda del auto-conocimiento, muchas veces buscando un proceso terapéutico puntero que sepa lidiar con esas importantes cuestiones existenciales.
Silvia Malamud é colaboradora do Site desde 2000. Psicóloga Clínica, Terapias Breves, Terapeuta Certificada em EMDR pelo EMDR Institute/EUA e Terapeuta em Brainspotting - David Grand PhD/EUA.
Terapia de Abordagem direta a memórias do inconsciente.
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Autora dos Livros: Sequestradores de almas - Guia de Sobrevivência e Projeto Secreto Universos