Muchas veces nos encontramos sufriendo y pasamos por alto las señales evidentes de que la relación que estamos manteniendo no está bien pero, aún así, continuamos invirtiendo nuestro tiempo, dando nuestro amor, haciendo caso omiso de las señales y de nuestros sentimientos.
Llegamos a tener síntomas físicos y siquiera los asociamos con la relación afectiva que mantenemos. Generalmente lo hacemos por motivos inconscientes. Recreamos situaciones del pasado, con el propósito inconsciente de resolver esas mismas situaciones. Y así, mantenemos los conflictos originales y perdemos la oportunidad de crear relaciones saludables cuando permitimos que nos hagan sufrir, y aún lamentamos si esa misma persona se va de nuestra vida. Lloramos desesperadamente, y nos olvidamos completamente de cuánto estábamos, o todavía estamos, sufriendo.
Ignoramos nuestro valor en cuanto persona y hacemos todo para que esa relación enfermiza se establezca nuevamente, caso haya terminado. Difícilmente percibimos que estamos tan enfermos como nuestra relación. Para identificar cómo está tu relación afectiva, responde sinceramente a las preguntas que siguen:
¿Escuchas constantemente decir al otro que no ha tenido tiempo de telefonearte?
Las palabras ¿raramente son coherentes con las actitudes? O sea ¿el otro dice una cosa y demuestra otra?
¿Está muy distante la realidad de lo que te gustaría que fuese?
¿Estás siempre soportando demasiado, poniendo tus propios límites por encima de lo soportable?
¿Has venido teniendo algunos síntomas físicos, como dolores musculares constantes, mareos, ganas de vomitar, dolores de estómago, fiebre, urticaria o algún otro síntoma?
¿Ya no hay objetivos en común, no queréis ni lucháis por las mismas cosas?
¿Te sientes inseguro constantemente?
¿Has venido haciendo a solas la mayor parte de lo programado, porque el otro no siempre te quiere acompañar?
¿Te sientes siempre triste? ¿Has llorado prácticamente todos los días?
¿Deseas controlar al otro con el propósito de tener más control sobre la relación?
¿Se están haciendo escasos los besos? La relación sexual ¿ya no tiene el mismo calor y apetencia de tiempos pasados?
El diálogo ¿ha pasado a ser un intercambio de reprimendas, críticas, acusaciones y agresiones?
¿Algún acontecimiento pasado ha venido siendo recordado con frecuencia, principalmente durante las disputas?
¿Te has sentido sin energía, cansado?
¿No te sientes demasiado importante para el otro, que siempre tiene otras cosas que hacer en las que no estás incluido?
¿Tienes baja la autoestima?
¿Has venido haciendo muchas más cosas para el otro, olvidándote muchas veces de ti mismo?
¿Estás siempre esperando a que el otro cambie, o al menos, vuelva a ser como era antes?
¿Habéis tenido más altercados que momentos de tranquilidad, armonía y paz?
¿Estás siempre esperando o pidiendo más atención, cariño, demostraciones de amor?
¿Echas en falta alguien que escuche cómo ha sido tu día, tus dificultades?
El diálogo, en que cada cual habla de sus propios sentimientos ¿se ha hecho cada vez más escaso o nunca ha existido?
¿Te sientes solo incluso cuando estás acompañado?
Desgraciadamente estas son tan solo algunas señales de una relación afectiva enferma, pues además hay situaciones de traiciones, mentiras, que ni siquiera han sido incluidas. Pero si en tus respuestas al anterior cuestionario hubo más sí que no, probablemente tu relación afectiva tiene problemas, por no decir que está enferma. Generalmente cuando nos permitimos mantener una relación enfermiza, ésta puede estar reflejando la enfermedad de ambos y en ese caso es preciso tener mucha disposición interna para enfrentar la situación tal como se presenta, si deseamos que la relación sea curada, o que nosotros mismos lo seamos.
El tema es tan serio que muchas personas llegan a desarrollar algunas enfermedades, o tienen síntomas e ignoran que éstos sean la somatización de lo que están vivenciando. Por ejemplo, la fiebre puede representar la rabia por determinada situación; las ganas de vomitar pueden ser manifestación de la dificultad para digerir alguna situación; los dolores musculares pueden indicar la tensión interna por la que se está pasando. Estos son tan solo algunos de los síntomas más comunes cuando algo no va bien, no tan solo en el aspecto físico, pero principalmente en el emocional. En caso de que vengas presentando algunos de estos síntomas, relaciónalos con tus dificultades actuales y piensa si no será solamente que tu cuerpo está reflejando tus sentimientos más profundos.
Pero es posible curarse, buscando una relación saludable, o reflexionar si vale la pena continuar manteniendo esa relación.
Analiza cómo está tu relación, en caso de que todavía la mantengas, o cómo fue tu última relación. ¿Es eso lo que deseas para ti? Si piensas en cómo te gustaría que fuese una relación, lo que ahora tienes ¿se acerca a eso? El primer paso para la curación es identificar los signos, reflexionar sobre las dificultades personales y en cómo tu propio historial de vida puede estar reflejándose en la relación. Después es imprescindible una conversación franca con el otro, sin acusaciones o búsqueda de culpables, sino con el deseo sincero de hacer saludable la relación. Durante esa conversación es importante percibir si hay disposición en el otro para aceptar también la responsabilidad de que la relación esté tal como se presenta, y si desea tanto como tú comprometerse en mejorarla. Si esto no ocurriese dependerá de ti saber qué es lo mejor.
Hay personas que llegan a sentirse culpables en querer que la otra persona demuestre el amor que siente. Claro que cada cual tiene su propio modo de demostrar amor, pero algunas cosas son básicas en una relación. ¿Cómo puede alguien sentirse importante y valorado teniendo constantemente que pedir atención y amor? ¿Cómo sentirse seguro cuando nos relacionamos con alguien que procede como si todo fuese más importante que nosotros?
Claro que es inevitable tener expectativas cuando nos relacionamos con alguien, pero esto es muy diferente de no tomar en cuenta la realidad solo para mantener la relación, principalmente cuando las señales son evidentes e insistimos en pasarlas por alto, perpetuando así nuestro sufrimiento. Muchas veces la realidad está muy distante de la verdad que nos gustaría y en la que insistimos en creer. Pero lidiar con la realidad, respetando las señales, aunque nos cause mucho sufrimiento, quizá sea la manera más saludable de crear un camino mucho más iluminado que la oscuridad en que algunas veces nos encontramos y que, desgraciadamente, ignoramos.
Rosemeire Zago é psicóloga clínica CRP 06/36.933-0, com abordagem junguiana e especialização em Psicossomática. Estudiosa de Alice Miller e Jung, aprofundou-se no ensaio: `A Psicologia do Arquétipo da Criança Interior´ - 1940.
A base de seu trabalho no atendimento individual de adultos é o resgate da autoestima e amor-próprio, com experiência no processo de reencontrar e cuidar da criança que foi vítima de abuso físico, psicológico e/ou sexual, e ainda hoje contamina a vida do adulto com suas dores. Visite seu Site e minha Fan page no Facebook. Email: [email protected] Visite o Site do Autor