No es solamente el avance tecnológico lo que ha marcado el inicio de este milenio. Las relaciones afectivas también están pasando por profundas transformaciones y revolucionando el concepto de amor.
Lo que se busca hoy es una relación compatible con los tiempos modernos, en la cual haya individualidad, respeto, alegría y placer de estar juntos, y ya no una relación de dependencia, en que uno hace al otro responsable por su bienestar.
La idea de que una persona sea el remedio para nuestra felicidad, nacida con el romanticismo, está destinada a desaparecer en este inicio de siglo.
El amor romántico parte de la premisa de que somos una fracción y necesitamos encontrar nuestra otra mitad para sentirnos completos.
Muchas veces se produce incluso un proceso de despersonalización que, históricamente, ha afectado más a la mujer. Ésta abandona sus características para amalgamarse al proyecto masculino.
La teoría del enlace entre opuestos también proviene de esa raíz: el otro tiene que saber hacer lo que yo no sé. Si soy blando, él debe ser agresivo, y así sucesivamente. Una idea práctica de supervivencia, y poco romántica, por cierto.
La palabra de orden de este siglo es aparcería. Estamos cambiando el amor de necesidad, por el amor de deseo.
Me gusta y deseo la compañía, pero no la necesito, lo cual es muy diferente.
Con el avance tecnológico, que exige más tiempo individual, las personas están perdiendo el pavor a quedarse solas, y aprendiendo a convivir mejor consigo mismas. Empiezan a percibir que se sienten fracción, pero son enteras. El otro, con quien se establece un lazo, también se siente una fracción. No es príncipe o salvador de cosa alguna. Es tan solo un compañero de viaje.
El hombre es un animal que va modificando el mundo, y después tiene que ir reciclándose, para adaptarse al mundo que ha fabricado. Estamos entrando en la era de la individualidad, lo cual no tiene nada que ver con egoísmo.
El egoísta no tiene energía propia; se alimenta de la energía que proviene del otro, ya sea financiera o moral.
La nueva forma de amor, o más amor, tiene nuevas facciones y significado.
Tiene por objeto la aproximación de dos enteros, no la unión de dos mitades.
Y solo es posible para aquellos que logran trabajar su individualidad. Cuanto más competente sea el individuo para vivir en soledad, más preparado estará para una buena relación afectiva.
La soledad es buena, estar solo no es vergonzoso. Por el contrario, da dignidad a la persona.
Las buenas relaciones afectivas son estupendas, son muy parecidas a estar solo, nadie exige nada a nadie y ambos crecen.
Relaciones de dominación y de concesiones exageradas son cosas del siglo pasado.
Cada cerebro es único.
Nuestro modo de pensar y proceder no sirve de referencia para evaluar a nadie.
Muchas veces, pensamos que el otro es nuestra alma gemela y, en realidad, lo que hicimos fue inventarlo a nuestro gusto.
Todas las personas deberían estar en soledad de vez en cuando, para establecer un diálogo interno y descubrir su fuerza personal. En la soledad, el individuo entiende que la armonía y la paz de espíritu solo pueden encontrarse dentro de sí mismo, y no a partir del otro. Al percibir esto, se vuelve menos crítico y más comprensivo en cuanto a las diferencias, respetando la manera de ser de cada cual.
El amor de dos personas enteras es bastante más saludable.
En ese tipo de lazo existe la protección, el placer de la compañía y el respeto por el ser amado. No siempre es suficiente ser perdonado por alguien, algunas veces tienes que aprender a perdonarte a ti mismo…
Caso te hayas puesto curioso(a) por conocer el significado de SAWABONA, es un saludo usado en el sur de África y quiere decir “¡YO TE RESPETO, YO TE VALORO, TÚ ERES IMPORTANTE PARA MÍ!”
Como respuesta las personas dicen SHIKOBA que es “ENTONCES YO EXISTO PARA TI”.