Quién nunca ha pasado por la experiencia de sentirse de manos atadas frente a alguna situación en la cual, por más que intentemos buscar soluciones, constatamos que no hay nada que podamos hacer…
Aun reconociendo que no podemos hacer nada… hacemos.
Hacemos mayor el problema cuando nos resistimos a él… cuando nos preocupamos… y, peor todavía, cuando nos ponemos a protestar… a contarle a un montón de gente nuestro drama. Nos envolvemos tanto que las cosas parecen ponerse cada vez peor y sin salida…
Al hacer esto, empleamos toda nuestra energía para aumentar el problema y crear más y más obstáculos… y lo que ya era malo se pone todavía peor.
Y cuando ya cansados, por una fracción de segundo, entregamos los puntos y renunciamos a luchar… puede que soluciones sorprendentes surjan de manera inesperada.
Sé que en algún punto todos ya hemos pasado por eso una o muchas veces… Y poco a poco vamos percibiendo que no hacer nada puede ser mucho más positivo que ese hacer que solo aumenta el problema.
Entregar los puntos no siempre es señal de debilidad… Muchas veces es preciso más valor para rendirse que para luchar, porque la rendición a la voluntad Divina exige una total disponibilidad para seguir los caminos que no han sido elegidos por la personalidad.
Y la acción silenciosa de la entrega se revela mucho más efectiva que las ruidosas luchas del ego por el poder.
Puede que al principio nos rindamos por cansancio… por desánimo, o por haber llegado al límite de nuestras fuerzas…
Pero con el tiempo, vamos percibiendo el movimiento del Universo y aprendiendo que quien entrega los puntos en ese caso es el ego y con ello abre espacios para que la Divinidad en nosotros pueda actuar… trayendo soluciones que ni siquiera soñábamos, porque esa parte Que Sabe tiene acceso a infinitas posibilidades.
Cuando nos rendimos a la voluntad del Alma tenemos toda la calma para observar las situaciones sin tener que reaccionar inmediatamente frente a todo… Comprendemos que esa reacción está guiada por las memorias y nos damos tiempo para observar lo que proviene del silencio... Lo que escuchamos – sin necesidad de palabras – llega en el momento oportuno y de forma simple y natural… y cuando actuamos, lo hacemos sin esfuerzo porque nuestra acción está en sintonía con la Voluntad Divina y esa acción, así guiada, siempre recorre el camino más fácil.
Ese silencio que es el vacío de memorias y de pensamientos es tan profundo y reconfortante que un minuto de esa experiencia nos alimenta durante mucho tiempo…
Recientemente experimenté ese silencio, después de un día bastante agitado por mi mente… que buscaba la solución fuera de mí… Por la noche, me acosté y me distraje un poquito de los pensamientos… y en ese pequeño intervalo de tiempo me sorprendí siendo colmada por un silencio tan inesperado y tan intenso que dejé de existir y di lugar al sonido del Vacío y a la profundidad…
Dormí como si nunca hubiese existido nada aparte del Silencio…
Y ahora… siempre que lo recuerdo, vuelvo a sentir matices de ese silencio, no con la misma profundidad… pero lo suficiente para desear alimentarme cada vez más de esa fuente que está disponible dentro de cada uno.
Publicado dia 3/26/2009 2:32:58 PM em STUM WORLD
