Esta vida está repleta de cosas y acontecimientos bellos, sublimes y conmovedores.
Si deseas tener una vida digna de ser vivida, empieza desde ahora la caza del tesoro. Basta buscar para que encuentres cuantas bellezas quieras – las virtudes en las personas, la bella Naturaleza, un sublime gesto de bondad, etc., esparcidas como pequeñas joyas. Seicho Taniguchi.
Este texto era el mensaje relativo al día 25 de febrero en el Calendario de la SEICHO-NO-IE, una filosofía espiritual originada en Japón y bastante difundida en Brasil.
En esa fecha conmemoré otro cumpleaños más o, simbólicamente, un renacimiento, y ese texto me hizo reflexionar sobre la oportunidad que nos da la vida, en cada momento, de rehacer nuestro derrotero, revisar nuestras posturas y encarar los desafíos y dificultades con una perspectiva diferente.
Recordé que, en la infancia, nuestros canales de percepción estaban muy vivos, despiertos e intensamente calibrados. Con cada pequeño descubrimiento nos maravillábamos como si hubiésemos acabado de encontrar un valioso tesoro.
Ese texto, en su sencillez, me ha hecho repensar la importancia de retomar esa capacidad, que vamos perdiendo a medida que crecemos. Desgraciadamente, pasamos a contemplar con más clareza los problemas y las tristezas que las pequeñas joyas que forman parte de nuestro cotidiano.
La felicidad se resume, al fin y al cabo, en ser capaces de volver a mirar el mundo con ojos de descubrimiento, siempre preparados a rebuscar los tesoros, por más ocultos que estén.
E, increíblemente, la mayoría de las veces están precisamente allí, delante de nosotros, pero los dejamos escapar porque nuestra mirada insiste en mantenerse sujeta al pasado, o por el contrario, escudriña ansiosamente el futuro con la esperanza de conquistar algo que consideramos estar aún muy lejos de nuestro alcance.
Mira hacia atrás, a toda la jornada:
las cumbres, las montañas, el largo
camino sinuoso a través de los bosques,
a través de los poblados, y mira frente a ti
un océano tan vasto que entrar en él no es más
que desaparecer para siempre.
Pero no hay otra manera.
El río no puede dar vuelta.
Nadie puede dar vuelta.
Dar vuelta es imposible en la existencia.
Tú no puedes más que seguir adelante.
El río ha de arriesgarse y entrar en el océano.
Y solamente cuando entra en el océano
el miedo desaparece, porque solamente entonces el río sabrá
que no se trata de desaparecer en el océano.
Sino de convertirse en océano.
por una parte es desaparición y
por otra parte es renacimiento.
Así somos nosotros.
Dar vuelta es imposible en la existencia.
Tú puedes seguir adelante y arriesgar.
¡Ten coraje!