Vivir en el pasado es una tendencia natural de la mente. Para esto ella nos hace rumiar todos los eventos que vivenciamos, ya sean buenos o malos.
Si son buenos, quedamos presos a aquel recuerdo lamentando lo que hemos perdido.
Si malos, nos mantenemos estancados por miedo de que aquellos acontecimientos se repitan nuevamente.
Una de las áreas en que esta reacción negativa se intensifica más es la de las relaciones afectivas.
Cuando alguna relación nos lastima o afecta profundamente a nuestra autoestima, tendemos consciente o inconscientemente a cerrarnos hacia nuevas relaciones por el recelo de que aquella experiencia se repita.
Se traba entonces una lucha interna entre el deseo de relacionarse, la necesidad de ser amado, y una profunda desconfianza en relación al amor, que es, en realidad, una defensa contra el dolor y el sufrimiento.
El pasado no tiene poder alguno para impedirnos vivenciar la plenitud de nuestro ser ahora, nada más que el rencor en relación al pasado puede hacerlo. El rencor es una emoción negativa que puede contaminar todas las áreas de nuestra vida, si lo alimentamos a través del recuerdo permanente de aquello que lo originó.
Esta percepción es fundamental y, en cuanto no la alcanzamos, continuaremos dando poder a lo que ya no existe a no ser en nuestra mente. Ella es, además, extremadamente liberadora, pues nos permite descubrir que somos los únicos agentes capaces de crear una nueva realidad en nuestra vida.
Pero para romper ese patrón, no basta tener consciencia del hecho, es preciso un esfuerzo para manifestar otra energía, que es el coraje. Solamente enfrentándonos a aquello que más tememos tendremos posibilidades de vencer nuestra resistencia y descubrir que sí es posible construir una nueva historia, en la cual la felicidad y la alegría se encuentren presentes.
Sea cual fuere el área de la vida en que nos detengamos sujetos al pasado, hemos de correr el riesgo de una nueva experiencia, pues solamente así fortaleceremos nuestra confianza en nosotros mismos y construiremos una autoestima inquebrantable.
…Si tú estás más sensible, estarás desapegado; o bien, si estás desapegado, te volverás más y más sensible. Sensibilidad no es apego, sensibilidad es percepción. Solamente una persona perceptiva puede ser sensible. Si no eres perceptivo, serás insensible. Cuando tú eres inconsciente, eres totalmente insensible – cuanta más consciencia, más sensibilidad. Un Buda es totalmente sensible, tiene sensibilidad máxima, porque él sentirá y reconocerá su total capacidad.
Cuando tú eres sensible y consciente, no puedes ser apegado. Serás desapegado, porque el propio fenómeno de la consciencia rompe el puente, destruye el puente, entre tú y las cosas, entre tú y las personas, entre tú y el mundo. La inconsciencia, la falta de percepción, es la causa del apego.
…Si tú estás alerta, el puente de repente desaparece. Cuando permaneces alerta no hay nada que te ligue al mundo. El mundo existe, tú existes, pero entre los dos el puente ha desaparecido. El puente está hecho de tu inconsciencia. Siendo así, no pienses que seas apegado porque eres sensible. No. Si estás más sensible, no te apegarás. El apego es una cualidad muy grosera, no sutil. Para el apego no necesitas estar consciente ni alerta. No hay necesidad alguna…
Para el apego, la consciencia no es necesaria; al contrario, la consciencia es la barrera. Cuanto más consciente te vuelvas, menos apegado serás, porque la necesidad de apego desaparece. ¿Por qué quieres estar apegado a alguien? Porque estando solo, tú sientes que no te bastas.
Sientes la falta de alguna cosa. Algo está incompleto en ti. No eres entero. Necesitas de alguien para completarte. De ahí, el apego. Si estás consciente, estás completo, eres entero – el círculo está completo ahora, no está faltando nada en ti – tú no necesitas de nadie. Tú, solo, sientes una total independencia, una sensación de estar entero.
…Esto no quiere decir que tú no amarás a las personas; al contrario, solamente tú puedes amar. Una persona que sea dependiente de ti no puede amarte: ella te odiará. Una persona que necesita de ti no puede amarte. Ella te odiará, porque tú te conviertes en el cautiverio. Ella siente que sin ti no puede vivir, sin ti no puede ser feliz, entonces, tú eres la causa de las dos cosas de su felicidad y de su infelicidad. Ella no puede darse al lujo de perderte y eso le dará una sensación de aprisionamiento: ella es tu prisionera y se resentirá de ello; luchará contra eso.
Las personas odian y aman al mismo tiempo, pero este amor no puede ser muy profundo. Solamente una persona que sea consciente puede amar, porque esta persona no necesita de ti. Pero, entonces, el amor tiene una dimensión totalmente diferente: no es apego, no es dependencia.
La persona no es dependiente de ti y no te hará dependiente de ella: la persona permanecerá en una libertad y te permitirá permanecer en una libertad. Vosotros seréis dos agentes libres, dos seres totales, enteros, encontrándose. Ese encuentro será una festividad, una celebración – no una dependencia. Ese encuentro será una alegría, un juego.
Osho, The book of the Secrets.