(En Brazos de la Madre Divina – Matriz de los Soles y de los Seres)
En medio de la madrugada, Ella aparece danzando ante mí.
Esa Niña-Mujer de piel morena, risueña y leve, como la brisa nocturna.
Ella me mira a los ojos, y yo siento que Ella sabe todo de mí, de todas las vidas.
Estoy desnudo ante Ella, sin barreras psíquicas, en espíritu y verdad.
Como una Madre, Ella tan solo me mira, sin juzgar nada; hay solamente comprensión…
Y yo me acuerdo de ((Paramahamsa Ramakrishna: maestro yoghi que vivió en la India del siglo XIX, considerado hasta hoy como uno de los mayores maestros espirituales surgidos en la tierra del Ganges. Para hacernos una idea de su influencia espiritual, puedo citar que grandes maestros de la India del siglo XX se refirieron a él con mucho respeto y admiración, entre ellos el Mahatma Gandhi, Paramahamsa Yogananda y Rabindranath Tagore)) Paramahamsa Ramakrishna(*) hablando de la Madre Divina y cantando.
Me acuerdo de él saltando, como un crío, al volver de un ((Samadhi – del sánscrito – expansión de la conciencia; conciencia cósmica)) samadhi(*).
Reía tanto… Y tocaba palmas, y me decía: Canta ahí, muchacho. ¡Celebra el Toque de la Madre!
Y ahora, Ella está aquí, y yo ya no sé cantar… Solo sé sentirla en mi corazón.
Solo sé sentir un viento de amor soplando de lo Eterno y barriendo el polvo de mi ego.
Y yo, nuevamente, me acuerdo de él, y pienso: Chico, ¿cómo es que soportabas tanto amor?
Ah, Ramakrishna, nadie sabía lo que pasaba dentro de tu corazón, solo Ella.
Solamente alguien sencillo, como un crío, podría comprender lo Infinito…
Alguien como tú, de corazón limpio, que me decía: ¡La Madre Divina es tu escudo!
Sí, yo me acuerdo, y hoy te comprendo mejor. Y conozco los motivos de que Ella esté aquí hoy.
Ella ha venido a hablarme del amor que mueve el espíritu, incluso entrañado en la carne transitoria.
Ha venido a decirme de las almas perdidas, que están mecidas en su vientre, cuna de soles.
Que el llanto de ellas habrá de transformarse en vida, por la acción de Ella, en medio de las estrellas.
Y todo esto sin decir palabra alguna, solamente en la mirada silenciosa, que dice todo al corazón.
Entonces, yo comprendo que Ella me ha interconectado con el tránsito de muchas almas perdidas.
Que éstas están pasando por mí, como un portal inter-planos, por la acción de Ella.
Ah, Ramakrishna, tú sabías de esto, cuando reías y me decías: ¡La Madre te aprecia!
Y ahora, cuando estas almas sufridas entran en el vientre de Ella, yo veo miríadas de soles allí.
El regazo de Ella es una cuna de estrellas, y ellas están yendo hacia allá… Donde nace la Luz.
¡Ellas están volviendo a casa! Están siguiendo hacia la forja estelar, mientras Ella danza...
Y a mí me gustaría cantar algo para ellas, pero ya no tengo aquella voz de otrora.
Quieto, percibo que eso no es necesario, pues ellas están pasando por mi corazón…
Y sienten un Gran Amor que las guía hasta allí, el de Ella, en mí. Admirado, yo tan solo miro…
Ah, Ramakrishna, ahora comprendo tu mirada y lo que tú me enseñabas, diciéndome:
Los ((Avatar – del sánscrito – emisario celeste; canal de la divinidad)) avatares(*) son como locomotoras arrastrando los vagones llenos de almas hacia lo Divino.
Y tú eras uno de ellos, uno de esos tipos geniales, que vienen del Cielo y que nadie comprende.
Pero yo no soy siquiera vagón, cuanto más locomotora; y la Madre está aquí, en mi corazón.
Y las almas están viajando por aquí, porque Ella así lo quiere; porque tú me has enseñado lo que sé.
En medio de la noche, me convierto en río de las almas, en la asistencia extra-física, silenciosa y magnánima.
Ella me mira, ellas pasan, y yo me admiro. Ella ríe, ellas mejoran, y yo me siento tan pequeño…
Ella las acoge, sin juzgarlas; ellas entran en la luz; y yo me quedo como un crío ante el infinito…
Ella danza, Ellas suben a la Luz, y yo me sorprendo llorando por la redención de ellas.
Lloro el dolor de un parto espiritual, por ellas y por mí. Y las lágrimas son de luz serena.
Ah, Ramakrishna, ahora sé por qué tú llorabas quedamente, y yo, ignorante, no lo comprendía.
Solo tú y la Madre sabíais del abrazo silencioso que regenera las almas perdidas.
Yo quería quedarme en samadhi, y tú no lo permitías. Ah, me has echado muchas broncas por eso.
Y, ahora, mi corazón se derrite en el río de las almas y todo se convierte en luz, en el vientre de Ella.
Todo se vuelve blanco brillante, y yo me sumerjo en la forja estelar, llena de vida, por acción de Ella.
Me disuelvo en la luz, sintiendo en mí la inmensidad… Cada estrella es mi hermana.
Cada sol es un pensamiento de Ella; y todos los seres son modos de Sus pensamientos…
Y mi pequeño yo se diluye en el gran Yo de Ella… ¡Donde todo es UNO!
Y, en el centro de la vida, nuevamente veo la mirada silenciosa de Ella, que me dice:
Hijo mío, anda entre los hombres, de igual para igual, siendo amigo de todos. Continúa llevándoles espiritualidad y música. Danza con la vida, siempre en la luz. Vive con sencillez y contentamiento. Comprende y ama. Aprende y crece. ¡Muévete!
Entonces, abro los ojos y estoy en el aquí y ahora de siempre, como si nunca hubiese salido.
Lloro nuevamente, pues no sé cómo soportar tanto amor bajando aquí.
Ah, Ramakrishna, tú sabías esto ¿no es cierto? Recuerdo que me has dicho:
Samadhi, no. ¡Deja de ser egoísta! Es hora de trabajar. Es hora de llorar con las almas.
Amigo mío, ahora lo sé; y te agradezco la paciencia de tantos años.
Y, en esta noche tan especial para mí, yo sigo acordándome de tus risas de crío.
Y mis ojos brillan como dos soles, encendidos en el fuego del Eterno, en el vientre de la Madre Divina.
¡He ayudado en el parto de las almas, pero quien ha renacido en la luz he sido yo mismo!
P.D.:
Mi samadhi es ser igual a todo el mundo, y continuar llevando espiritualidad por ahí…
Y quien sabe de mi jornada y de mis motivos, es tan solo la Madre Divina.
Y Ramakrishna me ha enseñado bien: ¡Ella es mi escudo!
Por obra y gracia de Ella, mi noche se ha vuelto sol.
(Dedico la Luz de ese Gran Amor a Ana Lahis Tano, Ana Matsui, Vítor Hugo França, Eberhart Schoppan, Wladimir Jr., Marisa Oliveira, Leonardo Dolfini, Leandro Dolfini, Cristiane Acica, Patrícia Sukha, Jaqueline Mikondo, Maísa Intelisano, Fernando y Nair Cortijos, y Ana y Fiore).
Paz y Luz.
São Paulo, 12 de marzo de 2009.
- Wagner Borges – pequeña hoja espiritualista en el viento del Eterno; cada vez menor ante lo infinito…