En el centro de la noche, juntamente con la brisa de la madrugada, llega una llamada sutil.
Yo la escucho con el corazón… Y mis ojos conquistan el brillo del infinito,
Parte de mí, el espíritu, se liga a otros climas, en algún lugar, en la inmensidad de la vida…
La otra parte, la humana, escribe de improviso lo que el corazón ordena.
Y, por entre los planos, con el espíritu en el aire, y el cuerpo sentado, el amor viene…
Algo baja aquí, y yo me recojo en mí mismo, temeroso de no ser fuerte.
Sí, temo no soportar el paso de tanto amor en mi pequeño corazón.
Retraído, yo me siento acariciado por la luz, por dentro, como una caricia del Cielo.
Sin salida, me entrego al flujo de ese amor, que viene de la naciente del Eterno…
Y algo sucede: un chorro de luz dorada sube por mi columna, hasta el corazón.
Dentro de él, la luz se desborda… Y surge un río luminoso, lleno de almas libres…
Ellas nadan hacia lo infinito, felices y conscientes, en la luz de un Gran Amor.
Observando tal espectáculo, me invade una alegría espontánea.
Siento la libertad de ellas en mí mismo. Su alegría es la mía.
Es como un sueño… Ellas vuelven a casa, en la luz de lo Eterno.
Y yo siento que hay un Poder Mayor, magnánimo y sereno, ayudándolas en el tránsito.
Alguien, que es como una Madre Sutil, vela por sus sueños, y también por los míos.
Alguien que me acaricia, sin que yo lo vea, y que viaja juntamente con las almas libres…
Ah, las almas libres están riendo… Y yo las miro desde aquí, dentro de mí mismo.
No las envidio, pues sé que cada cosa tiene su tiempo. Solamente estoy admirado…
Sé que ellas han hecho por merecer la libertad espiritual. Se han rallado mucho…
Y yo las admiro, deseando que, cuando llegue mi hora, yo también esté riendo.
Como ahora, cuando la Madre de ellas hace entrar el río en el infinito, en dirección a casa.
Y, al mismo tiempo, Ella, que también es mi Madre, toca mi corazón, y me dice:
Gracias. Tus hermanos están en casa. Ellos han pasado por tu corazón, que es de la luz.
Sabrás que, aunque en la carne, es posible ser libre… Cuando la luz guía la jornada.
Y solo reconoce la luz aquel que es de la luz. Es el amor que lo mueve todo y a todos, siempre…
Entonces, el amor sigue… Y yo me quedo aquí pensando en el cariño y en la grandiosidad de Ella.
Ella, la Madre de las almas libres, que también es mi Madre, y la de todos los seres.
Ella, que hace correr el río de las almas, por entre los planos, en la luz de un Gran Amor.
Ella, que, nuevamente, ha hecho convertirse mi corazón en río de luz, y ha iluminado mi noche.
Y yo me quedo aquí, cada vez menor, admirado, y pensando en las almas libres y felices.
Y también soñando ser como ellas, el día en que la Madre venga a buscarme.
Ojalá, cuando llegue esa hora, que yo esté riendo y nadando en un río dorado.
Mientras tanto, me río aunque sea aquí mismo, pues el que es de la luz reconoce la luz.
P.D.:
En el centro de la noche, yo oro y agradezco.
Pienso en las almas libres, y me siento más que feliz.
La alegría de ellas es la mía.
La libertad de ellas es una inspiración.
La Madre de ellas también es la mía.
Y Ella vela por todos nosotros…
Mientras un Gran Amor mece nuestros sueños.
(Dedicado a las almas libres, que, por merecimiento, vuelan felices por ahí…)
Paz y Luz.
Wagner Borges – tu compañero de evolución, cada vez menor ante un Gran Amor, que no se explica, solo se siente…
Publicado dia 5/4/2009 6:09:32 PM em STUM WORLD
