Hay un dicho en Astrología que enseña: Todo lo que sucede está escrito en el cielo, pero no todo lo que está escrito en el cielo tiene necesariamente que suceder. La frase parece fácil de comprender pero no lo es. Cuando los acontecimientos se verifican en el plano material los astrólogos se inclinan sobre los aspectos planetarios para ver si estaban indicados en el cielo. ¡Sin embargo, mirar el cielo y prever el acontecimiento en lo material es mucho más difícil! He puesto de relieve esta dificultad en mis artículos y en las previsiones que publico anualmente en el STUM.
Había, sí, una previsión de terremoto en abril, lo mismo que también había una previsión de epidemia (virus y contagio a través del aire), aunque no había cómo prever dónde sucedería esto y a causa de qué. Como individuos, podemos ejercer nuestro libre albedrío hasta cierto punto, es decir, podemos hacer nuestras elecciones, pero siempre dentro de un cierto límite impuesto por nuestro mapa natal. O sea, nuestro mapa natal, determinando nuestro carácter, determinará también nuestras elecciones y, por tanto, sus consecuencias.
Por ejemplo, si estamos pasando por un tránsito de Urano sobre nuestro Sol natal, estaremos experimentando una necesidad de libertad que podrá ayudarnos a romper las limitaciones impuestas por las circunstancias de la vida. Podemos aprovechar ese tránsito para abrir una brecha en nuestro pequeño y restricto mundillo (nuestro refugio) y salir por ahí a explorar el mundo allá afuera o, entonces, podemos resistir y permanecer sujetos a los muros que nos protegen hasta que ‘algo exterior’ los haga caer, forzándonos a salir. Esto sucede, especialmente, cuando un acontecimiento mundano viene a sacudir nuestras bases.
No obstante, si se produce un terremoto en nuestra ciudad y perdemos nuestra casa, nuestro hogar, probablemente el hecho en sí no hubiera podido evitarse, inserto como está en un ‘karma colectivo’. Por ello es muy importante estar conscientes de nuestras elecciones individuales, ya que así nos pondremos en el camino adecuado y superaremos las turbulencias eventuales, pudiendo incluso evitar esos acontecimientos colectivos. Considero que las personas más conscientes pueden ejercer de esta forma su libre albedrío. De hecho, si tenemos en mente que las cosas suceden siempre como deben suceder, podemos también elegir por anticipado, ¿no os parece?
Vayamos y convengamos: ¡nadie conspira contra nosotros si nos sucede algo malo!
¡Probablemente entra en juego la ley de Causa y Efecto (una das 7 Leyes Herméticas)! Nuestros actos son inherentes a nuestra personalidad.
Recibo, semanalmente, llamadas telefónicas de clientes que se quejan de la vida: Los otros están contra mí, los otros conspiran contra mi felicidad. Por otros podemos entender la familia, los amigos, las parejas sentimentales, el jefe, la sociedad en general. No importa: hay personas que siempre culpan a los demás por aquello que la vida les manda.
No, queridos lectores, las cosas no suceden así. El Cosmos conspira siempre a nuestro favor, nunca en contra. Aquello que está escrito en las estrellas, en el mapa de nuestro nacimiento, imprime un carácter especial a cada uno de nosotros, ya que todos los mapas son diferentes, incluso los de las criaturas gemelas e indica nuestro temperamento. Así, el temperamento de cada uno difiere siempre, aunque el nacimiento se produzca con tan solo algunos minutos de diferencia. Y será ese temperamento lo que determinará la forma que tendrá cada cual para desenvolverse a lo largo de la vida, cómo reaccionará cada uno, como hará sus elecciones. Por consiguiente, determinará de qué modo funcionará la Ley de Causa y Efecto.
Pero al final, frente a las dificultades, debemos comprender que nuestra vida es exactamente como tiene que ser, o sea, que nuestra vida se desarrolla exactamente tal como ha sido planeada antes de nuestro nacimiento y de manera a propiciar que nos desarrollemos espiritualmente en esta encarnación actual.
Entonces, diréis, ¿podemos evitar un accidente, un robo, una desgracia? No siempre. Probablemente, un nativo de Aries, irreflexivo e imprudente, tendrá más posibilidades de sufrir un accidente que uno de Tauro, más pacato y tranquilo, o sea, naturalmente más prudente. No obstante, si el mapa del nativo de Tauro indica que sufrirá un accidente (aunque sea provocado por ‘otros’), él habrá de comprender que ese acontecimiento es exactamente lo que necesita. Y si el mapa del nativo de Aries indica que sufrirá un accidente, ¡él tendrá que aprender algo sin echar la culpa a otros por ello! En cada momento hemos de comprender los acontecimientos de la vida como un proceso natural de evolución, como un aprendizaje y no como un castigo. ¡No echemos la culpa a otros, ni a Dios, ni a los dioses, cualesquiera que sean!
Algo que puede ayudarnos a comprender el proceso es observar el acontecimiento siempre en un contexto mayor, o sea, por el lado de fuera. Si permanecemos mirando solamente nuestro ombligo, no lograremos contemplar el proyecto del Todo. Cuando observamos un cuadro, no debemos mirar cada pequeño trazo del pincel desde muy cerca, con la lupa, puesto que así no lograremos ver nada de aquello que el artista ha querido expresar. ¡Si contemplamos un cuadro de Van Gogh desde muy cerca no podremos apreciar toda su magnificencia! Veremos pinceladas confusas, no comprenderemos su significado. Tenemos que alejarnos, tomar distancia, inserir la pintura en el contexto y, entonces, todo se hará más claro, revelándonos el alma, la idea del artista. Con las cosas de Dios pasa lo mismo. ¡No debemos decir: qué quiere Dios conmigo, sino, qué desea Dios para mí en el contexto del Todo! Recordando que cada uno de nosotros es importante para el proyecto del Todo, estaremos simplemente haciendo nuestras elecciones conscientemente.
Esta semana podemos concentrar nuestras meditaciones en el nombre cabalístico nº 37, ANIEL, cuya vibración concede la sabiduría. El salmo de oración es el 79.
YUD NUN ALEPH
Leer de derecha a izquierda
37. La visión del conjunto