Uno de los mayores desafíos para el ser humano es aprender a dejar que la vida suceda, confiando simplemente en la magia de la existencia y teniendo la seguridad de que ella le traerá cuanto necesita para ser feliz.
Sentirse integrado de modo absoluto con el Universo aún es un privilegio que pocos experimentan, pero puede hacerse accesible a cualquiera que se disponga a cambiar su manera de relacionarse con las leyes de la naturaleza.
Cuánto más intentamos forzar los acontecimientos y aumentamos nuestro nivel de ansiedad para alcanzar algo muy deseado, más frustración experimentamos. Plantar las semillas y esperar pacientemente a que se produzcan las condiciones favorables para su florecimiento, exige una dosis de paciencia que no todos se disponen a cultivar.
Mientras no aprendemos que relajarse y aceptar constituyen el camino más eficaz para el fluir armonioso de todo lo que anhelamos, seguiremos cultivando el miedo, la inseguridad y el pesimismo en relación a la conquista de nuestros sueños.
Creer plenamente en nuestra propia capacidad es la mejor manera de obtener siempre los mejores resultados en todo lo que realizamos, desde las tareas más triviales, hasta las más desafiadoras.
Lo importante es no permitir que cada nueva conquista que buscamos, se transforme en una cuestión de vida o muerte, pues esta postura interior es el principal obstáculo para la consecución de cualquier meta.
...Has de ser claramente consciente de la diferencia entre ‘consecuencia’ y ‘resultado’. Un resultado es conscientemente deseado; una consecuencia es un subproducto. Por ejemplo: si yo te digo que si juegas, la felicidad será la consecuencia, vas a intentar obtener un resultado. Vas y juegas y te quedas esperando el resultado de la felicidad. Pero yo te he dicho que ella será la consecuencia, no el resultado.
La consecuencia significa que si estás realmente en el juego, la felicidad se producirá. Si tú constantemente piensas en la felicidad, entonces, ella tendrá que ser un resultado; ella nunca sucederá. Un resultado viene de un esfuerzo consciente; una consecuencia es tan solo un subproducto. Si estás jugando intensamente, estarás feliz. Pero la propia expectativa, el anhelo consciente de la felicidad, no te permitirá jugar intensamente. El ansia del resultado se convertirá en barrera y tú no serás feliz.
La felicidad no es un resultado, es una consecuencia. Si yo te digo que si amas, serás feliz, la felicidad será una consecuencia, no un resultado. Si piensas que, porque deseas ser feliz, debes amar, nada resultará de ello. Toda la cosa estará falsificada, porque la persona no puede amar en busca de algún resultado. ¡El amor sucede! No hay motivación por detrás de él.
Si hay motivación, no es amor. Puede ser cualquier otra cosa. Si yo estoy motivado y pienso que, porque deseo la felicidad, voy a amarte, ese amor será falso. Y como será falso, la felicidad no resultará de él. Ella no vendrá; es imposible. Pero si yo te amo sin cualquier motivación, la felicidad surge como una sombra.
El tantra dice: a la aceptación le seguirá la transformación, pero no hagas de la aceptación una técnica para la transformación. No lo es. No anheles la transformación – solo entonces la transformación se produce. Si la deseas, tu propio deseo es el obstáculo.