A nosotros los occidentales, nos parece un juego o un simple pasatiempo, la práctica del Tiro con Arco y Flecha. Se equivoca el que piensa así. Por cierto, son pocas las personas que conozco, aquí en Brasil, con información suficiente para la correcta práctica del KYUDO.
Nuestra vida se parece a este arte. Sí, y no exagero cuando defino este deporte como un arte. No existe arte sin equilibrio, sin control emocional, sin disciplina y dedicación.
No se consigue dar en la diana, alcanzar una meta, sin una perfecta combinación entre mente, cuerpo y objetivo.
La solución de nuestros problemas diarios tiene una increíble semejanza con la práctica del tiro con arco y flecha. Somos fruto de lo que pensamos y, por tanto, de nuestros valores. Somos, de esta forma, el resultado de todo aquello que nuestro cuerpo hace. Y, finalmente, nos convertimos en diana de aquello que creemos.
Por tanto nuestra vida no es consecuencia de la casualidad. Es resultado de una perfecta combinación de emociones, pensamientos y actitudes. Nadie hace nada por nosotros. Somos el resultado perfecto de una ecuación humana altamente dominada por nuestras emociones.
Dar en la diana tampoco es una cuestión de suerte. Es el merecimiento de una combinación de factores.
Un día mi Maestro me dijo: - ¿Por qué has dejado de practicar Kyudo?
- Ando sin tiempo, contesté.
- Los dos sabemos, Saúl, que el tiempo es una cuestión de preferencia y disciplina. ¿Cómo quieres ser una persona asertiva si no combinas, en tus actos, el principio de este arte: actitud, movimiento y técnica? Los tres han de estar en perfecta armonía para poder dar en la diana. Es con esta combinación como empezamos a dominar nuestras emociones. Una vida no es un conjunto de casualidades. Una vida es el resultado de lo que somos. Sé que ya no haces a los demás responsables de tus faltas, pero para que ellas dejen de existir es preciso practicar. Es preciso saber hacer. Es preciso comprender cómo se alcanza el objetivo. Todo en la vida exige disciplina, control emocional y entrenamiento.
Después de esta advertencia, he procurado practicar más Kyudo, pues con él es como consigo más disciplina mental y corporal. Cada flecha recorre camino distinto porque en cada segundo somos una persona diferente. Pero todas pueden ser encaminadas adecuadamente por nosotros. Lo mismo que las flechas, son nuestras actitudes. Nosotros manejamos el timón de ellas, pero para alcanzar correctamente nuestros objetivos es preciso control sobre nuestras emociones.
No hay modo de dar en la diana sin una fuerte concentración y una perfecta armonía entre el cuerpo, el arco/flecha y la diana. Los tres han de estar en sintonía perfecta. Así es como debemos encarar nuestros problemas con la armonía del Universo.
El Arco, la Flecha y la Diana son mis aliados en la búsqueda de un equilibrio que ya no está tan distante como estaba antes. No nos empequeñecemos por no dar en la diana. Nos empequeñecemos si no practicamos, si esperamos que las cosas caigan del cielo o que sean obra de algún ser mágico.
Toda la magia de una buena vida está situada en nuestra mente y en nuestros valores. Dar en las dianas es tan solo una cuestión de práctica, equilibrio y dedicación.
Te recomiendo leer el libro El Arte Caballeresco del Arquero Zen, de Eugen Herrigel, de la Editora Pensamento.
Saul Brandalise Jr. é colaborador do Site, autor do livro: O Despertar da Consciência da editora Theus, onde mostra através das narrativas de suas experiências como extrair lições de vida e entusiasmo de cada obstáculo que se encontra ao longo de uma vida. Email: [email protected] Visite o Site do Autor