Observando la vida cómo anda… a veces hago conexiones aquí… y allí…
Hoy me he puesto a imaginar cómo la vida a veces se parece a un juego, en que no siempre tener todas las cartas en la mano es garantía de victoria… y algunas veces, el no tener el juego hecho… es exactamente el camino que nos conduce a ella.
Es que cuando tenemos todas las cartas en la mano en un juego hecho, pendiente solo de una carta… eso nos lleva a creer que nuestra victoria solo puede venir de allí, de aquella carta… y con eso abandonamos cualquier otra posibilidad, nos encerramos en aquella y solo en aquella…
Ese es un riesgo porque perdemos todas las otras posibilidades.
Cuando creemos que es así y permanecemos a la espera de una única carta… limitamos nuestros caminos a un único final esperado, pero… que puede no llegar nunca.
Y podemos ver como el juego… o la vida… va pasando ante nuestros ojos, y aquella tan soñada carta, de repente… aparece en otro juego y echa por tierra tantas expectativas.
Otras veces recibimos cartas que no se combinan… y nuestro juego parece muy malo y sin perspectivas, y solo nos resta tener paciencia para intentar montar un juego a partir de la nada… abriéndonos para recibir las cartas que nos llegan, aunque sin aparente relación, comprendiendo que… en el juego como en la vida, hay momentos en que las cosas suceden paso a paso y que no nos es dado conocer el resultado final con antelación. Entra una carta aquí… otra allí… hasta que nuestro juego empieza a tener más sentido y de repente… una carta inesperada puede incluso sorprendernos trayendo la victoria.
Está claro que no existen reglas y que podemos salir con el juego hecho y la primera carta que sacamos llevarnos a la victoria… lo mismo que un juego malo puede ser solo eso, un juego malo…
Pero no he podido dejar de hacer algunas comparaciones con nuestra vida…
Cuántas veces estamos esperando que alguna área de nuestra vida venga a ser colmada por algo o alguien que solo puede tener determinadas características para que encaje entre las otras cartas que tenemos en manos… y con eso descartamos cualquier otra cosa que no se ajuste a los modelos prefabricados que hemos creado con nuestra expectativa.
Cuántas veces siquiera nos damos la oportunidad de mirar para lo que nos llega, porque no es aquello lo esperado.
Casi siempre nos olvidamos de la perfección del Gran Misterio que nos da aquello que necesitamos y no aquello que queremos, porque generalmente ese querer es algo del ego y Él nos trae lo que satisface a nuestra Alma.
Aunque a veces semeje una carta que va a embarullar completamente el juego hecho que ya tenemos en la mano.