Solo el espacio civilizado “parece” más previsible y rutinario. Con todo, esto es asimismo una ilusión, pues los seres humanos se manifiestan de los modos más diversos. Véanse las diferencias en las prácticas de alimentación o de vestuario en las diferentes culturas.
Puede serte cómodo y darte cierta sensación de seguridad el hecho de ser repetitivo. Al fin y al cabo has tenido todo el tiempo de tu vida para adaptarte a tus familiares más cercanos, al grupo de amigos, a las orientaciones y exigencias educacionales y, más aún, procurando asegurar tu desarrollo y éxito profesional. Ahora bien, esto puesto, piensa en cuántas actitudes, ideas, explicaciones y justificativas – respecto de todo y de todos – has asimilado a lo largo de tu andadura. No es esta quizá la mayor parte de lo que entiendes como tú mismo.
¿Por casualidad ya te has visto exigido a mostrarte coherente en tus actos? ¿A mostrar un mixto de lógica y de previsibilidad en lo que piensas? Es obvio que sí, ¡¿no es cierto?!
¿Te sientes a gusto para cambiar tu modo de ser, de pensar o de proceder de un día para otro? ¡¿No?!
Pues bien, tienes una parte tuya que es habitual, repetitiva, que cree y piensa casi siempre las mismas cosas. Tus puntos de vista – cuando están muy arraigados – no te dejan mucho margen para la creación, la espontaneidad y la libertad. Tú no eres libre de ser, actuar o hacer. A veces te cansas de ser tan previsible. Paradójicamente sientes un miedo mortal a cambiar, a arriesgar, a perder lo que tienes o has conseguido...
Existe algo a que podríamos llamar YO HABITUAL. Una estructura de la cual dependemos, para tener una noción de nuestra propia existencia como separada de la existencia de los otros. Esta estructura necesita desesperadamente sentir seguridad en un mundo en continuo cambio y… bendito sea el hábito, pues él nos libra de la necesidad de tomar decisiones y de revisar las direcciones que toman nuestros pasos en el AQUÍ Y AHORA… Solo que esta maravilla adaptativa – el YO HABITUAL – depende de un mundo rutinario y repetitivo para tener éxito en su actuar. Desgraciadamente el mundo está en continuo cambio y la multiplicidad es su nota principal, pues toda la naturaleza se basa en la pluralidad y en el embate de fuerzas poderosas y frecuentemente contrarias.