Hay cosas que parecen no significar nada y que nos gustan porque sí… o no nos gustan porque no… pero, en verdad, todo tiene su significado… y muchas veces, cosas aparentemente sin mayor importancia, pueden ser una clave preciosa de liberación.
Me encanta el fútbol… casi todas las personas que me conocen se quedan admiradas porque… parece que el gusto por el fútbol no se combina en nada conmigo… Recuerdo que una vez, un amigo mío, al comentarle que me gustaba… pasada la primera reacción de susto, dijo que se sentía incluso aliviado, porque al fin había encontrado algo que me prendía a la Tierra. En aquella época yo andaba completamente en el aire…
En fin… me gusta el fútbol, me gusta muchísimo. Y, claro, tengo un equipo que desde pequeña es el de mi corazón…
Me ponía triste cuando ese equipo perdía y feliz cuando ganaba… como todo buen seguidor.
Como vengo experimentando muchos cambios internos con el Ho’oponopono, el último domingo me sorprendí al notar que el ver perder a mi equipo por muchos goles no me afectaba para nada… Estaba tranquila y feliz con las pocas buenas jugadas que hacía… y en cuanto a los goles encajados, los veía y sentía que todo aquello parecía muy distante de mí.
Era tan sorprendente esa reacción, que ni siquiera podía creer que estaba así… y era una sensación muy buena el no verme afectada por cosas que antes me fastidiaban.
Por la noche… ya acostada para dormir, iba a hacer el Ho’oponopono para una cuestión que estaba trabajando… cuando una voz interna me dijo que tenía que hacerlo para algo relativo a mi equipo…
Me resistí un poco porque el otro motivo me parecía más serio… pero como la voz insistió… le obedecí.
Mi equipo en realidad iba muy bien… y de repente empezó a caer, como si no pudiese mantener el estar bien.
Claro que comprendí que aquella memoria yo también la compartía, y que tal como afectaba al equipo, también a mí me afectaba.
Y así lo hice, pensando que algo muy ligero sería liberado… pero, de repente, sentí una tristeza muy grande… esa tristeza me remitió a una memoria en que me he visto pequeña, en una casa que ni siquiera recuerdo cuál era, que en la parcela tenía dos columnas…
Me he visto allí, niña pequeña aún… rezando para que mi equipo no perdiese, muy afligida…
Continué con las frases mientras una emoción muy grande me hizo llorar sin que supiese por qué…
A continuación me he visto asistiendo a una escena en la cual mi padre se enfadaba mucho con un amiguito mío y lo zarandeaba. Volviendo a ver aquella escena, que había presenciado en la infancia, vino todo el sentimiento que ella me había causado…
Allí, bajo mi mirada de cría pequeña… yo veía a alguien que no podía defenderse, sufriendo una injusticia y siendo tratado de forma muy agresiva… yo lloraba mucho mirando a mi amigo, tan pequeño e indefenso, zarandeado por aquel hombre tan grande… un dolor muy agudo salió a la superficie con tal intensidad que yo no lo hubiera podido imaginar.
Ahora conseguía acordarme tan nítidamente aquella escena, y de otras parecidas y de todo lo que yo sentía…
Lloré mucho mientras continuaba con las benditas frases del Ho’oponopono.
Hasta que cuando la emoción se fue haciendo más suave pensé intrigada…
Pero ¿qué tiene que ver mi equipo con esto?
-Válvula de escape… fue lo que mi dijo aquella voz que me guiaba en este proceso. Lloré mucho más…
Parece que aquello desencadenó más emoción… todavía incomprensible para mi razonamiento.
Dormí aún bajo el efecto de esa emoción y al día siguiente continué pidiendo que se limpiasen aquellas memorias relativas a ese acontecimiento, que tanto me habían marcado, pese a que hasta aquel momento siquiera me acordaba de él. No obstante él ciertamente actuaba en lo escondido, interfiriendo en mis elecciones…
Hoy, recordando aquel llanto tan dolido, comprendí que aquella escena de un padre zarandeando a un hijo travieso había sido recibida por mí como una injusticia y una agresión a quien no podía defenderse…
Una autoridad castigando injustamente a alguien bajo su dominio.
Y lo que me hizo sentir tanto dolor pudo ser una memoria aún más antigua… y que, en realidad, yo reaccionaba también a esa memoria… aquel acontecimiento sirvió de gatillo para ponerla en marcha.
Hoy por la mañana ocurrió algo que me pareció bastante curioso… Cuando fui a enhebrar la máquina de coser… cosa que sé hacer desde pequeña, puse el hilo mal. Lo intenté nuevamente y de nuevo me equivoqué… Esto lo hacía automáticamente, sin tener siquiera que fijarme en lo que hacía… y ahora estaba toda embarullada, sin conseguir hacer el mismo camino que había recorrido tantas veces… Sin comprender el por qué de aquello, ya estaba empezando a preocuparme… pero en seguida cayó una ficha.
Considero que algo muy profundo ha sido de veras liberado… y al no conseguir llevar a cabo algo que hacía automáticamente… al igual que cuando reaccionamos a las memorias, hacemos siempre de la misma forma… parece que el Universo me estaba diciendo que yo realmente había roto un patrón…
Ha sido cuando mis pensamientos, que ya amenazaban viajar lejos en esta historia, fueron interrumpidos por la llamada de teléfono de una amiga… Le conté mi experiencia con la criatura interior, a lo que ella me dijo que iba a revelarme, entonces, el regalo que me tenía guardado… Era un objeto muy significativo y precioso para mí, que habla entre otras cosas de la criatura interior y de la inocencia.
Agradecí mucho, a ella y al Universo…
Realmente no importan mucho las explicaciones porque, cuando hacemos el Ho’oponopono, no hay forma de comprender lo que está sucediendo y tampoco lo necesitamos… Y por más loco que pueda parecer, un equipo de fútbol accionó un gatillo que me llevó a una cura profunda… Quizá aquella memoria era tan dolorosa para mi criatura, que necesitaba algo que la ayudase a escapar al contacto con ella… y mi equipo cumplía ese papel…