Cuando el virus de la gripe A H1N1 se diseminó por el mundo, aparece una droga que promete resolver la cuestión, el ahora famoso Tamiflu. ¿Quién detenta la patente y comercialización de ese medicamento? Los laboratorios Roche y la empresa Gilead Sciences. Y ¿quién es el mandamás de la Gilead? Nada menos que Donald Rumsfeld, ex secretario de Defensa del gobierno Bush, uno de los que ideó la invasión de Irak.
En 2005, cuando los medios de comunicación saltaban como palomitas de maíz divulgando el “pánico” mundial de la gripe aviar (H5N1) la administración Bush determinó la vacunación de todos los soldados que se encontraban fuera del país. El propio Rumsfeld hizo el anuncio de la compra por el gobierno de 1 billón de dólares en dosis del medicamento. Unos días más tarde, la Casa Blanca envió una solicitud al Congreso de los EUA para la compra de 2 billones de dólares más en stocks del Tamiflu. Con eso, su facturación pasó de 254 millones en 2004 a más de 1 billón en 2005.
Según datos de abril de 2009, de la Organización Mundial de la Salud, la gripe aviar mató en todo el planeta a 257 personas. La gripe común mata, como media, a 500 mil por año. El Rumsfeld ex director presidente de la Gilead, ciertamente agradeció al Rumsfeld entonces secretario de Defensa.
El Tamiflu era hasta 1996 propiedad de la Gilead Sciences Inc., empresa que ese año vendió su patente a los laboratorios Roche, y ¿sabes quién ya fue su presidente? El ex secretario de Defensa de los Estados Unidos, Donald Rumsfeld, que aún hoy es uno de sus principales accionistas. Mientras se hablaba de la gripe aviar, la Gilead Sciences Inc. quiso recuperar el Tamiflu, alegando que la Roche no hacía esfuerzos suficientes para fabricarlo y comercializarlo. Ambas empresas se pusieron a “negociar” y llegaron a un acuerdo en tiempo récord, constituido de dos comités, uno encargado de coordinar la fabricación mundial del medicamento y decidir autorizaciones a terceros para fabricarlo, y otro para coordinar la comercialización en las ventas a los mercados más importantes, incluyendo a los Estados Unidos. Además de eso la Roche pagó a Gilead Sciences Inc. algunas “regalías” retroactivas por valor de 62,5 millones de dólares. Sin contar que la Gilead se quedó con otros 18,2 millones de dólares extras por ventas superiores a las contabilizadas entre 2001 y 2003.
Y ¿qué tiene que ver Donald Rumsfeld con todo esto? Absolutamente nada. Según el comunicado emitido en el mes de octubre por el Pentágono, el secretario de Defensa de los Estados Unidos no intervino en las decisiones que tomó el gobierno de sus amigos Bush y el vicepresidente Dick Cheney sobre las medidas preventivas adoptadas para prevenir una pandemia. El comunicado afirma que él se abstuvo, que no tuvo nada con la decisión de la administración norteamericana de apoyar y aconsejar el uso del Tamiflu en todo el mundo. Y claro, nosotros lo hemos creído, lo mismo que cuando él aseguró solemnemente que en Irak había armas de destrucción masiva.
Además de esto, su nombre ya apareció junto a una vacunación masiva contra una supuesta gripe durante la administración de Gerald Ford, en la década de los 70, que tuvo como resultado más de 50 muertes a causa de los efectos colaterales. O cuando la FDA aprobó el “aspartamo”, tres meses después de que Rumsfeld se incorporase al gabinete de Ronald Reagan (aunque en los diez años anteriores de estudios nadie hubiese tomado decisión alguna). Solo alguien muy “malintencionado” creería que ha habido un lobby, solo porque un poco antes de entrar a formar parte del gobierno norteamericano Rumsfeld era presidente del laboratorio fabricante del “aspartamo”. Y creo que él tampoco ha tenido nada que ver en la compra de miles de Vistide, medicamento adquirido en masa por el Pentágono para evitar efectos colaterales de la viruela, aplicado en los soldados antes de que embarcasen para Irak. ¿Hace falta decir que el Vistide también era producto de la Gilead Sciences Inc.?
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