Diariamente recibo e-mails pidiendo orientación acerca de cómo solucionar varios tipos de conflictos y siempre es bueno recordar que la mayoría de ellos puede suavizarse obteniendo el auto-conocimiento, que se consigue más efectivamente con el proceso de psicoterapia. Pero ¿por qué motivo insisto en este trabajo? Porque difícilmente conseguimos observar todo lo que hay dentro de nosotros sin auxilio de un profesional. Los amigos ¿pueden ayudar? Claro que sí, pero cada uno trae en sí un historial de vida, y cuando contamos algo a alguien y nos da un consejo u opinión, en general esa respuesta estará contaminada con el historial de la persona, o sea, lo que ella ha vivido interferirá directamente en la opinión que va a dar; a diferencia del profesional, que no está allí para decirte qué o cómo hacer, sino para proporcionarte una mayor reflexión acerca de tus sentimientos y actitudes. ¿Quieres un ejemplo? Si le cuentas a un amigo una disputa que has tenido con tu madre, oirás algo referente a lo que tu amigo ha vivido respecto de su madre. Si tu amigo tiene conflictos con su madre, esto podrá influir en la opinión que te dará. Raramente oirás como respuesta algo que te haga reflexionar sobre tus propios sentimientos.
Otro factor importante es que en la psicoterapia, según la línea o teoría del trabajo, se tiene en consideración no solo el consciente, sino principalmente el inconsciente, donde está registrado todo aquello que hemos vivido y principalmente lo que hemos sentido, desde la concepción hasta el momento presente. Y muchas personas, al no tener este conocimiento, acaban por limitar la percepción de sí mismas. O sea, para conocernos hemos de considerar además los aspectos inconscientes. Esto raramente lo hará un amigo.
Son nuestros pensamientos y opiniones lo que crea nuestros sentimientos, y ambos crean nuestras actitudes. Pero tememos a los sentimientos, huimos de ellos, negamos sentirlos y con eso, las dificultades se suman. El hecho de pasar por alto lo que sentimos no hace que desaparezca de dentro de nosotros, por el contrario, lo que se niega se hace más fuerte. Cuando reprimimos lo que sentimos, estamos impidiendo que la energía contenida se manifieste y nos mantenemos en el mismo patrón de comportamiento, al no permitir los cambios, tan esenciales para el crecimiento. Y con esto seguimos en la vida repitiendo patrones. Al reflexionar sobre tu vida podrás encontrar patrones de comportamiento y/o sentimientos que se repiten. Muchas veces las situaciones son diferentes, pero generalmente el sentimiento despertado ya es conocido. Procura identificar qué sentimiento has tenido en las últimas semanas… Percibirás que es un sentimiento que te acompaña desde hace mucho tiempo. ¿Cuál es su origen? No siempre conseguimos identificarlo sin el auxilio de un profesional.
Para poder conocernos profundamente es preciso permitir que todas las emociones que están dentro de nosotros se hagan conscientes. Sin fugas, que en general se producen de diversas maneras, ya trabajando en exceso, consumiendo alcohol, en la compulsión por la comida, las compras, el juego, etc. Estamos constantemente ocupados con tantos quehaceres que siquiera nos damos tiempo para identificar lo que sentimos. Todo eso hace que miremos solo hacia fuera, y no hacia dentro de nosotros. Estamos siempre apagando incendios y no nos damos tiempo para oír aquello que muchas veces grita dentro de nosotros. Es cuando surgen las enfermedades y los síntomas, como intentando hacernos oír lo que negamos. Si dejases gritar a tu alma ¿qué diría ella? ¡Escúchala!
Otra manera de huir de nuestro potencial y capacidad de contemplarnos por entero es mantener relaciones afectivas destructivas. Estamos tan aturdidos intentando salvar nuestra relación que en medio de tantos altercados, insatisfacciones, desatenciones, acusaciones, nos sentimos sin condiciones para proceder de forma a defendernos. Nuestra capacidad de concienciarnos de nuestro valor parece quedar totalmente comprometida. En este proceso nos perdemos de nosotros mismos, y en vano pasamos a buscar en el otro la solución que está precisamente dentro de nosotros. Es cuando pasamos a supervalorar al otro en la misma proporción en que nos desvalorizamos. Lo cual por sí solo crea un círculo vicioso. Vemos al otro, o queremos verlo, como responsable por nuestro sufrimiento y también por nuestra felicidad. Y dejamos nuestra vida en manos de alguien que muchas veces no logra cuidar siquiera de la suya propia… para cuanto más de la nuestra. Y lloramos, nos desesperamos, queremos respuestas urgentes, pero siquiera nos damos el trabajo de cuestionar sobre las posibles causas de nuestros sentimientos más profundos.
¿Qué hacer frente a los conflictos? Primero es preciso identificar tus sentimientos. Parece fácil, pero no lo es tanto. Detente unos segundos y pregúntate: ¿qué es lo que estoy sintiendo en este momento? No siempre la respuesta vendrá de inmediato. Pero insiste. Pregúntate también: ¿qué es lo que me causa esta insatisfacción? (o lo que quiera que sientas…) Pregúntate todos los días, por lo menos una vez al día, qué sentimiento es el que tienes. Seguramente esto te ayudará a conocerte un poco más. Y ¿qué hacer con el sentimiento que has identificado? Procura buscar su origen, ¿en qué situación ha comenzado? Nuevamente, escucha la respuesta. Ejercita el oírte todos los días, para así conocer algo más sobre ti, sin miedos, ¡pero con la convicción de que dentro de ti está la respuesta que tanto buscas!
Rosemeire Zago é psicóloga clínica CRP 06/36.933-0, com abordagem junguiana e especialização em Psicossomática. Estudiosa de Alice Miller e Jung, aprofundou-se no ensaio: `A Psicologia do Arquétipo da Criança Interior´ - 1940.
A base de seu trabalho no atendimento individual de adultos é o resgate da autoestima e amor-próprio, com experiência no processo de reencontrar e cuidar da criança que foi vítima de abuso físico, psicológico e/ou sexual, e ainda hoje contamina a vida do adulto com suas dores. Visite seu Site e minha Fan page no Facebook. Email: [email protected] Visite o Site do Autor