Experimentar la vida en el plano material y, al mismo tiempo, hacer el camino de vuelta a la fuente real de nuestro ser, no es una tarea fácil y muchos se pierden en ese camino.
Alcanzar un estado en que la paz y la sabiduría se sobreponen al miedo y a la desconfianza requiere una voluntad férrea, mucha perseverancia y, sobre todo, confianza total en que la conciencia divina está allí, disponible para nosotros a cualquier instante, siempre que seamos capaces de alcanzarla.
Muchas veces los problemas cotidianos nos llevan a desanimarnos y a considerar que no lograremos dar cuenta de este desafío, pues es como si éste fuese algo casi imposible de realizar, como los doce trabajos de Hércules, o la saga de Jasón en busca del vellocino de oro.
No obstante, sí podemos obtener avances y progresos en esta meta, principalmente si nos dejamos llevar sin prisa o ansiedad, tan solo permitiendo que pequeñas iluminaciones empiecen a hacerse presentes, hasta que, poco a poco, se ensanchen y pasen a constituir nuestra manera natural de reaccionar frente a los acontecimientos.
De repente nos sorprenderemos aceptando, de manera tranquila y desapegada, acontecimientos que antes nos hacían entrar en pánico o tener ataques de rabia. Observar nuestro interior y ser capaces de percibir los momentos en que estamos siendo dominados por el antiguo modo de ser y cuando, por el contrario, la esencia se mantiene inquebrantada, es algo extremadamente gratificante.
Sobre todo, debemos valorar lo que realmente importa, o sea, ser fieles a nuestros verdaderos sentimientos, aunque no siempre podamos expresarlos en el mundo exterior. No perder de vista lo que sentimos en cada momento es esencial para que seamos capaces de mantener la conexión permanente con nuestra verdadera esencia.
Ahora, todo está cabeza abajo. Has olvidado completamente lo interior, lo exterior ha venido siendo la totalidad de tu vida. Esto es como si alguien estuviese parado sobre la propia cabeza y hubiese olvidado por completo cómo erguirse sobre sus pies nuevamente.
Ahora, parado sobre tu cabeza, tu vida será realmente difícil se quieres ir a algún lugar, si quieres hacer algo, todo se volverá muy difícil, casi imposible.
Y esto es lo que está ocurriendo. Las personas están cabeza abajo, porque el lado de fuera ha venido siendo más importante que el interior. Lo exterior se ha vuelto totalmente importante, y lo interior queda completamente ignorado, olvidado.
El tesoro real es interior. Del exterior puedes obtener solamente pistas del tesoro interior. Del exterior, solamente saetas señalando el más íntimo corazón de tu ser; del exterior, solamente marcos. Pero no te apegues a un marco, y no pienses que él es la meta y que has llegado.
Recuerda que el hombre común está viviendo una vida muy anormal, porque sus valores están cabeza abajo. El dinero es más importante que la meditación, la lógica es más importante que el amor, la mente es más importante que el corazón. El poder sobre los demás es más importante que el poder sobre el propio ser. Las cosas mundanas son más importantes que encontrar tesoros que la muerte no puede destruir.
Deja que esto penetre hondamente en tu corazón: a menos que lo interior sea más importante que lo exterior, estarás viviendo una vida anormal. La persona normal es aquella cuyo interior es la fuente de todo cuanto ella está haciendo.
Lo exterior es tan solo un medio, lo interior es un fin.
El caso de amor que tienes con una mujer o un hombre es un medio para el fin. El fin es tener un caso de amor con tu mujer interior o tu hombre interior. Lo exterior ha venido siendo usado como una situación de aprendizaje, es una gran oportunidad.
No estoy contra el caso de amor exterior, estoy completamente a favor de él, porque sin él nunca te harás conocedor de lo interior. Pero recuerda, no te quedes preso en lo exterior. OSHO. El Libro de la Sabiduría.
Publicado dia 9/15/2009 12:13:47 PM em STUM WORLD
