Estaba con los ojos cerrados... en silencio... y algunas veces ese silencio es tan profundo que me atrae como un imán... parece que allí yo sacio mi sed de algo... Tal como el cuerpo tiene sed de agua... mi Alma tiene sed de silencio...
Ese día el silencio se llenó con la imagen de una pieza de un puzzle... solo que esa pieza de repente empieza a quedarse sin forma... medio difusa... tan anublada que no se podían distinguir los contornos, ni el color original de la pieza.
Al mismo tiempo vi otras varias piezas que tampoco tenían una forma muy definida... todas difusas y sin contorno nítido... Mientras veía aquellas imágenes, a otro nivel se me mostraba que... cada uno de nosotros es como una pieza de un puzzle, buscando encontrar su lugar, para en fin... tener la visión y la conciencia del Todo... y comprender que Somos Todos Uno...
Sin embargo, para encontrar nuestro lugar, primero tendríamos que encontrar nuestra forma única de Ser...
Parece bien sencillo imaginar que cada uno de nosotros es una pieza única y que cuando cada pieza encuentre su lugar el puzzle queda armado y nos sentiremos parte de un Todo... donde la forma de cada pieza deja de existir para prevalecer la conciencia del Todo...
Parece... pero no es así... cuando aprendemos, por varias vías, a ser diferentes de lo que somos.
Para encajarnos en ese puzzle lo único que se nos pide es que seamos fieles a nuestra verdadera naturaleza.
Ponemos tantos añadidos... tantos velos, y escondemos tanto de nuestra esencia, que se hace de veras difícil descubrir nuestra manera única de ser, de expresarnos... para encontrar nuestro lugar en el inmenso puzzle de la vida... Todavía más porque las piezas que se encajarían a nuestro lado... lo mismo que nosotros también están sin forma.
Pero la buena noticia es que no tenemos que preocuparnos por las piezas de al lado... ni pretender adaptarnos a aquellas piezas que ya están encontrando su forma para intentar encajarnos aquí y allí...
Para encontrar aquel lugar que nos está reservado y donde finalmente nos sentiremos en casa, solo necesitamos revelar quiénes somos... y eso facilita el que otras piezas también encuentren su lugar...
Solo necesitamos liberar todo cuanto no nos representa...
Si hemos aprendido a buscar fuera y a mirar al lado, ahora es hora de buscar dentro, en una conexión directa con la Divinidad que habita en cada uno de nosotros.
El tiempo urge porque estamos ciertamente al final de un gran ciclo... donde existe caos pero también todas las posibilidades de Luz.
Tenemos todas las herramientas disponibles, solo nos resta elegir si queremos o no descubrir qué pieza somos en este puzzle.
Qué contornos van a revelarnos... Con qué colores y matices de Luz vamos a contribuir para el Todo...
Me acordé de una visión que tuve el otro día... en la cual estaba rodeada por lobos feroces que venían en todas las direcciones... y allí, yo no tenía siquiera aquel abismo, en el cual siempre me veo en finales de ciclo, para saltar rumbo a lo desconocido.
Los lobos se acercaban más y más y, sin escapatoria... solo me restó sumergirme dentro de mí... Y allí encontré el silencio y la Paz que me llevó a retirar una nueva capa del velo que aún me hacía ser una pieza difusa en el inmenso puzzle de la Vida...
Comprendí que aquellos lobos, que siempre me aparecen como aliados que indican el camino... allí, parecían feroces y amenazadores... pero quizá fuese la única forma de indicarme el más precioso de todos los caminos... solo estaban señalándome la única salida...
A veces, saltar hacia dentro de ti mismo puede parecer peligroso y aterrador, pero es la única salida en estos tiempos... y la libertad conocida es nada ante aquello a que podemos acceder en esa inmersión...
Buscando fuera tenemos acceso a más añadidos que ocultan nuestra verdadera naturaleza... Buscando dentro... el acceso directo a Todo lo que Es...