¿Por qué será que el cambio, de modo general, nos causa tanto temor? Difícilmente encontramos personas que se enfrentan a situaciones nuevas de manera tranquila y relajada.
Incluso cuando vivenciamos circunstancias que nos hacen infelices, tenemos tendencia a permanecer allí durante mucho tiempo, acomodados, tan solo por la sensación de confort que nos transmite lo ya conocido.
Cuando, sin embargo, los cambios surgen repentinamente, impuestos por la vida, sin que tengamos poder alguno para impedir que se produzcan, sentimos que nos falta el suelo bajo los pies y tenemos la nítida sensación de haber perdido cualquier referencia que nos oriente a lidiar con la nueva realidad.
En estos momentos, todo nos parece amenazador y nuestro deseo es volver a lo antiguo como si éste fuese una poderosa tabla de salvación. Como la naturaleza es sabia, a veces nos obliga a enfrentarnos a lo nuevo, tan solo para que podamos descubrir en nosotros un poder que no imaginábamos poseer.
Si sabemos, con cada cambio que la vida nos presente, experimentar una nueva actitud, aceptando el desafío con entusiasmo y coraje, en vez de dejarnos dominar por la rebelión y la cobardía, ciertamente acabaremos por realizar importantes descubrimientos.
Cuanto más capaces seamos de vencer nuestros temores y limitaciones, más fuertes nos sentiremos, hasta que llegue el momento en que pasaremos a encarar los cambios como una bendición, un regalo de la vida, algo que recibimos con gratitud, en la seguridad de que, al encararlos de frente y con total aceptación, estaremos fortaleciendo cada vez más la expresión de nuestra esencia divina.
...La memoria es una cosa muerta. La memoria no es verdad y no puede ser eterna – porque la verdad es siempre viva, la verdad es vida.
La memoria es la persistencia de algo que ya no es. Es vivir en un mundo fantasmagórico – pero que nos contiene, es nuestra prisión.
...La memoria crea el nudo, el complejo llamado Yo, el ego. Y naturalmente esta falsa entidad llamada Yo tiene constantemente miedo a la muerte. He aquí por qué tienes miedo a lo nuevo.
Este Yo tiene miedo, no tú, realmente. El ser no tiene miedo. Pero el ego sí lo tiene – porque el ego tiene mucho miedo a morir. Él es artificial, es arbitrario, es un pegote. Y puede ser puesto de lado, en algún momento. Y cuando entra lo nuevo, hay temor.
El ego tiene miedo, puede ser puesto de lado.
De algún modo él ha estado manejando para mantenerse pegado, mantenerse a sí mismo en una parte, y ahora viene algo nuevo – será demoledor.
He aquí por qué tú no aceptas lo nuevo con alegría. El ego no puede aceptar su propia muerte con alegría. ¿Cómo podría él aceptar su propia muerte con alegría?
A menos que hayas comprendido que tú no eres el ego, no estarás listo para recibir lo nuevo. Una vez hayas visto que el ego es tu memoria pasada, que tú no eres tu memoria, que la memoria no es más que un bio-computador, que es una máquina, un mecanismo utilitario... estarás más allá de él... Tú eres conciencia, no memoria. La memoria es un contenido en la conciencia, tú eres la propia conciencia.
Por ejemplo, ves a alguien caminando por la carretera. Te acuerdas de su rostro, pero no puedes recordar su nombre. Si fueses la memoria, recordarías el nombre también. Pero dices: Reconozco el rostro, pero no recuerdo el nombre. Entonces empiezas a buscar en tu memoria, vas a dentro de tu memoria, miras a este lado, a aquel lado, y repentinamente el nombre brota y dices, Sí, este es su nombre. La memoria es tu disco. Tú eres aquel que está buscando dentro del disco, tú no eres la memoria en sí.
Y sucede, muchas veces, que te pones muy tenso respecto de recordar algo, se te hace difícil recordarlo – porque la mucha tensión y el mucho esfuerzo en tu ser no permiten que la memoria libere su información para ti. Tú intentas e intentas recordar el nombre de alguien y no te viene, pese a que dices tenerlo en la punta de la lengua. Tú sabes que sabes, pero el nombre aún no te viene.
...Es extraño. Si tú eres memoria, entonces ¿quién te lo impide, y por qué no te viene? Y ¿quién es este que dice, Yo lo sé, pero aún no viene? Y entonces lo intentas duramente, y cuanto más fuertemente lo intentas, más difícil se te hace. Entonces, te aburres de todo, te vas al jardín a dar un paseo, y repentinamente, mirando los rosales, está allí, de sorpresa.
Tu memoria no eres tú. Tú eres conciencia, la memoria es contenido. Pero la memoria es toda la energía vital para el ego. La memoria es vieja, claro, y teme a lo nuevo. Lo nuevo puede ser perturbador, lo nuevo puede ser tal que no pueda ser digerido. Lo nuevo puede traer algunos problemas. Tú tendrás que cambiar y renovarte a ti mismo. Tendrás que reajustarte a ti mismo. Y parece arduo.
Para ser nueva, la persona ha de estar no identificada con el ego; tú no te preocupas si él muere o vive. De hecho, sabes que vivo o muerto, él ya está muerto. Es un mecanismo. Úsado, pero no seas usado por él. El ego está continuamente temeroso de la muerte porque es arbitrario, y de ahí el temor. Él no surge del ser, él no puede surgir del ser, porque ser es vida. ¿Cómo puede la vida temer a la muerte? La vida no sabe nada de la muerte.
Él surge de lo arbitrario, de lo artificial, de algún modo junta lo falso, lo pseudo. Pese a esto, no hace falta más que soltarse en aquella muerte, y se hace al hombre vivir. Morir en el ego es nacer en el ser, en Dios.
Lo nuevo es un mensaje de Dios, es un evangelio. Da oídos a lo nuevo, ve con lo nuevo. Yo sé que tienes miedo. A pesar del miedo, ve con lo nuevo, y tu vida se hará más y más rica y tú estarás listo un día para liberar el esplendor aprisionado.
Recuerda, algo nuevo llegando a tu vida es un mensaje de Dios. Si lo aceptas, serás religioso. Si lo rechazas, serás irreligioso. El hombre sólo necesita relajar un poco más para aceptar lo nuevo, para abrir un poco más, para dejar que lo nuevo entre. Abre el camino para que Dios venga a ti”...
OSHO –The Diamond Sutra