En innumerables situaciones de la vida, nos sentimos perdidos como un náufrago en alta mar, sin cualquier referencia que nos indique una salida segura. En estos momentos, la única brújula en que podemos confiar es nuestra propia percepción, el guía primordial capaz de conducirnos al camino más acertado.
Ocurre que, para la mayoría de las personas, el confiar en la percepción interior es algo casi imposible, pues esto las hace sentirse chifladas o, cuando menos, excéntricas. Para muchos de nosotros la racionalidad aún está considerada la única fuente segura para la toma de decisiones.
Confiar en la sabiduría de la existencia y entregarse a sus designios sin cualquier vacilación es un aprendizaje lento, que exige una buena dosis de paciencia y el control del miedo y de la ansiedad, pues ambos nos llevan a desear desesperadamente una solución inmediata de nuestros problemas.
Otro momento en que nuestra intuición es puesta a prueba, es cuando nos guiamos por ella y nuestros actos son contestados por los demás, que nos juzgan y critican conforme a sus propios valores.
Si no tenemos confianza absoluta en aquello que nos dicta nuestra voz interior, ciertamente nos dejaremos arrastrar por la corriente disonante, y acabaremos por actuar conforme a las ideas ajenas, en vez de seguir a nuestro propio corazón.
Como solamente él puede saber de qué realmente necesitamos, el resultado de esta negación es, la mayoría de las veces, el arrepentimiento y la culpa por haber confiado más en otros que en nosotros mismos.
No importa cuántas equivocaciones hayamos cometido, siempre es tiempo de recuperar la fe en la vida y cultivar la certeza de que ésta siempre nos encaminará hacia lo que nos trae crecimiento y evolución interior.
“Confianza: nuestra conexión con la Existencia
...La confianza es la conexión entre tú y la existencia. La confianza es la más pura forma de amor, y una vez perdida la confianza, el amor también se vuelve imposible.
Jesús no estaba siguiendo a alguien. Él no estaba imitando a alguien...
Él no permitió que la multitud lo redujese a una personalidad falsa.
Él permaneció como un individuo.
Él arriesgó su vida, pero no se comprometió con la sociedad.
Era mejor morir en la cruz que ser un hipócrita. Por lo menos en la cruz él era verdadero, auténtico – era él mismo.
...Él podría haber salvado su vida, pero verdaderamente eso hubiera sido su crucifixión. Él aceptó ser crucificado – eso era salvar su vida – sin miedo, confiando en la existencia, sin rabia alguna hacia la multitud. Incluso en su último momento en la cruz, Él estaba pidiendo por la multitud: ‘Padre, perdónalos. Ellos no saben lo que hacen. Ellos son inconscientes.
Nada se puede esperar de personas inconscientes.’
Él no tenía más que treinta y tres años; una larga vida estaba por delante. Pero esa es la belleza del hombre, el que haya sacrificado esa larga vida que hubiera sido sin sentido, falsa, engañosa, por algo real, auténtico – sin ningún lamento, sin ningún rencor contra quien quiera que fuese.
..Todo el mundo ha sido desviado, ha sido descarrilado de su camino natural.
Y puesto en una dirección que nada significa para sí.
Es por eso que siempre existe ansiedad, angustia y una profunda tristeza.
Esa tristeza es existencial; a menos que puedas ser lo que te es natural, la primavera nunca llegará hasta ti, las flores nunca abrirán en tu ser, el amor nunca crecerá.
Tú nunca conocerás la gloria de la vida y el esplendor de la conciencia.
...Ese es todo mi trabajo aquí – simplemente pelar las cebollas.
Pelarlas hasta el punto en que nada permanezca – tan solo la amplitud y el silencio.
Porque una cebolla no es más que capas y capas y capas, y cuando la capa final es retirada, tus manos quedan vacías.
A tales manos vacías desciende toda la gloria, todo el reino de Dios.
Tú no tienes que quedarte parado en el camino, tú tienes que ceder el espacio de modo que Dios pueda entrar.
...Sí, existe dolor porque todas esas creencias, pensamientos y filosofías se han vuelto parte de ti, y en una dimensión tal, que no hay cómo quitar tus ropas – es algo como quitarte la propia piel. Es doloroso.
Pero ese dolor vale la pena. Es casi el dolor de una cirugía, puede extirpar el cáncer de tu alma. Y una vez hayas pasado por el dolor, el miedo se acaba, la ambición se acaba.
...toda ambición existe a partir del miedo. Toda ambición existe a partir de un complejo de inferioridad, porque tienes miedo de ser tú mismo. Tú quieres ser alguna otra persona – un presidente del país, un primer-ministro, el hombre más rico... y las personas encuentran diferentes alternativas, pues tantas personas no pueden ser el presidente, no pueden ser el más rico, no pueden ser el primer-ministro.
...El hombre está en busca de ser alguien.
Él no consigue permitirse simplemente ser él mismo.
Simplemente ser él mismo significa ser nadie.
...Las personas quieren ser alguien. Pero se debe al miedo. El miedo es a que nadie le conozca; a que no marque diferencia alguna para el mundo si tú existes o no. Nadie se acordará de si tú has estado aquí o no. Las personas no están interesadas en vivir, sino en ser recordadas.
¿Cuál es la utilidad de ser recordado cuando ya estés muerto?
Y ciertamente no existe final, porque no existe principio alguno.
La Existencia siempre ha estado aquí, ella está aquí, ella siempre estará aquí, y nosotros formamos parte de ella. Las formas pueden cambiar, pero la realidad esencial permanece la misma.
...El único problema para alcanzar nuevamente tu infancia es que todo aquello que, debido a la confianza y al miedo, has aceptado de la familia, de la sociedad, de la iglesia, de la escuela – tendrá que ser abandonado.
Esto necesita coraje.
Pero lo que abandones no tiene significado y lo que vas a ganar es inmenso en su verdad, en su belleza, en su alegría. Y esto vale la pena, abandonar todo y convertirse en una criatura inocente nuevamente.
...Naturalmente, la segunda infancia tiene una gran diferencia respecto de la primera. La primera infancia era ignorante y la segunda es inocente.
El punto de demarcación es muy difícil, pero una vez comprendido, es sencillo.
La criatura ignorante parece inocente, pero ella enseguida perderá su ignorancia.
Tendrá que hacerse instruida. A medida en que crece, tendrá que alcanzar todos los tipos de conocimiento, simplemente para sobrevivir en la sociedad.
La segunda infancia llega después de que tú hayas conocido ya todo y sepas de la futilidad de todos esos conocimientos y los hayas abandonado. Esto no es ignorancia – es tan solo un tipo de consciencia totalmente diferente. Esto es consciencia.
No volverás a caer en la armadilla de ser bien informado.
La primera infancia era solamente negativa, la segunda es algo positivo.
Ignorancia significa ausencia de conocimiento.
Inocencia significa la presencia del deslumbramiento.”
Publicado dia 10/21/2009 1:40:00 PM em STUM WORLD
